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¿Dónde queda la soberanía chilena?
Es de público conocimiento y así lo hemos venido denunciando por más de 40 años, que Chile es uno de los países con más elevados precios en los medicamentos especialmente los de marca.
Las causas son varias, pero especialmente porque nos hemos convertido en un país dependiente de lo que nos ordenan la EMA y la FDA, ambas agencias sanitarias de países donde se ubican las mayores compañías farmacéuticas, muchas de ellas con políticas de precios que rayan en el abuso, me refiero a Europa y Estados Unidos.
Salvo Estados Unidos, donde los grandes abusos se esconden tras la fachada del pago vía seguros médicos (sin ellos los medicamentos son impagables), en la Comunidad Europea o países vecinos a esta, cientos de medicamentos de marca elaborados por los mismos laboratorios que los comercializan en Latinoamérica, estos medicamentos poseen valores diez y más veces menores.
En general, las Agencias Sanitarias de "alto nivel" regionales, como nuestro ISP, se han dedicado más a cuidar los intereses de las grandes compañías farmacéuticas, en vez de buscar soluciones a las reales necesidades de millones de ciudadanos latinoamericanos, imposibilitados de acceder a sus medicamentos, debido al elevado precio impuesto por estas compañías.
Existen fórmulas prácticas y fáciles de implementar si existiese la voluntad política de llevarlas a cabo, las hemos puesto en Chile desde hace años en conocimiento de los gobiernos de turno, ministros de Salud, legisladores, etc., siendo a la fecha imposible superar el lobby farmacéutico que domina las políticas públicas en la materia.
Al parecer todos nuestros gobiernos, indistintamente su color político, no tienen el valor de acabar con tantos abusos producto de la acción depredadora de la gran industria farmacéutica y las agencias de medicamentos de sus países de origen. Nunca seremos soberanos en salud, seguiremos por siempre siendo un "país buzón" de la EMA y la FDA, tal como lo ha señalado un importante legislador chileno.
Nuestros enfermos continuarán sufriendo y pagando las consecuencias.
Daniel Zapata Zapata
Bosques y salud
Los bosques han sido por mucho tiempo fuente de inspiración y creatividad. Estudios más recientes han demostrado que una interacción directa con los bosques puede llegar a disminuir significativamente los niveles de cortisol en el ser humano, un indicador hormonal de estrés. Cada tipo presenta características y propiedades únicas. La investigación científica en los bosques ha logrado dilucidar nuevas fuentes de alimentos, medicamentos y desarrollos biotecnológicos de impacto mundial. En resumidas cuentas, este ecosistema natural es algo más que simplemente árboles y producción de madera.
Hoy por hoy, es frecuente escuchar los devastadores efectos del cambio climático en nuestro planeta. La deforestación de los bosques ya sea por propósitos comerciales-industriales y/o por expansión urbana, sumada a las extensas áreas de incendios forestales a las que hemos estado expuestos, puede recrudecer aún más la crisis climática que estamos experimentando. En este sentido, un amplio repertorio de estudios ha demostrado el impacto positivo que tienen en la captura de dióxido de carbono, la retención de agua y en la regulación del tiempo atmosférico. Los bosques, por tanto, podrían intervenir directamente en tres variables claves en las que se sustentan el cambio climático.
No obstante, las perturbaciones de las zonas boscosas pueden incrementar potencialmente otros tipos de problemas, incluso algunos difícil de estimar. Por tanto, promover todo tipo de políticas tendientes a resguardar y mantener la integridad de los bosques y sus propiedades, así como regular la interacción con el ser humano, son pilares fundamentales para la sustentabilidad de estos ecosistemas.
Julio Retamales, académico investigador del Instituto de Ciencias Naturales UDLA Sede Viña del Mar
Cambio de horario
Estamos completamente de acuerdo en la necesidad de mantener un solo huso horario durante todo el año a fin de evitar los efectos adversos sobre todo en niños, niñas, adolescentes, personas con discapacidad y personas mayores.
Por esta razón el gobierno debe abrirse a generar una instancia de diálogo, convocando a diversos actores y especialistas, para sentarlos en una mesa técnica que facilite la toma de decisiones, mediante evidencia y datos, respecto de cuál es el mejor huso horario para nuestro país. Ahí se deberán contrastar los argumentos, a favor y en contra, de mantener el horario de verano o invierno, dependiendo de si la mirada es médica, de seguridad, de recreación/esparcimiento, ahorro de energía, entre otros.
Sin duda alguna, tener un horario permanente evitaría trastornos de sueño, ansiedad, problemas de salud mental, desorientación en personas mayores y algunas enfermedades asociadas, por lo que es importante decidir esto a la brevedad. Celebramos la apertura del Ministerio de Salud a este debate que debemos resolver, por el bien de la población, a la brevedad.
Karla Rubilar Barahona, académica Universidad Autónoma