Chilenidad, Educación y Constitución
En esta fecha los colegios se visten de rojo, blanco y azul. Los niños cantan tonadas y conocen tradiciones de todo el país. Repasamos nuestra historia y aprendemos de ella. Recordamos que hace 212 años un grupo de patriotas decidió que, en ausencia del rey Fernando VII, Chile debía gobernarse de manera independiente. Desde entonces hemos buscado formas de organizar nuestra vida nacional y sucesivas constituciones han intentado dar rumbo a ese proyecto común que algunos vislumbraron entonces. Pero no solo de constituciones viven los países. Ese sueño de la "casa común", en la que todos podamos sentirnos parte, también puede proyectarse y construirse desde otros espacios, muy especialmente desde la educación.
No cabe duda de que en Chile hay una expectativa profunda de cambio, pero la pregunta es de qué manera podemos hacerlo. Al reflexionar sobre la Revolución Francesa, Edmund Burke apuntaba que para poder reformar es necesario saber conservar. Los países tienen una historia, tradiciones y, en último término, una cultura que les es propia. Sobre eso se construye un futuro. Eso es lo que celebramos en estas fechas. Una vez al año los chilenos nos unimos bajo nuestra bandera y variadas tradiciones que nos vinculan como Nación. Esa cultura, ese proyecto común va pasando de generación en generación, no solo a través de las instituciones políticas, sino especialmente a través de la educación. Es en ella donde las nuevas generaciones conocen nuestra historia y geografía, nuestros valores y aspiraciones, nuestra alma chilena. Valorando lo mejor de nuestra identidad podremos reformar aquello que debe ser mejorado.
Quienes han estudiado el modelo educativo de Finlandia señalan que una de las razones del prestigio de sus profesores es que, durante la invasión rusa, fueron los docentes quienes preservaron el alma del país: resguardaron su idioma y la identidad nacional. Esa es la importancia de los educadores en la cultura y unidad de un pueblo.
Concluido el plebiscito, las autoridades están pensando nuevas alternativas para repensar nuestro futuro. Se habla, por ejemplo, de una nueva convención. Más allá de los acuerdos que se concreten, siempre habrá otra convención, una que es silenciosa pero mucho más profunda y duradera. Es la "Gran Convención", aquella que constituimos todos los chilenos, generación tras generación. Juntos vamos soñando y construyendo este lindo país. Esa Gran Convención se gesta en las aulas de todo Chile. Es ahí donde los profesores pueden enseñarnos las complejidades y conflictos de nuestra historia, pero también deben enseñar los principios que nos unen y sostener la esperanza para un un cambio en armonía (Mooney, 2021). Ahí aprendemos a respetarnos y valorarnos; a trabajar juntos y resolver nuestros problemas; a elevar el espíritu y soñar juntos. Debe ser una educación que inspire a trabajar por el bien común, respetando la individualidad, valorando nuestra historia y cultura, sin alentar conflictos ni divisiones. En la educación podemos conocernos, dialogar y encontrarnos. En momentos en que Chile anhela realizar cambios en armonía y unidad, los profesores tienen un rol fundamental. Esa Gran Convención depende de ellos.
Ignacio Illanes es decano de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes.