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Derecho a la salud: otra oportunidad perdida
El borrador constitucional consagra el derecho a la protección de la salud, tanto física como mental. Esto implica que el Estado debe asegurar un acceso equitativo y oportuno a medidas de promoción, prevención, recuperación y cuidado de la salud, además de la rehabilitación a lo largo de la vida. Asimismo, se prevé la creación de un plan de salud universal, que será definido por Ley.
Lo esencial de la propuesta constitucional radica en su amplitud y modernidad en la comprensión de los desafíos que el Estado debe asumir para cumplir con estos derechos.
Sin embargo, a continuación, se añaden algunas definiciones sobre quiénes deben proporcionar los servicios de salud, cómo se financiarán y cómo se organizará este sistema. Este añadido podría haberse reducido sustancialmente, pues estos detalles son asuntos que deberían abordarse en leyes, lo cual dejaría más margen para el debate democrático en el Congreso y permitiría definir el modelo de salud del país según las mayorías que se den en el tiempo.
Lamentablemente, se ha perdido otra oportunidad de lograr consenso sobre este derecho fundamental. Además, se podría haber cumplido con el principio de construir una casa para todos: aquellos que apoyan un sistema mixto amplio en el que se ejerza la libertad y aquellos que abogan por un sistema único de salud de carácter estatal.
Es importante recordar que en el proceso anterior se intentó hacer lo mismo cuando la izquierda quiso anclar en la Constitución un modelo de sistema de salud único de carácter público, lo cual fue claramente rechazado por la ciudadanía.
Siendo un derecho fundamental importante, el agregado sobre financiamiento, funcionamiento y operación podría haberse evitado, logrando así una Carta más breve, inclusiva y beneficiosa para la democracia de nuestro país.
Héctor Sánchez, director ejecutivo Instituto de Salud Pública Unab
Lo mismo, pero más barato
Una cadena de farmacias utiliza este eslogan para promocionar el uso de medicamentos genéricos bioequivalentes, que tienen el respaldo de calidad, seguridad y eficacia de la autoridad sanitaria, y por su naturaleza de carecer de una marca comercial, no sólo aquí en Chile, son más baratos que las versiones originales.
Ya entrando en la medicina del futuro, son los medicamentos biológicos los que buscan entregar respuestas sanitarias a múltiples enfermedades que antes estaban fuera de nuestro alcance. Es este arsenal farmacológico que puede y debe estar al alcance de nuestros pacientes, tanto en patologías de alto costo como lo son aquellas en la Ley Ricarte Soto; también en las de alta prevalencia como son las enfermedades crónicas. Sin embargo, si no buscamos las opciones más eficientes desde el punto de vista financiero, ponemos en riesgo la sostenibilidad del sistema y, por lo tanto, el entregar respuestas sanitarias a precios asequibles a los pacientes que así lo requieren.
Los biosimilares son, y serán, claves en la siempre vigente lucha por la eficiencia y sostenibilidad de los sistemas de salud, siendo los mejores aliados si deseamos que la Ley Ricarte Soto pueda mantenerse en el tiempo, e idealmente siga sumando pacientes y soluciones para miles de familias que buscan una luz de esperanza entre precios prohibitivos para sus bolsillos, pero que a su vez, tampoco pueden poner en riesgo los sistemas sanitarios que abarcan a millones de compatriotas.
Si al calcular los ahorros potenciales con el uso de biosimilares, la respuesta es un porcentaje importante de leyes vigentes o incluso el presupuesto para construir centros de salud, el no utilizarlos de manera decidida se transforma en una decisión, política, poco ética.
Buscar la eficiencia y la sostenibilidad es un imperativo ético que debe hacernos confluir como sociedad, no siendo una excepción el ecosistema sanitario.
Jorge Cienfuegos Silva, presidente Colegio de Químicos Farmacéuticos y Bioquímicos de Chile
Proyecto constitucional
¡Vaya paradoja! Si se aprueba el nuevo proyecto constitucional, gana la derecha y pierde la izquierda.
Y si se rechaza… gana la derecha y pierde la izquierda.
No suena lógico, pero lo es. Que sea bueno para el país, es otra cosa.
Rodrigo Hernando Díaz