Estamos ante una emergencia habitacional. En la Cuenta Pública, el Presidente Gabriel Boric anunció el inicio de la construcción de 65 mil viviendas dignas y la ambiciosa meta de 260 mil viviendas durante el periodo presidencial de modo de enfrentar el déficit, que hoy llega a por lo menos 600 mil viviendas en todo el país.

Pese a anunciar dignidad en la vivienda, según la académica de la Universidad Andrés Bello (sede Viña del Mar), la trabajadora social Carolina Quinteros, "creemos que existe y se debe abordar también el desafío de quitar las significaciones negativas y prejuicios en torno a la vivienda social, ubicada generalmente en zonas lejanas a los centros urbanos, con pocos metros cuadrados y, en algunos casos, de mala calidad en la construcción".

El déficit habitacional de arrastre de La Araucanía es de 82.634 viviendas, lo que corresponde al 13,7% del total nacional (600 mil) informado por el ministro de Vivienda, Carlos Montes. Según datos entregados por la seremi de la cartera en la Región, señaló que la administración anterior superó su programación de entrega de subsidios para viviendas, eran 13.222 y se asignaron 22.989. Situación que ha generado un rezago de proyectos habitacionales.

Si bien hay optimismo en las propuestas del Presidente Gabriel Boric, al señalar que no basta con construir viviendas, sino que también es necesario crear espacios de encuentro, así como la propuesta "Construyendo Barrios", que tiene como fin avanzar en una estrategia de urbanización integral de campamentos, todo amparado en la Ley Nº 21.450 sobre Integración Social en la Planificación Urbana, Gestión de Suelo y Plan de Emergencia Habitacional, también hay dudas al respecto.

Según Quinteros, surgen preguntas respecto a cómo queremos que sean nuestras ciudades. ¿Será la ampliación del Banco de Suelos y la aplicación de la Ley Nº 21.450 una herramienta de planificación para el crecimiento de ciudades?, o ¿solo nos quedaremos con un enfoque reactivo del crecimiento espontáneo y autogestionado de miles de familias, a través de la urbanización integral de campamentos?

En estos días se conoció un proyecto de ley que propone la fortificación obligatoria de ciertos alimentos con vitaminas y minerales, especialmente vitamina D. Los alimentos que se busca fortificar son leche, productos lácteos, harina de trigo y aceites vegetales. Esta iniciativa surge para responder a la deficiencia de vitamina D que afecta a un gran número de personas de todas las edades en nuestro país.

Esta vitamina cumple importantes funciones en nuestro cuerpo, como contribuir a la mineralización de los huesos, previniendo el raquitismo, osteomalacia y osteoporosis; mantener nuestro sistema inmune, ayudando a combatir las infecciones, y participando en la regulación del estado de ánimo, y así contribuir a que nos sintamos mejor.

Pero ¿por qué tenemos deficiencia? La vitamina D, a diferencia de otras vitaminas, la podemos fabricar nosotros mismos cuando nos exponemos al sol. Pareciera ser fácil su obtención, sin embargo, no ocurre. Y es que la exposición al sol suele ser baja, en especial en las latitudes más extremas donde las personas deben estar más cubiertas producto del frío; o cuando al exponerse al sol usan bloqueador solar, que es lo recomendado para prevenir los daños y cáncer a la piel, pero que interfiere negativamente en la formación de la vitamina.

Por otra parte, los alimentos que aportan vitamina D son reducidos. La podemos encontrar en pequeñas cantidades en la yema de huevo, panita y algunos hongos; y en cantidades mayores en pescados grasos de origen marino como el salmón, atún, sardina, y aceites de hígado de pescado, como el de bacalao, siendo este último la mejor fuente alimentaria.

Sin embargo, el consumo de pescado en Chile es bajo, y un alto porcentaje no cumple con la recomendación de comerlo a lo menos 2 veces por semana. Junto a estos dos factores que explican la alta prevalencia de deficiencia, se suma el sobrepeso y la obesidad, que afecta al 54% de los niños y al 74% de los adultos chilenos. La grasa corporal o tejido adiposo capta y "secuestra" esta vitamina, limitando su circulación e impidiendo que realice sus funciones.

Hasta el momento, lo que se utiliza para mejorar los estados de déficit es la suplementación con altas dosis vitamina D, pero esta opción está lejos de ser económica y, por ende, de estar al alcance de todos.

Lo que propone este proyecto de ley, que ya se ha implementado en otros países de forma exitosa, puede transformarse en una buena alternativa para contribuir a solucionar el problema, siempre y cuando no encarezca el costo de los alimentos, se agregue la información en la etiqueta del alimento y se señale si la fortificación estará realizada con vitamina D2 (origen vegetal) o D3 (origen animal).

Gloria Muñoz Navarro

nutricionista, académica carrera de Nutrición y Dietética Universidad Autónoma de Chile