Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Cartelera y Tv

Crecen diferencias por ley corta de isapres y Aguilera no da fecha

SALUD. La ministra expuso ante la Comisión del Senado pero no entregó datos clave como plazos y montos. Iván Flores (DC) apuntó a discrepancias dentro del Gobierno.
E-mail Compartir

El Austral

La ministra de Salud, Ximena Aguilera, se había comprometido a presentar en marzo la ley corta de isapres, con montos y plazos, para buscarle una salida a la crisis de las aseguradoras privadas de salud luego de que la Corte Suprema las obligara a aplicar la tabla de factores y devolver el dinero cobrado en exceso a sus afiliados. Sin embargo, ya se acerca el final de abril y no hay noticias de una luz verde para la iniciativa. O más bien las novedades que hay apuntan a que no habrá una solución pronta.

En medio de cuestionamientos al respaldo político con el que cuenta en el Gobierno, la secretaria de Estado asistió ayer a la Comisión de Salud del Senado para exponer sobre los principales lineamientos de este proyecto, pero declinó dar una fecha para su presentación.

Si bien la demora del ingreso del proyecto tendría múltiples factores, entre ellos la priorización de la agenda de seguridad tanto para el Ejecutivo como para el Congreso, también se ha hablado de un quiebre al interior de La Moneda respecto a la propuesta que habría impulsado Aguilera.

El senador Iván Flores (DC) apuntó a que "al parecer habría diferencias entre la postura del Ministerio de Salud y el propio Gobierno. Ojalá que el Gobierno se ponga de lado del ministerio porque hemos logrado tener respuestas al interior del propio sistema que apuntan a la dirección".

Uno de los principales conflictos habría sido en torno el porcentaje que la cartera calculaba para eximir de pago de estos cobros en exceso a las aseguradoras de salud: según cálculos preliminares en el peor de los escenarios, las aseguradoras deberían devolver 1.400 millones de dólares, cifra que la nueva propuesta bajaba este monto a 140 millones de dólares.

Hay respaldo

En declaraciones recogidas por Emol, la ministra sostuvo que la demora "no se debe a diferencias al interior del Ejecutivo" y recalcó que "nosotros estuvimos trabajando todo el verano y las isapres congelaron su participación en la mesa. Mientras tanto, nosotros seguimos trabajando para la implementación del fallo. En un momento, pidieron volver a la mesa, ahí hicieron sus planteamientos y los estuvimos evaluando. Sin embargo, lamentablemente, jurídicamente llegamos a la conclusión de que no tienen sustento desde el punto de vista de darle cumplimiento al fallo".

La postura de Aguilera fue respaldada por el senador Juan Luis Castro (PS), presidente de la Comisión de Salud, quien aseguró que cuenta con el respaldo del Ejecutivo: "En las conversaciones, incluso el jefe del segundo piso de La Moneda, Miguel Crispi, estuvo presente y ha respaldado la gestión de la ministra. Descarto fisuras y quiebres".

Carlos Peña

Caso del profesor Campos

E-mail Compartir

El profesor Roberto Campos, enseña o ha enseñado, matemáticas; pero no es conocido por sus habilidades pedagógicas o sus logros docentes en la sala de clases.

Nada de eso.

Se ha hecho famoso porque en el año 2019 pateó, hasta destrozar, unos torniquetes en el metro. Y ahora está con arresto domiciliario porque se le sorprendió rayando -ensuciando sería más fidedigno- las paredes de la Iglesia de San Francisco.

Su caso parece una muestra exagerada o una expresión más de lo que está ocurriendo en el sistema educativo desde hace ya bastante tiempo, como la violencia escolar en los establecimientos y la crisis de autoridad en las salas de clases. Lo que parece ocurrir es que hoy casi nadie -ni siquiera el ministro de Educación a juzgar por sus declaraciones frente a ese hecho- recuerda en qué consiste educar.

La educación es una actividad de transmisión cultural que descansa en la confianza y en la autoridad de los profesores. En este sentido la educación más que requerir de un cambio de paradigma, necesita recuperar su sentido tradicional (de tradere o traditio, entregar, entrega): ella es la entrega reflexiva que una generación hace a otra de aspectos relevantes de la cultura, una cultura que hace que valoremos ciertas cosas y tengamos propensión a comportarnos de una cierta manera y no de otra. El profesor o profesora es quien posee o porta esa cultura y luego la entrega mediante la enseñanza a otros. Sin esa dimensión, sin esa conciencia de la dimensión tradicional que posee, el quehacer educativo se transforma en una mera instrucción, en simple entrenamiento que deja la subjetividad de los estudiantes al garete. Así, para que ese proceso de transmisión cultural sea exitoso se requiere de modelos que las nuevas generaciones tengan como guía, como ejemplos de algo digno de ser imitado. De ahí que desde antiguo la educación se ha presentado también como una actividad mimética, imitativa.

Se comprende entonces que para que la actividad educativa funcione y tenga éxito (para que, junto con el aprendizaje de habilidades para el trabajo, se adquiera una cierta orientación normativa común) es imprescindible que quienes la ejecutan exhiban ciertas virtudes básicas, ciertos modos de comportamiento que son indispensables para la vida colectiva, cierta contención del ánimo o de los impulsos, puesto que en esto consiste justamente ser educado. Esto no tiene nada que ver con las convicciones morales o políticas de los profesores, puesto que estas virtudes son relativas no a los ideales en los que se cree sino al modo de perseguirlos o impulsarlos. Una persona educada no se caracteriza por lo que piensa, sino por la forma en que lo expone y lo promueve.

Esa es la razón de por qué la actitud de Roberto Campos resulta tan sorprendente, tan escandalosa. Vemos en él de pronto, como en un ejemplo personalizado, un sistema o una práctica escolar que perdió su sentido. Y esa es la razón también de por qué las declaraciones que formuló a propósito de este hecho el ministro de Educación suenan pobres y deslavadas, anémicas, porque se oyen como si él no advirtiera que entre el acto de ese profesor y los overoles blancos en La Alameda hay un vínculo que es resultado, entre otras cosas, del olvido acerca de lo que significa educar.