Pongamos sentido de urgencia a la prevención del consumo de alcohol y drogas en contextos laborales
A menudo tendemos a responsabilizar a las personas, pero lo cierto es que la realidad del consumo de alcohol y drogas es multifactorial y nos invita a ver esta problemática con una mirada más amplia fortaleciendo, sobre todo, la prevención de riesgos y poniendo en alerta no solo a los trabajadores sino también a los líderes de empresas e instituciones frente al aumento de este fenómeno en el mundo laboral.
El consumo de alcohol y drogas afecta nuestras funciones cerebrales desde las primeras dosis, lo que se traduce en alteración de la coordinación de nuestros movimientos, menor velocidad de respuesta ante los estímulos y desinhibición de nuestra conducta, entre otros efectos. Éstos desaparecen paulatinamente, dependiendo de la cantidad que hemos consumido y del tiempo que llevamos utilizando estas sustancias, que en algunos casos son horas y en otros días, afectando nuestro desempeño por ese periodo.
Estas consecuencias, provocadas por el alcohol y las drogas, se han transformado en un importante problema en contextos laborales, afectando el desempeño, la conducción de vehículos o maquinarias, la reacción frente a emergencias, la toma de decisiones y la relación con las personas que nos rodean. Todos estos efectos constituyen riesgos potenciales de accidentes en el trabajo, pero que además se extienden a la vía pública, relaciones interpersonales e incluso nuestro hogar, incluyendo conductas agresivas.
Si bien los mayores esfuerzos de prevención y difusión se concentran en prevenir el consumo con el objetivo de evitar la dependencia, es de suma importancia señalar que el consumo esporádico o puntual de alcohol, drogas o medicamentos sedantes -aún en ausencia de una dependencia- también nos expone a riesgos de accidentes o conductas problemáticas que pueden tener graves consecuencias.
Las cifras de accidentes, secuelas graves, muertes y pérdidas económicas, asociadas a eventos provocados bajo el efecto de sustancias, muestran la severidad de la situación. Entre un 25 y 30% de los accidentes laborales se relacionan al consumo de alcohol y/o drogas, los que afectan tanto a quien las consume como a terceros, incluyendo graves lesiones e incluso la muerte.
Por esta razón, cabe una importante responsabilidad de los diversos actores del mundo laboral, enfatizando no solo en los trabajadores afectados directamente o potencialmente afectados, sino también de quienes lideran las empresas e instituciones para implementar y profundizar las políticas y programas de prevención del consumo de sustancias. Esto puede materializarse a través del control en recintos de alto riesgo de accidentabilidad, pero también favoreciendo planes educativos y espacios para el apoyo de trabajadores y trabajadoras afectados, lo que se traducirá en menor accidentabilidad, bienestar y mejor calidad de vida.
El consumo de alcohol y drogas en el ámbito laboral nos expone a importantes riesgos de accidentes y lesiones a todos. Por eso, no solo debemos poner énfasis en los trabajadores afectados por este problema, sino promover lugares de trabajo en los que predomine una mirada desde el bienestar, poniendo como desafío -a empresas e instituciones- la prevención como una herramienta clave para disminuir riesgos, evitando así un impacto negativo tanto en quien consume, como en su familia, compañeros de trabajo y todo su entorno.