En la campaña por el Rechazo / Apruebo del nuevo texto constitucional el amplio catálogo de derechos indígenas reconocidos en la propuesta ha sido objeto de un escrutinio poco antes visto, y cuando no de abiertas campañas de desinformación y fake news por parte de sectores políticos conservadores, ello desde la derecha en pleno a figuras emblemáticas de la ex Concertación. De allí epítetos como "constitución indigenista", "candado indígena" y ahora último el famoso "veto indígena" a posibles reformas constitucionales, todas ideas fuerza que pretenden instalar en los votantes una sensación de "privilegio" de los pueblos indígenas por sobre el resto de los ciudadanos.
Son campañas de manual para influir en el electorado que debemos combatir con argumentos. Ya lo he dicho en esta columna: el borrador de la nueva constitución sólo pone a Chile a tono con el estándar internacional de reconocimiento de los pueblos indígenas: plurinacionalidad, autogobierno, sistemas propios de justicia, todos avances existentes en diversas democracias (Canadá, Estados Unidos, Colombia), lo mismo el estado regional, el plurilingüismo y las autonomías territoriales (España, sin ir más lejos). Son avances necesarios para profundizar la democracia y que en el caso de la paridad de género, esto es que las mujeres ocupen al menos el 50% de todos los órganos del Estado, ponen a Chile a la vanguardia a nivel mundial.
Lo de la "democracia paritaria" es un paso gigante al cual bastante poco brillo le han sacado tantos los ex convencionales como quienes defienden la opción del apruebo. No es menor lo que aconteció en la Convención Constitucional con las mujeres y sus centenarias luchas por mayor igualdad: la chilena es la primera constitución escrita por un grupo equiparado de hombres y mujeres, ello a nivel mundial. Por lo mismo no se trata de un mero reconocimiento simbólico, todo lo contrario, lo paritario se refleja en su elaboración, en los derechos que han sido considerados y también en la forma en que se organiza el Estado. Es decir, lo paritario es un principio que inunda toda la nueva Constitución.
Volviendo al tema indígena, tal como señalé al comienzo, el supuesto "veto indígena" es la última mentira que circula desde sectores afines a la opción del rechazo. Lo repitieron a coro en la semana todos en la derecha, desde parlamentarios e incluso ex convencionales que, o son mitómanos o simplemente no leyeron lo que firmaron al finalizar su trabajo la Convención. También agrupaciones como APRA Araucanía. "No hay ninguna posibilidad de cambiar ninguna coma de la propuesta de constitución sin el consentimiento de los pueblos indígenas", afirmaron en su cuenta de Twitter. ¡FALSO SEÑORES DE APRA!
Lo aclaró una de las voces más críticas del proceso constituyente, el influyente rector de la UDP y también columnista de este medio, abogado Carlos Peña. En una lúcida columna subrayó que hablar de un "veto indígena" era simplemente una "interpretación tendenciosa" del borrador.
Resulta que es el propio borrador el que aclara que el consentimiento indígena quedó solo para efectos del diseño del Estado regional, no para reformas constitucionales mayores. Es decir, su aplicación tiene un contexto normativo acotado a las "entidades territoriales en el Estado regional", lo dice textualmente el artículo 191. Es deber de todos hacer una lectura equilibrada y de buena fe del borrador para aprobar o rechazar por buenas razones, no por dudas y temores instalados mañosamente en la ciudadanía.
"El supuesto 'veto indígena' es la última mentira que circula desde sectores afines a la opción del rechazo. Lo repitieron a coro todos en la derecha (...) que, o son mitómanos o simplemente no leyeron lo que firmaron al finalizar su trabajo".
