En medio de una era digital donde la información fluye sin cesar, es difícil reconocer la confiabilidad de las fuentes, además, focalizar la atención entre un sin fin de estímulos y distracciones que compiten por nuestra atención. Los indicadores de lectura son deficientes, la comprensión lectora es baja y la cultura del libro lucha por mantenerse relevante en una sociedad que constantemente busca gratificación instantánea. En este panorama, el libro y la lectura surgen como una posibilidad de promover conocimiento, reflexión y diversidad cultural.
El fomento de la lectura tiene efectos positivos en diversos aspectos económicos, sociales y culturales. Por un lado, una población con mayores habilidades lectoras está mejor preparada para enfrentar los desafíos del mundo laboral contemporáneo, caracterizado por la demanda de habilidades cognitivas complejas y la necesidad de adaptación a entornos cambiantes. La lectura fomenta el pensamiento crítico, la creatividad, la empatía y la resiliencia.
La capacidad de comprender textos no sólo impulsa el aprendizaje y la adquisición de habilidades, sino que también fortalece la participación ciudadana y el pensamiento crítico, pilares fundamentales para una sociedad democrática, inclusiva y justa. La lectura promueve el diálogo intercultural, fortalece la identidad nacional y regional, y contribuye al enriquecimiento del debate público y la formación de ciudadanos críticos.
Por otro lado, el acceso a la lectura y la educación contribuye a reducir las brechas sociales y económicas en Chile. Promover la lectura desde la primera infancia, garantizar el acceso equitativo a libros y recursos educativos, y fortalecer las bibliotecas públicas y escolares son medidas clave para garantizar que toda la ciudadanía, independientemente de su origen socioeconómico, tenga la oportunidad de desarrollar su potencial.
Es necesario reconocer que fortalecer la cultura en la sociedad va más allá de fomentar la lectura como un hábito; implica valorar y respetar la diversidad de expresiones culturales presentes en Chile. Los libros son vehículos que nos transportan a realidades diversas, nos permiten comprender otras perspectivas y nos ayudan a empatizar con experiencias que podrían ser muy diferentes a las nuestras, desarrollando habilidades democráticas e interculturales. En un país tan vasto y heterogéneo como el nuestro, es crucial reconocer la pertinencia territorial de las narrativas locales, de los pueblos originarios y regionales, junto al capital cultural de migrantes.
Los libros son puertas de entrada a la diversidad lingüística y cultural. A través de la traducción y la difusión de obras literarias de diferentes partes del mundo, podemos acceder a las voces de autores que escriben en idiomas distintos al nuestro y que nos transportan a contextos culturales lejanos. Por otro lado, y más relevante aún ante la eurocentralización de la literatura escolar, los libros desempeñan un papel crucial en la preservación y revitalización de las culturas minoritarias y marginadas. Por medio de la literatura indígena, por ejemplo, podemos conocer y valorar las tradiciones, mitos y cosmovisiones de los pueblos originarios que han sido históricamente invisibilizados y silenciados. Al ofrecer un espacio para que estas voces sean escuchadas y reconocidas, los libros contribuyen a fortalecer la identidad cultural de estos grupos y a promover la diversidad como un valor fundamental de nuestra sociedad.
En conclusión, relevar la importancia del libro y la lectura en Chile no puede ser subestimado: es urgente. Más allá de ser meras herramientas de entretenimiento o información, los libros son pilares fundamentales para el desarrollo humano, la cohesión social y la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
Dra. Pilar Valenzuela Rettig,
directora Grupo de Investigación en Literatura y Escuela Facultad de Educación, Universidad Autónoma de Chile
