"La primera recomendación es conservar la calma y entender que el Villarrica es un macizo volcánico de 680 mil años que, si bien cuenta con la particularidad de tener un lago de lava que permanentemente sube y baja del cráter, lo que estamos viviendo forma parte de su proceso natural de vida. Por lo mismo, las medidas estipuladas por Sernageomin son acciones que todos quienes convivimos con el volcán más activo del país -y uno de los macizos más activos de Sudamérica- debiésemos tener ya incorporadas", indicó Rodrigo Garrido, director del Centro Interactivo Vulcanológico de La Araucanía (Civur) de la Universidad de La Frontera Campus Pucón.
Dado que las fases de decaimiento o incremento de la actividad al interior del macizo son poco predecibles y de tiempos variables, solo el estudio de la trayectoria del Rukapillán ha permitido establecer los diversos escenarios posibles. Por lo mismo, el Civur trabaja desde 2021 difundiendo el conocimiento vulcanológico, entorno natural y las áreas de riesgo del volcán Villarrica, lo que permite a la Ufro implementar su visión bidireccional hacia la concientización de las personas.
Generar conciencia
"Desde la academia nuestro aporte debe ir más allá de lo formativo, ya que desde la generación y creación de conciencia todos estamos invitados a participar. Como institución formamos parte de la Corporación de Turismo, donde todos coincidimos en que hay que transmitir tranquilidad, centrar la conversación en lo estrictamente técnico y sobre la base de la evidencia existente. Pucón vive del turismo, por lo que no podemos caer en la desesperación, ya que el impacto social es enorme", destacó Garrido.
Dada la incertidumbre y la alta difusión de la alerta naranja, el geólogo de Civur Nicolás Mendoza señaló que la ansiedad experimentada por la población se debe -en gran medida- a la desinformación, ya sea por la viralización de teorías no oficiales como por desconocimiento en torno a la convivencia con un volcán activo. Por lo mismo, recalca, es primordial que tanto residentes como visitantes de la zona se informen para entender el funcionamiento e historia del Villarrica, identificando aquellos peligros geológicos y zonas de mayor riesgo para crear sus planes de evacuación.
"Desde la pandemia la población cercana al volcán Villarrica, al menos, se duplicó. Vemos a familias instaladas en zonas de peligro volcánico como cauces o valles. A esto se suma a falta de información entre los mismos lugareños, ya que el último evento que causó pérdida de vidas y daños significativos fue hace más de 50 años (1971), por lo que hablamos de personas que no conservan recuerdos ni memorias de los efectos concretos de una erupción", enfatizó Mendoza.
Peligros de la ceniza
Entre los peligros de la ceniza, el geólogo señala que el mayor problema es su acumulación en los techos, ya que, al llover, éstos aumentan su peso considerablemente, lo que acrecienta el riesgo de derrumbe. "Asimismo, la exposición prolongada tendría un mayor impacto en adultos mayores, niños o personas con enfermedades respiratorias crónicas. Es más recurrente la irritación de ojos o al respirar, por lo que el uso de la mascarilla y lentes es de gran ayuda", sentenció.
"Desde la pandemia la población cercana al volcán Villarrica, al menos, se duplicó. Vemos a familias instaladas en zonas de peligro volcánico como cauces o valles".
Nicolás Mendoza,, geólogo Civur