La curiosidad constante y la necesidad de respuestas mientras se desarrollaba profesionalmente apegada a la tierra de nuestra Araucanía, fue el origen de la destacada trayectoria como académica e investigadora en la Universidad de La Frontera de Paola Durán Cuevas, galardonada recientemente con el Premio Nacional Mujer Innovadora entregado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) a fines de 2022.
- Paola, ¿es más duro el camino de la investigación en agricultura cuando eres mujer?
- Con el tema de ser mujer siempre vas un poquito atrás. En mi caso particular fui mamá súper joven, a los 18 años, recién entrando a la universidad de mi hijo que hoy tiene 25 años. Y por segunda vez, entrando al doctorado, de mi pequeña Maite que ahora tiene 17 años. Entonces, fueron periodos bien complicados, pero tampoco era tema para mí ser mujer. Claro que es difícil, pero no imposible y eso es justamente lo que quiero trasmitir a mis estudiantes. De hecho, en nuestro laboratorio el 65% somos mujeres, con lo cual he trabajado no solo para la ciencia, sino para conseguir sala-cuna, pagar matriculas y hasta cuidar gatos. Me ha tocado ver temas domésticos como "profe no tengo donde dejar mi bebé", dificultades por las que yo pasé siendo estudiante, porque mi niño corría por los pasillos de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y Forestales de la UFRO (actual Facultad de Ciencias Agropecuarias y Medioambiente) mientras yo estaba en clases, con la mochila llena de pañales y toallas húmedas que acompañaban mis cuadernos.
- Nunca dejaste que el género fuera un tema…
- Nunca he permitido que sea un tema porque vengo de una familia donde había un matriarcado. Mi madre, fue una mujer trabajadora y nos educó con el rigor de una madre que tuvo que sacar adelante sola a tres hijos. Y siempre nos instó a ser empoderados y trabajar por los sueños. De hecho, yo de pequeña tenía clarísimo que tenía que estudiar en la universidad, camino que me dejó mi hermano Juan Carlos, 14 años mayor y fue quien recibía los regalos del día del padre, de un padre ausente. Actualmente, estoy consiente que las mujeres aún tenemos desventajas, el cuidado de los hijos, el tema de que te sientes culpable por trabajar, por viajar, por no estar con ellos cuando a veces están enfermos, por pasar mas tiempo con los estudiantes que con ellos. - Llegas desde España con un nuevo paradigma a tratar con los agricultores e investigadores de nuestro país con nuevas ideas, ¿cómo fue eso?
- Es complicado más aún cuando trabajas con agricultores porque en el campo el machismo es tema. He trabajado con pequeños agricultores buscando suelos inmunes a enfermedades y he desarrollado patentes para controlar patógenos, pero es difícil cuando llega una mujer a darle consejos de cómo hacer un trabajo que han hecho por años, donde se han transmitido los conocimientos por generaciones, y que llegue una mujer para decir: vamos a aplicar un microorganismo benéfico en el suelo y confíe en mí que esto va a resultar porque lo he probado en el laboratorio (risas). Primero por ser mujer y luego porque le digo que quite los productos químicos por algo biológico. ¡Ellos pensarán que claramente estoy loca".
- Y cuándo logran confiar ¿cómo es?
- ¿Cuál es la línea de investigación que te satisface?
- Microbiología en general, cómo podemos aplicar microorganismos para poder producir alimento de una manera sustentable, sostenible y amigable con el medioambiente. Actualmente los químicos se utilizan mucho, pero sí creo que tenemos un gran potencial porque Chile tiene barreras naturales, como la cordillera y el océano, por lo que tenemos menos enfermedades en los cultivos. Por otra parte, tenemos una tremenda variedad climática, condiciones extremas contrastadas, como por dos desiertos -uno cálido y uno frío- Atacama y la Antártica, o volcanes donde también hay microorganismos que pueden servir para aplicaciones biotecnológicas en la producción de alimentos.
- En una destacada carrera como académica, investigadora y habiendo recibido este importante reconocimiento de parte de FIA, ¿cuál sería tu legado?
- Dejar huella en los estudiantes. Sería aburrido hacer solo investigación. Yo creo que la magia de mi trabajo son los estudiantes. Cada uno es un mundo. Poder ser mentora y dejarles además de los conocimientos teóricos experiencia de vida, las vivencias por las cuales yo también pasé. Enseñarles que sí se puede, a pesar de las dificultades; creo que es muy importante la cercanía con los estudiantes. Dejarlos volar. A veces llegan con ideas súper locas, pero es importante no cortarles las alas. Me gusta dejarlos que vuelen, dejarlos que sueñen. En la parte familiar hacer que mis hijos sean buenas personas, ya lo son, pero espero conserven los valores por toda su vida.
- Más allá de este premio importante que has recibido, ¿cómo esperas que te recuerden?
- Claramente, por los detalles, por los estudiantes, por las vivencias y las personas. Ayer me llegó un ramo de flores de un estudiante, Anakim ( a quien le cuidé el gato "amoniáco" durante la pandemia) y dice textual: "Muchas gracias por su labor de docente, amiga y hasta madre de esta mente tan dispersa. El mundo necesita más mujeres líderes como usted". Estas son las cuestiones que te dejan. Más que un galvano o un premio nacional. Mi sueño es al irme de aquí dejar huella en los estudiantes, en mi familia y en quienes se crucen en mi vida, motivar que cuando se tiene un sueño que deseas en lo más profundo, se puede conseguir. Fui hija de escuelas numeradas y de familia monoparental, fui madre adolescente, a pesar de todo obtuve el mejor promedio académico en la universidad y pude hacer un doctorado en el extranjero. Ahora, mis niños están grandes, el mayor ya se fue de casa, me volví a encontrar con un amor del colegio con quien estoy casada y es el mejor compañero, tenemos 6 gatos y 4 perros, miro hacia atrás y el tiempo pasó rápido; puedo decir que soy una mujer realizada tanto personal como profesionalmente.
Paola es ingeniera agrícola de la Universidad de La Frontera, magíster en Agricultura Ecológica y doctora en Biología Vegetal de la Universidad de Barcelona. Actualmente, trabaja en el Núcleo Científico en Biorecursos (BIOREN). Su interés por la agricultura orgánica nació mientras realizaba su práctica profesional. "Un tractorista se intoxicó con un producto químico que estaba aplicando. Se desmayó y yo estaba sola con él. Me di cuenta que estaba intoxicado con el producto que estaba aplicando. Fui corriendo a buscar el bidón y vi lo que contenía. Esa fruta iba próxima la cosecha y pensé, si ese hombre se intoxica porque está aplicando el producto, qué pasa con nosotros que lo estamos comiendo. Ahí nació mi interés por la agricultura orgánica".
"Mis preguntas eran qué estamos comiendo, qué estamos aplicando en el suelo, ¿qué pasa con la bioacumulación? Porque de pronto puedes comer algo que en el momento no es importante, pero qué sucede si eso se va acumulando en el cuerpo a medida que pasan los años".
Con el afán de buscar respuestas, Paola postuló a una beca de la Agencia de Cooperación Española y realizó su magíster y posteriormente su doctorado. "Estuve ocho años en Barcelona. Tenían muy desarrollada la agricultura orgánica mientras acá no había mucho conocimiento, en el año 2003. Luego, en 2012 volví a Chile para trabajar en la misma universidad en la cual me formé".
- Cuando después se abren y toman confianza es muy lindo porque ya es como ¡ponga lo que quiera en el suelo! Y están las señoras esperándote con el pancito amasado, la gente en el campo es muy cariñosa. Yo creo que tenemos mucho que aprender de ellos y les debemos respeto. En realidad los últimos proyectos que he desarrollado han sido en base de conocimiento de pequeños agricultores. Por ejemplo, estamos estudiando el efecto de técnicas ancestrales como el monocultivo (sin rotación de cultivos), en la obtención de inmunidad a diferentes enfermedades y hemos tenido resultados muy bonitos, de hecho, hemos adjudicado recientemente un proyecto Anillo de la ANID (Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo).