Es la última fake news que sectores conservadores, contrarios a los derechos de los pueblos indígenas, han hecho circular respecto del borrador de la nueva constitución: que se trataría de una Constitución "indigenista". Como toda noticia falsa en nada responde a la realidad. Lo aprobado por el pleno de la Convención está en perfecta sintonía con aquellos derechos ya garantizados en instrumentos internacionales como el Convenio 169 de la OIT y que hace más de una década forma parte de nuestra normativa interna.
Son normas similares, además, a las existentes en modernas democracias con las cuales Chile gusta compararse. No, no hablo de Bolivia, Ecuador o Venezuela. Me refiero más bien a Estados Unidos, Canadá, Australia, Noruega y Nueva Zelanda, líderes mundiales en reconocimiento de naciones indígenas, sus derechos colectivos e individuales, la plurinacionalidad e interculturalidad del Estado, el derecho a la libre determinación y al autogobierno, la participación y consulta libre, previa e informada, además de sus propios sistemas de justicia.
No se trata de ningún conejo extraído en la Convención del sombrero de los constituyentes "indígenistas". Plurinacionalidad, derechos colectivos, interculturalidad, son todas realidades ya existentes a nivel global y en el caso de Norteamérica hace más de medio siglo.
En una reciente columna el abogado José Aylwin subrayaba que en Estados Unidos, donde las tribus gozan de un avanzado estatus de semi-soberanía, no solo existe autogobierno indígena, también un total de cuatrocientos sistemas de justicia tribal (Cortes Tribales) financiados por el Estado Federal, cuya jurisdicción en lo penal incluye casos de delitos menores que involucran a indígenas dentro de las reservas y en lo civil casos que involucren a indígenas o no indígenas, también dentro de sus territorios.
Lo propio acontece en la moderna y desarrollada Canadá. Allí la relación es de "nación a nación" con el gobierno canadiense. ¿No me creen? De muestra un botón.
El pasado jueves el primer ministro, Justin Trudeau, firmó un acuerdo histórico con el jefe de la nación indígena Siksika por el arrebato de sus tierras acontecido en 1910. Ubicados al este de la ciudad de Calgary, Canadá les pagará 1.300 millones de dólares para "corregir un error del pasado". "Estamos reunidos para darnos la oportunidad de empezar a reconstruir la confianza entre nosotros, de nación a nación", expresó Trudeau en la ceremonia a la que llegó acompañado con parte de su gabinete.
El acuerdo de compensación, uno de los mayores firmados en Norteamérica, permitirá que los siksika puedan adquirir hasta 465 kilómetros cuadrados de territorio, la misma cantidad que les fue arrebatada a sus bisabuelos/as. Ouray Crowfoot, el jefe tribal, aseguró que les proporcionará oportunidades que antes no tenían como nativos y que para nada se trataba de un regalo o un privilegio. "Canadá no está dando 1.300 millones de dólares a los siksika, Canadá está corrigiendo un error cometido hace más de un siglo cuando ilegalmente tomó nuestras tierras", subrayó.
Cuando Canadá les quitó sus tierras, que incluían los mejores terrenos para la agricultura, lo hizo para traspasarlas a colonos nacionales y extranjeros, calcado a lo sucedido en nuestro Wallmapu / Araucanía hace poco más de cien años con el masivo arribo de colonos italianos, suizos, canarios y franceses. Traiguén, Victoria y Temuco, los pueblos de aquella vieja Frontera del 1900. ¿Y si aprendemos algo de Canadá y del sabio actuar de su gobernante?
"El pasado jueves el primer ministro, Justin Trudeau, firmó un acuerdo histórico con el jefe de la nación indígena Siksika por el arrebato de sus tierras acontecido en 1910 (...), Canadá les pagará 1.300 millones de dólares para 'corregir un error del pasado'".