Recientemente la Fundación Pontificia "Ayuda a la Iglesia Necesitada" publicó un completo informe acerca del estado de la libertad religiosa en el mundo, incluyendo a todas las creencias, también a las que no son cristianas.
Llama la atención el hecho de la disminución del respeto del derecho de toda persona a profesar libremente sus creencias religiosas. Esta falta de respeto procede en muchos casos de los gobiernos, pero también de grupos o individuos, como es el caso de terroristas o de atentados incendiarios a templos perpetrados por una sola persona. Los datos aportados por este informe señalan que, de un total de 196 países, 61 países impiden gravemente la libertad religiosa.
La persecución puede ser cruenta, como es el caso del yihadismo, que permanentemente acosa a los cristianos incendiando sus templos, poniendo bombas mientras se celebra la Misa o asesinando a los fieles en cualquier circunstancia. En nuestro Continente está el reciente caso del encarcelamiento del Obispo Rolando Álvarez, en Nicaragua, o la quema y vandalización de templos en Chile.
Pero también hay una persecución solapada, a través de leyes que castigan convertirse a la fe cristiana o que premian con beneficios económicos, sociales y políticos a quienes se convierten al islamismo, por ejemplo.
En el mundo occidental esta persecución solapada se da a través de la "cultura de la cancelación". Esto significa el ataque sistemático a los creyentes que manifiestan posturas distintas a las oficiales y la elaboración de leyes que castigan a quienes emiten ideas contrarias a las postuladas por las ideologías de moda.
Frente a esta realidad, los gobiernos y los organismos internacionales, que condenan enérgica y sesgadamente algunas de las violaciones a los derechos humanos, no reaccionan como deberían cuando se trata de la violación del derecho a profesar libremente la religión.
Hay que conocer la realidad de la persecución religiosa en el mundo, orar por los cristianos perseguidos a causa de su fe y, según las posibilidades de cada uno, ayudar a paliar esta situación. Un modo concreto de hacerlo es tomar contacto con "Ayuda a la Iglesia Necesitada" y aportar económicamente.
En muchas partes, en un contexto de guerras y cruentas persecuciones, todas las instituciones se ven obligadas a huir, pero permanece la Iglesia porque está del todo arraigada en la población del lugar, es parte de ella, de su historia y de su cultura. Esta permanente presencia de la Iglesia hace que muchas veces, en momentos críticos, "Ayuda a la Iglesia Necesitada" sea la única institución capaz de canalizar alimentos y medicinas donados de todas partes del mundo para ir en socorro de las víctimas, sean ellas católicas o no. Para mayor información se puede ingresar a ACN Chile.