A fines de agosto, en el marco de una de gira de presentación de mis obras, pude visitar emblemáticos territorios indígenas de la actual Argentina. Y digo actual porque hace poco más de un siglo, el vasto territorio de la provincia patagónica de Chubut poco y nada tenía de argentino. Todo, desde la cordillera hasta la lejana costa atlántica, remitía a los pueblos originarios mapuche y tehuelche, partiendo por su toponimia. Ambos fueron avasallados por el ejército argentino en la mal llamada Campaña del Desierto (1879-1885) y sus tierras repartidas a un puñado de estancieros bonaerenses o bien a compañías extranjeras.
Fue así como Argentina incorporó Patagonia a su soberanía nacional, un gigantesco territorio equivalente a la superficie de España. De ello trata "Historia secreta mapuche 2", libro de reciente y exitosa publicación allende Los Andes y motivo de mi viaje. En sus páginas las cifras del despojo posterior a las campañas militares y también la suerte que corrieron los sobrevivientes de aquel genocidio, una verdadera "cacería de indios a pampa abierta" como la describen diversos cronistas e historiadores. Las cifras de muertos y prisioneros de guerra créanme que estremecen el alma.
En Argentina, sin embargo, la historia oficial acusa que los mapuche son "invasores chilenos" y responsables por añadidura del exterminio de los pacíficos tehuelche, el verdadero y único pueblo indígena local. Aquello es falso y por partida doble.
Tanto los mapuche como los tehuelche anteceden por siglos a las dos jóvenes repúblicas. Son preexistentes a los estados y así lo reconoce la propia Argentina en el artículo 75 de su Constitución Nacional. Lo real es que fue el ejército trasandino el que barrió con las jefaturas tehuelche y desarticuló su vida como pueblo nómade, a la par que hacía lo propio con los mapuche. Ambos pueblos incluso guerrearon juntos. Valentín Sayweke, el último gran jefe indígena que resistió la invasión argentina, era hijo de padre mapuche y madre tehuelche. Lo mismo el lonko Modesto Inakayal, personaje histórico ineludible en aquel lado. Dos hijos de ambas naciones.
Este cruce cultural no sólo aconteció en el siglo XIX. En mi reciente viaje pude recorrer dos emblemáticas comunidades mapuche-tehuelche, sí, dos comunidades mixtas. Una ubicada en Sierra Colorada, al sur de la bella ciudad de Trevelin, y la otra en el boquete Nahuelpán, en las afueras de Esquel y a los pies del cerro del mismo nombre. Allí, en una gran reserva de "tierras fiscales" fueron radicadas en 1908 decenas de familias sobrevivientes de la guerra. Poco les duró la tranquilidad: un violento desalojo propiciado por estancieros les arrebató la mitad de sus tierras en 1937. Desde entonces luchan por recuperar lo robado, me relató en su casa el lonko Ángel Quilaqueo.
Es una historia que se repite calcada en Argentina.
Esta semana, el desalojo policial de una toma de tierras en Villa Mascardi, Bariloche, terminó con cuatro mujeres mapuche detenidas y trasladadas al Penal de Ezeiza ¡a 1.500 kilómetros de sus familias! Lo irregular del procedimiento llevó a la renuncia de la ministra de la Mujer. "Los hechos desatados me resultan incompatibles con los valores que defiendo", esgrimió a modo de protesta. En tiempos del general Julio Roca era usual que los prisioneros de guerra mapuche fueran enviados a presidios y cuarteles de Buenos Aires. Allí los esperaba el encierro, el trabajo forzado y la soledad de la muerte. Es, por lo visto, una vieja práctica trasandina que persiste.
"Esta semana, el desalojo policial de una toma de tierras en Villa Mascardi, Bariloche, terminó con cuatro mujeres mapuche detenidas y trasladadas al Penal de Ezeiza ¡a 1.500 kilómetros de sus familias! Lo irregular del procedimiento llevó a la renuncia de la ministra de la Mujer".