Buenos Aires
Por estos días me encuentro en Buenos Aires invitado a la 47° Feria Internacional del Libro, una de las más grandes de habla hispana y que se desarrolla en el bello barrio de Palermo. No es la primera vez que me presento en esta feria. He estado en varias ocasiones, tres si mal no recuerdo, desde la presentación de la edición argentina de "Solo por ser Indios" (2015). En aquella ocasión mi obra aterrizaba por primera vez en Argentina y llenamos la sala para cien personas que me asignaron. No sabía cómo resultaría eso y reconozco estaba aterrado. Pero fue un éxito. Desde entonces guardo por esta feria un especial cariño. Y ello pese a los sentimientos encontrados que desde la primera vez también me ha generado.
Pasa que el evento se desarrolla en el tradicional recinto ferial de La Rural, el salón de exposiciones de la todopoderosa Sociedad Rural Argentina. El dato, quizás menor e irrelevante para otros, no lo es en absoluto para mí que escribo de historia. La Rural, como se la conoce, fue una de las grandes instigadoras en el siglo XIX de la invasión del territorio mapuche trasandino. Hasta se podría decir que nació para ello: de la necesidad de los principales hacendados y terratenientes bonaerenses de apoderarse de las tierras mapuche al sur de dicha provincia. Los hacendados, para modernizar su actividad y diversificar la producción ganadera, y los terratenientes para su explotación agrícola. Y así lo hicieron, repartiéndose más de 40 millones de hectáreas mapuche tras la mal llamada "Conquista del Desierto" (1879-1885). Solo agregar que hasta los caballos del Ejército Expedicionario del general Julio Roca habían sido donados por La Rural. Otro de sus objetivos era incidir en la política nacional y vaya si también lo lograron: presidentes, ministros, embajadores y lo más granado de la élite política bonaerense han sido socios de La Rural a lo largo de sus más de 150 años. Un verdadero poder en las sombras. De allí mis sentimientos encontrados.
Pero La Rural y su historia no es el único cruce entre la feria del libro y el devenir mapuche que se me viene a la mente por estos días. También lo es la novela "El desierto invisible", del escritor argentino Miguel Gaya, flamante ganadora del prestigioso Premio Clarín Novela y una de las grandes novedades de la presente edición de la feria. La novela, una ficción histórica, aborda uno de los grandes temas de la literatura argentina: el desierto del que habla gran parte de la historiografía argentina, pero que Lucio Mansilla, en su excursión a los ranqueles, descubre como una tierra adentro llena de tolderías mapuche, es decir, de mucha y buena vida. En su novela Gaya se remonta a ese desierto, a esa frontera, a ese "territorio indio" donde fueron a refugiarse los personajes de Martín Fierro, territorio de batallas, de malones, pero también de negociaciones y alianzas entre las jefaturas mapuche y los más importantes caudillos trasandinos del siglo XIX.
Qué importante es que una novela que trata del pueblo mapuche sea una de las protagonistas centrales de la presente feria del libro bonaerense. Y lo es porque la negación de nuestra historia sigue siendo una constante en esta Argentina blanca que desciende de los barcos. Hace poco Mendoza fue noticia nacional al votar su Cámara de Diputados provincial una resolución donde se declara, en simple, que "los mapuches no deben ser considerados pueblos originarios argentinos". ¡Qué atrevida es la ignorancia! Habrá que mandar a leer a esos diputados. Urgente por favor.