El valor del patrimonio urbano y territorial
"En el Bar Hotel de France pierdo el tiempo para ganar la esperanza" dice el poema Aperitivo escrito por Jorge Teiller. Su referencia al abandonado Hotel Continental nos recuerda que este ícono de la capital regional, construido a los pocos años de la fundación de Temuco, acogió a políticos, autoridades y poetas en diferentes tertulias de antaño, siendo punto de encuentro para la reflexión en la ciudad. A pesar de esto, su valor parece perdido.
Similar es lo que ocurre con la historia de quienes a tranco lento transitan durante siete días en la Ruta del Cochayuyo, centenaria tradición de la cultura Mapuche Lafkenche, en la cual se trasladan desde la costa de La Araucanía las algas que serán comercializadas luego en la ciudad.
Ni pensar en lo que ocurre con el río Cautín, el que actualmente se encuentra aislado, subvalorado y carente de usos asociados a las bondades propias de su caudal.
Cada uno de estos casos, entre muchos otros, son susceptibles de valoración. El patrimonio es todo aquello que heredamos de nuestros antepasados, sea este material, inmaterial o natural. Pero ¿cuáles son los mecanismos de puesta en valor que promueven su preservación y uso?
Es materia de reflexión considerar las oportunidades que perdemos en términos sociales, económicos y medioambientes a la espera de una gestión público-privada que permita despertar la riqueza dormida. Por nuestra parte, las puertas de la academia se encuentran abiertas y dispuestas.
Manuel del Campo Münnich, MSc Urban Regeneration - Bartlett, director Carrera Arquitectura - Universidad Autónoma de Chile
Lenguaje inclusivo
A propósito de la negación de la Real Academia Española a la Subsecretaría de la Niñez en relación al lenguaje inclusivo, es necesario destacar que a medida que se generan cambios socioculturales el lenguaje evoluciona y aquello es inevitable, por ende una institución como la RAE no puede impedir que la lengua y el surgimiento de distintas formas de expresión se transformen y tampoco como sociedad podemos conformarnos con un lenguaje que oculta nuestra identidad.
El solo hecho de que nos estemos cuestionando el uso tradicional del lenguaje desde la perspectiva de género es un avance para visibilizar tanto el género femenino como las disidencias sexuales y refleja que la forma en que empleamos el idioma puede cambiar una realidad que perpetúa la discriminación.
Victoria Olivares Cifuentes, alumna del Colegio Santa Cruz, área de género del colectivo Tremendas.
Construyendo comunidad
Hasta hace unos días Marlen Fuentes, Úrsula Ibáñez, Carla Hernández y Yayi Acevedo no se conocían. Viven en barrios, comunas y regiones distintas del país y, a priori, se podría pensar que no tienen nada en común. Sin embargo, basta hablar dos minutos con cualquiera de ellas para darse cuenta que sus sueños se juntan más allá de las fronteras que las separan: todas quieren construir más y mejores oportunidades para sus barrios, para su comunidad.
En la biblioteca del Colegio Eliodoro Matte Ossa, en la zona sur de Santiago, hablan de estos sueños. Marlen espera que se deje de pensar en delincuencia cuando se hable de Bajos de Mena; Úrsula quiere un San Bernardo donde las familias puedan disfrutar libremente de las plazas y parques, Carla quiere que las vecinas y vecinos de Franklin no olviden su historia, y Yayi anhela que en La Ligua haya más espacios de participación para niñas, niños y adolescentes y que puedan soñar con un futuro en el que todas y todos tengan un lugar.
Ellas son parte de Territorio Común, un programa impulsado por más de una decena de organizaciones de la sociedad civil, que busca fortalecer las capacidades y liderazgos comunitarios para potenciar redes de intercambio y colaboración, porque hay talentos y proyectos que necesitamos que no se pierdan y sean parte de las políticas públicas de nuestro país.
Sabemos que la crisis socioeconómica y sanitaria profundizó las crecientes desigualdades que experimenta cotidianamente la ciudadanía y aumentó los niveles de pobreza, pero también somos conscientes que las comunidades están en una constante búsqueda de bienestar, revalorización de su identidad local y que tienen diversas personas que están generando cambios profundos para conseguirlo, por lo que creemos que es tarea de todas y todos fortalecer ese potencial y poner a disposición las herramientas que necesitan para hacer sus sueños realidad. Queremos que ese capital social existente en las comunidades crezca y que no pase desapercibido.
Marcela Mondino, Fundación Avina; Arturo Celedón, Fundación Colunga; Isidora Larraín, Fundación Fibra; Yael Senerman, Fundación Olivo; Leonor Merin, Fundación Mustakis y Rosario Bruna, Fundación YA