La institucionalidad
Nuestro país se ha caracterizado en el concierto latinoamericano por una institucionalidad, defendida hasta cierto punto por moros y cristianos, que le ha permitido desenvolverse adecuadamente para enfrentar los desafíos que le ha impuesto la democracia. Sin embargo, en situaciones extremas, que políticamente pueden complicar a algún sector, se mira para el lado y generalmente se buscan soluciones parche. Por ejemplo, en lugar de enfrentar de una vez por todas el tema de la inseguridad en la macrozona sur se aprueba por cuotas quincenales los estados de excepción, somos un país que se cachetonea por su cauce institucional, por un lado, y por otro, no enfrenta su problemas y lo hace mediante estos artilugios, chuteando la pelota al corner como diría un futbolero.
En este sentido, ni el piloto automático está salvando al gobierno, las instituciones - si bien no funcionan como debieran - logran corregir varios desaciertos y errores que cometen los gobiernos, léase también el parlamentarismo de facto.
Una pregunta natural debiera ser, hasta cuánto podrá resistir la institucionalidad, cuánto más se puede estirar el elástico frente al daño que se le hace al país deteriorando sus instituciones, como lo ha sido ahora último en el tema de relaciones exteriores y otras áreas. Esto puede ser muy difícil de recuperar, la solvencia, seriedad y confianza logradas durante los últimas décadas se pueden derrumbar rápidamente, construirlas demoró un buen tiempo y demoraría mucho el volver a obtenerlas.
Es tiempo de tener muy presente, sobretodo, al momento de tomar las decisiones, hasta cuánto se puede girar a cuenta del desorden, las desprolijidades, las filtraciones o la inestabilidad, a las cuales se ha estado sometiendo a nuestro país.
Bien lo expresa Juan Carvajal ex Secom en un matutino capitalino, al describir el estado del arte que experimenta el país político, "La "desprolijidad" que puso en peligro los acuerdos políticos alcanzados viene a demostrar la poca sintonía de un Ejecutivo que toma decisiones presionado por sectores ideologizados frente al sentir profundo de ciudadanos que esperan que el gobierno les dé garantías para vivir en paz".
En estos tiempos que se avecinan con enfrentamientos varios en la arena partidaria y haciendo un análisis propiamente electoral frente al desafío constituyente II, bienvenidas debieran ser las dos listas, en especial desde el punto de vista de la ciudadanía, estas herramientas político-electorales son fundamentales para dirimir las diferencias en democracia, incluso sirven para ampliar los espectros de convocatoria. Lo fue al inicio del retorno a la democracia, así como posteriormente cuando también la Concertación se abrió para llevar dos listas bajo su alero. La democracia se mejora con más democracia y esto, por supuesto, significa participar en elecciones competitivas tanto al interior de las coaliciones y los partidos, como en las contiendas nacionales. Así quien lima las asperezas, quien corrige los desaciertos que puedan cometer las distintas autoridades y los descriterios con nuestros países vecinos, es precisamente la ciudadanía entregando poderosas e irrebatibles señales como lo fue el contundente rechazo del 4S. Es importante tener siempre presente estas lecciones que entrega el pasado reciente al momento de tomar decisiones claves en el futuro.
"(...) Frente al desafío constituyente II, bienvenidas debieran ser las dos listas, en especial desde el punto de vista de la ciudadanía, estas herramientas político-electorales son fundamentales para dirimir las diferencias en democracia".