"El impacto en la familia es mucho más trascendente en esta escuela"
Llegar con educación a los niños, niñas y jóvenes que por distintas razones de salud no pueden asistir a un colegio y requieren un trabajo que trascienda el formato a distancia, es el objetivo de este singular proyecto educativo. Así lo comenta la arquitecta y encargada de comunicaciones que se unió a este equipo humano que conjuga el aporte de diversos profesionales, quienes comienzan un nuevo año con el deseo de responder de mejor manera a sus estudiantes.
Enamorada de un trabajo que no solo le permite desplegar sus capacidades, unir fuerzas con otros profesionales, sino también ponerse al servicio del bienestar de un grupo de 35 niñas, niños y jóvenes, está la arquitecta y encargada de márketing temuquense, Magdalena Sapunar, que luego de vivir diez años en Santiago regresó a la Región para comprometerse con el presente y futuro de la Escuela Hospitalaria de Galvarivo, una suerte de colegio sobre ruedas que lleva a estudiantes de sectores urbanos y rurales algo más que libros y pruebas.
Entusiasmada por haberse unido a un "equipo pequeñito", pero empeñoso, Sapunar comparte cómo es el trabajo de este singular proyecto que no discrimina domicilio ni condición social, y cuán transformadora es la experiencia para los distintos grupos familiares que forman parte de ella.
LLEGADA
- ¿Por qué una arquitecta deriva al ámbito de la educación y de la ayuda social?
- Esto surge cuando me invitaron a colaborar en la Fundación Crecer con Todos. Ahí me empecé a enamorar de este servicio y de lo importante que es. Yo tuve la suerte de recibir una educación súper completa y, de pronto, me encuentro con otra realidad, con una crisis educacional y no en cuanto a si los niños están leyendo o no, sino en un sentido mucho más amplio. Hace poco leía en el diario que la desescolarización está en un peak, lo que no sucedía hace muchos años. Por ello me introduje igual en el márketing, para adquirir herramientas destinadas a apoyar este tipo de iniciativas, especialmente en la difusión y, sobre todo, aquella que no signifique gastos para una entidad como esta.
- Trabajaste con una fundación, pero hoy - al parecer - concentras tus esfuerzos en apoyar el trabajo de la Escuela Hospitalaria de Galvarino, que es una de las seis de este tipo que existen en La Araucanía. ¿Qué te trajo a este proyecto? Y ¿qué te emociona de él?
- Cuando supe que no continuaría en la fundación me propuse encontrar un nuevo espacio laboral que motivara internamente como venía ocurriendo, que significara trabajar y ayudar a la vez. Así, empecé a moverme y a ver donde necesitaban ayuda. Llegar a la Escuela Hospitalaria de Galvarino ha sido más bien una oportunidad para mí, la oportunidad de hacer algo positivo, hacer un aporte mucho más profundo a la sociedad. Conocer este proyecto me impresionó muchísimo. Antes no sabía de la existencia de este tipo de escuelas, las que se ocupan de escolarizar a niños, niñas y jóvenes que por distintas razones no pueden salir a estudiar, y donde se puede trabajar coordinadamente con médicos para que haya derivaciones a estas iniciativas. Hoy, lo veo como un tremendo desafío. Creo que hay muchos niños que lo necesitan y, a veces, es difícil conseguir que las personas tomen consciencia de este trabajo. Pero ahí estamos, esforzándonos para llegar a quienes necesitan esta escuela.
A DOMICILIO
- ¿Cómo funciona la escuela hospitalaria? ¿Qué tipo de educación ofrece y a quiénes está dirigida?
- Creo que una de las mejores definiciones para describir es esta experiencia es presentarla como una 'escuela sobre ruedas'. Hoy existen escuelas hospitalarias en La Araucanía y otras regiones del país, y se sabe que la primera data del año 1960, en Concepción. Movidos un poco por la pandemia, un grupo de jóvenes profesionales observó que la modalidad remota no era la mejor para las niñas y niños que estaban postrados por distintas razones, y que la solución era una escuela a domicilio. Así empezaron a estudiar cómo convertir la escuela intrahospitalaria en una a domicilio y que fuera gratuita, con subvención del ministerio de Educación. Así que este proyecto nace en pandemia para asegurar los estudios. Hoy, nuestra escuela trabaja con alumnos de 4 a 26 años de edad, que pueden inscribirse en cualquier momento del año. Están quienes toman clases todo el año y quienes están temporalmente alejados del sistema tradicional mientras se recuperan. Ese es uno de los objetivos. También se trabaja con niños y niñas cuya condición de salud no es transitoria . Allí la formación que se les entrega es mucho más a la medida de sus necesidades, la cual integra herramientas para desenvolverse mejor en la vida diaria.
- ¿Qué efectos tiene en los estudiantes un proyecto educativo de esta naturaleza?
- En este momento, la escuela de Galvarino cuenta con 35 alumnas y alumnos de sectores urbanos y rurales. Creo que lo principal a destacar es el resultado que la escuela consigue a nivel familiar. El impacto en la familia es mucho más trascendente, creo yo, porque ha habido chicos que a través de técnicas como el pestañeo han conseguido comunicarse con su madre. Entonces, el cambio en la calidad de vida que se puede lograr es bastante grande. Ahora, también existe otro grupo importante, que son alumnos que no imaginaban que podían insertarse en el sistema educativo y que mañana perfectamente podrían optar por la educación superior.
- ¿Quiénes forman parte de este equipo de trabajo?
- Somos un equipo pequeñito, pero en crecimiento. Los fundadores, casi todos, son personas del área de la salud. Hoy, el director administrativo es el ingeniero civil industrial Manuel Farfán; la directora técnica es la educadora de párvulos Blanca Villagrán; el encargado de innovación es el odontólogo Nicolás Astete; la educadora hospitalaria es la educadora diferencial Viviana Gallardo; la asistente de la educación es la técnico en educación de párvulos Cecilia Rebolledo, y estoy yo como asesora comunicacional. Se trata de personal rentado, pero con una tremenda vocación de servicio.
CONTACTO
- ¿Los recursos están asegurados?
- Los recursos para entregar educación están asegurados por el Ministerio de Educación y hasta aquí funcionamos bien. Ahora, la escuela se esfuerza por hacer un acompañamiento mayor y en esa línea trabajamos para aportar canastas familiares, por ejemplo. Para esto, nuestra idea es que si personas particulares o alguna empresa se quiere sumar con apoyo lo hagan con total libertad. Hoy, son 15 los estudiantes que están recibiendo canastas familiares. De la misma forma, alguna vez pudimos entregar tablets. Siempre estamos tratando de buscar dónde brindar más ayuda.
- ¿Cómo los pueden contactar?
- Estamos en redes sociales. Estamos en Instagram bajo el nombre de escuela_hospitalaria_galvarino, y tenemos un correo electrónico habilitado, es escuelahospitalariagalvarino@gmail.com. Finalmente, nuestro mensaje es que a lo que aspiramos es a entregar una educación para todos los niños que lo requieran, no importa la condición social ni la ruralidad. Lo único que se requiere es un certificado médico y estar dentro del rango de los 4 a 26 años de edad.
"Ha habido chicos que a través de técnicas como el pestañeo han conseguido comunicarse con su madre. Entonces, el cambio en la calidad de vida que se puede lograr es bastante grande. Ahora, también existe otro grupo importante, que son alumnos que no imaginaban que podían insertarse en el sistema educativo y que mañana perfectamente podrían optar por la educación superior".