En el ámbito laboral, la violencia de género se puede evidenciar en conductas "machistas", diferencias de remuneración por un mismo cargo, o incluso por discriminaciones asociadas al uso de derechos de maternidad, entre muchos otros. Estos problemas no solo afectan al empleo femenino, sino que también implican riesgos para la salud mental de las mujeres.

Este tipo de situaciones es en parte responsable del progresivo aumento de las licencias médicas por salud mental entre las mujeres. En el último estudio de salud mental realizado por Grupo Cetep, en el que se analizaron 192.000 casos entre los años 2013 y 2022, el 61% del total corresponde a licencias médicas de mujeres.

Una encuesta diseñada por Grupo Cetep para profundizar en esta problemática, preguntó a los participantes si consideraban que "el actual entorno laboral propiciaba un espacio seguro y libre de violencia de género para las mujeres". Un 45% de las personas señaló que "aún se requieren muchas mejoras al respecto", mientras que el 16% afirmó que todavía "existen problemas graves de género".

Según Claudia Barrera, médico psiquiatra y CEO de Grupo Cetep, todos somos responsables de prevenir y terminar con la violencia de género, detectando y eliminando las desigualdades de poder que nos rodean. Las empresas y organizaciones también deben trabajar por erradicar las malas prácticas a este respecto.

Pero aún más importante es que seamos activamente consientes de no traspasar nuestros sesgos culturales, que perpetúan las desigualdades de poder, y abren la puerta a la violencia de género, a las nuevas generaciones; ya que este factor será determinante para la salud mental del futuro.

Estamos en un punto de inflexión en las decisiones que tomamos como país para el futuro en materia de cambio climático. Los fenómenos naturales, asociados al cambio climático, son cada vez más severos y constantes, acercándose con fuerza a nuestra región, como los 58,5C de sensación térmica en Río de Janeiro este 14 de noviembre, o lo que está pasando en República Dominicana con las inundaciones. La actividad humana ha ido alterando nuestro entorno, consumiendo los recursos naturales a una tasa mayor de la que se regeneran, haciéndonos más susceptibles y expuestos a la variación del clima. Esta época geológica se conoce como Antropoceno, es decir, cuando el hombre y su actividad han tenido un impacto global a tal punto de reemplazar al Holoceno.

Se sabe que Chile es un país especialmente vulnerable al cambio climático y, por lo tanto, supone que debemos contar con potentes herramientas de toma de decisiones y planificación. También supone un desafío para los municipios y gobiernos regionales, que deberán priorizar los recursos para hacer frente a estos fenómenos climáticos. En este sentido, capacitarse y anticiparse son la clave para crear planes de acción globales y específicos para cada territorio.

Si bien tenemos la Ley 21.455, que es la Ley Marco de Cambio Climático, existe una importante brecha en materia de capacitación de los servicios públicos que tendrán que hacerse cargo de su implementación y ejecución, donde se pone como meta alcanzar la carbono neutralidad para 2050, reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia del país.

Por lo tanto, debemos entender que parte de la solución es contar con equipos con conocimientos básicos para implementar y hacer seguimiento a la Ley en regiones y en el país. Si no lo comprendemos de esa manera, nos quedaremos con un instrumento difícil de aplicar, sobre todo con las ambiciosas metas que se plantean. Es por esto que, como Instituto del Medio Ambiente de La Universidad de La Frontera, hoy, que celebramos 30 años trabajando e impactando positivamente en nuestro territorio regional y nacional, hemos sido testigos y agentes activos de cambio, en las diversas temáticas que involucra el gran desafío del cambio climático.

Desde esta experiencia estamos convencidos de que faltan estrategias basadas en resiliencia y circularidad. Existen necesidades de capacitación y la generación de más herramientas para los municipios, y, finalmente se debe incluir al sector privado y productivo, de modo de co-construir estrategias país y así enfrentar con un plan robusto y capaz, los desafíos que nos impone el futuro.

Gustavo Ciudad,

director del Instituto de Medio Ambiente