Héctor Llaitul
Me preguntan qué sucederá con el liderazgo de Héctor Llaitul tras su publicitada detención y posterior encarcelamiento. Mi visión es que su liderazgo, contrario a lo que muchos piensan, solo se fortalecerá en el mundo mapuche, trascendiendo poco a poco las fronteras del mundo radical e incluso las de su propia organización, la Coordinadora Arauco-Malleco. Pasa que el trasfondo del conflicto entre el Estado y el pueblo mapuche, especialmente a nivel gubernamental, sigue siendo un escenario donde el prometido abordaje político, promesa electoral de los actuales inquilinos de La Moneda, sigue brillando por su ausencia.
Duele reconocerlo a quienes públicamente apoyamos en su minuto al candidato Gabriel Boric, pero a seis meses del cambio de mando presidencial bien vale aceptar lo que para muchos resulta evidente: que las políticas de seguridad de la administración Piñera siguen intactas en Wallmapu, entre ellas los estados de excepción constitucional prorrogados una y otra vez hasta el cansancio. Son medidas represivas, de contención policial y militar del conflicto, que incluso se han profundizado debido a las particularidades de la coyuntura electoral que vivimos. Y todo ello en favor de la gran industria forestal, por lo visto intocables, y en desmedro una vez más de las siempre maltratadas comunidades en conflicto.
¿Por qué es importante subrayar lo anterior? Porque éste y no otro es el diagnóstico político que realizan Llaitul y los miembros de la CAM, un diagnóstico que en lo personal me parece hoy por hoy irrefutable. ¿Dónde está el abordaje político del conflicto prometido en la campaña electoral? ¿Acaso en el Plan Buen Vivir, calco y copia, aunque con menos lucas, del Plan Araucanía de la Administración Piñera? ¿Acaso en la designación de uno que otro mapuche, siempre en modo gotera, en puestos menores de decisión gubernamental? Solo queda rendirnos ante la evidencia: nada nuevo, osado, audaz o diferente puede exhibir el gobierno del Presidente Boric en materia indígena. Todo calco y copia de Piñera.
Hay quienes culpan a la bendita coyuntura electoral. Argumentan que avanzar en una transformadora agenda política indígena implicaría oxigenar a los más rancios detractores del pueblo mapuche hoy agrupados en el Rechazo, desde Amarillos por Chile a toda la derecha en pleno, de Fuad Chahin al mentiroso profesional que ha resultado ser Felipe Kast. Puede ser. Es innegable que el tema indígena ha sido protagonista de la campaña electoral, en particular bajo la figura de groseras "fakes news" y campañas de desinformación que si algo destilan es un profundo racismo. Sin embargo, la excusa del plebiscito tiene para el oficialismo una muy exacta fecha de vencimiento: el próximo 4 de septiembre.
Sea cual sea la opción triunfadora en el plebiscito de salida (esperamos que sea el Apruebo), a partir del 5 de septiembre La Moneda ya no podrá desentenderse de su responsabilidad en la grave situación que nos aqueja y que no solo desangra la economía regional, como advierten a coro los gremios, mucho más peligroso aún, también, lentamente, ha ido dinamitando la propia convivencia entre chilenos y mapuche. Por mi parte no me cansaré de repetirlo: la faceta violenta del conflicto tiene solución y ésta es política, no represiva. Lo creo profundamente y desde esta tribuna he abogado siempre por un proceso de paz que permita desescalar el enfrentamiento y abrir cauces institucionales de diálogo. Pronto La Moneda ya no tendrá excusas.
Sea cual sea la opción triunfadora en el plebiscito de salida (esperamos que sea el Apruebo), a partir del 5 de septiembre La Moneda ya no podrá desentenderse de su responsabilidad en la grave situación que nos aqueja y que no solo desangra la economía regional (...).