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El señor de las comunicaciones es "Hijo Ilustre" de Temuco

Con una historia de más de seis décadas en radio, prensa y televisión, este temuquense recibe en forma póstuma la máxima distinción de la ciudad. Su figura es recordada con respecto y cariño. Así ha quedado demostrado en la reciente gala aniversario en la que su único hijo, Julio Martínez Colina, recibió emocionado el que considera el premio más importante entregado a su padre.
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Una de las figuras destacadas de los últimos setenta años en la historia de Chile, sin lugar a dudas, es Julio Martínez Prádenas, periodista deportivo formado en la vieja escuela, cronista, columnista, rostro de televisión y voz característica de la radiodifusión chilena, que falleció el 2 de enero de 2008, pero que sigue vivo en la memoria colectiva. Prueba de ello es que el año pasado su huella fue honrada en el libro "Prohibido olvidarlo" (de Editorial Trayecto) y hace pocos días, el 23 de febrero, la ciudad de Temuco lo acaba de reconocer como uno de los suyos al otorgarle, en forma póstuma, la distinción "Hijo Ilustre" 2024.

Sorprendido, orgulloso e inevitablemente emocionado, al punto de lidiar con un "nudo en la garganta", su hijo, el concejal de Ñuñoa, Julio Martínez Colina, es quien recibe el galardón en la reciente gala aniversario y se atreve a establecer que este nombramiento está a la altura y tal vez supera el Premio Nacional de Periodismo que el respetado "Jota Eme" recibe en 1995.

"Para él habría sido tremendamente emocionante. Creo que habría estado emocionado y con él habríamos tenido algunas lágrimas, no quepa duda, aunque habría manejado muy bien las emociones. Yo me atreví a comparar esta distinción con el Premio Nacional de Periodismo por su valor y significado, porque en este reconocimiento hay un tema de raíz, así que él lo habría recibido muy bien", comenta su hijo.

Aún con el sentimiento a flor de piel, Martínez Colina afirma que su padre siempre se sintió sureño y siempre se reconoció temuquense, y su principal característica como persona lo confirmaba como tal, "porque él era un hombre cariñoso, querendón, que tenía tiempo y palabras para quien lo detuviera un ratito en la calle. Eso hacía muy difícil andar con él. Y bueno, acá en Temuco las personas que se me acercaron me lo corroboraron, porque el común denominador para él fueron las palabras: cariño y respeto", afirma su único hijo.

TRAYECTORIA

El nuevo Hijo Ilustre de Temuco nació en esta ciudad el 23 de junio de 1923, poco más de dos años después que sus padres, José Martínez Nogales y Julia Prádanos Rodríguez, se casaran en Santiago (1921) y eligieran la capital de la provincia de Cautín para emprender una vida en Chile en calidad de inmigrantes españoles, provenientes de Extremadura y Valladolid.

Dos años alcanza a vivir en este terruño sureño quien se convertiría en un señor de las comunicaciones. Durante su primera infancia, Julio Martínez Prádanos vive en una casa de la calle Manuel Montt cuyo sustento lo provée su padre a través de una camisería llamada "Blanco y Negro".

Dado que el negocio no anda bien, en 1925 la familia se muda a Santiago, donde don Julio recibe las primeras lecciones de su madre, quien le inculca el buen lenguaje y la afición por la música (llega estudiar piano y violín), y donde comienza a mostrar habilidades para las comunicaciones a su paso por el colegio San Pedro Nolasco, donde cada vez que puede se apropia del micrófono y escribe sus primeros comentarios deportivos para el diario mural, apoyado en su irrestricto seguimiento a la revista Estadio para la cual, años más tarde, trabajaría.

Tal como lo registran varios cronistas, entre ellos los que recogen su historia en la Asociación de Investigadores del Fútbol Chileno (Asifuch), Julio Martínez entra abruptamente al mundo laboral luego del fallecimiento de su padre, en 1941, producto de un cáncer gástrico. La situación orilla a su madre a empezar un taller de costura y a él, a abandonar sus pretensiones de estudiar derecho y a emplearse como secretario de su excolegio.

De su padre hereda el rigor del trabajo y la afición por el fútbol, y particularmente hereda una membresía como socia de la Unión Española (UE), la cual se materializa cuando apenas tiene 10 años.

Si bien su sueño siempre fue ser futbolista, con el paso de los años asume que nunca lo será por falta de cualidades en la cancha, y tal como se lo recomendara un viejo dirigente de Unión Española se dedicó a "otra cosa", sin alejarse del deporte.

Su entrada al mundo de las comunicaciones responde a un hecho anecdótico y oportuno. El 18 de septiembre de 1945 va a la radio Prat a buscar a su amigo Carlos Alberto Palma y en ausencia de los locutores oficiales que no habían llegado ese día a la hora del programa Clínica Deportiva, lo desafían a locutear, a lo que accede sin dudar. Media hora hablando de tenis, leyendo y comentando cables internacionales le valen una invitación de Carlos Cariola, director del programa, para unirse al equipo cuatro días más tarde, con sólo 22 años de edad.

A partir de entonces comienza una carrera imparable y llena de oportunidades gracias a sus capacidades, entusiasmo y profesionalismo. En radiodifusión, Martínez hizo historia en radio Prat, Agricultura, Corporación, Minería y Monumental. En prensa escrita prestó su pluma al diario La Hora, Las Últimas Noticias y La Segunda, sin dejar de mencionar la revista Estadio a la que se integra en 1950 para el Mundial de Brasil. Mientras que en televisión, su debut lo hace en Canal 13 en 1967 para levantar la recién creada área deportiva.

Aficionado al tango y a la bohemia, "Jota Eme" estuvo casado largos años con Norma González y tuvo un único hijo sanguíneo en una segunda relación amorosa con Fresia Colina Ilabaca.

Su trayectoria es reconocida en incontables ocasiones, entre las cuales destaca el Premio Nacional de Periodismo Deportivo (1970), Premio de la Real Academia de la Lengua (1988) y Premio Nacional de Periodismo (1995). A lo que se suma el hecho que en 2008, tras su muerte, el Estadio Nacional es rebautizado con su nombre y apellidos.

"Creo que habría estado emocionado y con él habríamos tenido algunas lágrimas, no quepa duda, aunque habría manejado muy bien las emociones. Yo me atreví a comparar esta distinción con el Premio Nacional de Periodismo por su valor y significado, porque en este reconocimiento hay un tema de raíz, así que él lo habría recibido muy bien".