Frases
"La Araucanía puede conformar un sistema alimentario más fuerte con la ampliación de las pólizas agrícolas".
Héctor Cumilaf,
"Invitamos a todas las personas que disfrutan de la nieve, de la naturaleza, a venir a Pucón".
Carlos Barra,
"La Araucanía puede conformar un sistema alimentario más fuerte con la ampliación de las pólizas agrícolas".
Héctor Cumilaf,
"Invitamos a todas las personas que disfrutan de la nieve, de la naturaleza, a venir a Pucón".
Carlos Barra,
A unque las mujeres desempeñan roles clave en el embarazo, el parto y la alimentación inicial de los bebés, los padres también experimentan cambios neurofisiológicos que los preparan para ser cuidadores sensibles y contribuir al bienestar del bebé. Estudios han demostrado que los padres tienen niveles más bajos de testosterona que los hombres sin hijos, y que a medida que aumenta el involucramiento paterno, la testosterona disminuye y viceversa.
En los padres, al igual que en las madres, se activa el circuito neuronal de cuidado humano, lo que les permite empatizar con el bebé, responder a sus emociones y brindar un cuidado sensible, entre otras habilidades. Esta predisposición biológica se refleja en los estudios que muestran que tanto madres como padres son igualmente capaces de ser sensibles, establecer vínculos emocionales y ser receptivos con sus hijos/as.
A diferencia de la maternidad, la paternidad es menos biológicamente determinada, por lo que los padres deben prepararse para las tareas de cuidado y crianza. La clave para activar los cambios neuronales en los hombres es la cercanía con su hijo/a y el involucramiento activo y temprano en su cuidado (Abraham et al., 2014). ¿Cómo lograr esto? Aquí algunas ideas: las políticas públicas deben tomar un rol central. Los padres deben ejercer su derecho a estar presente en controles pre y postnatales y en el parto; y fomentar conciencia respecto a las capacidades de los padres para apoyar el desarrollo en sus hijos/as.
Entonces, plantea Daniela Aldoney, investigadora del Instituto de Bienestar Socioemocional de laUniversidad del Desarrollo, la pregunta ya no sería si un padre reemplaza a una madre, sino más bien cómo promover un mayor involucramiento paterno y corresponsabilidad en la crianza.
Cada solsticio de invierno, el pueblo mapuche celebra una de sus festividades más importantes: el We Tripantu, o Año Nuevo. Es tiempo de renovación y renacimiento de la naturaleza y en ella, de las personas. El sol con su luz y su calor ya no se aleja más de la tierra, ahora comienza a volver, dando inicio a un nuevo ciclo con el despertar de la vida en la tierra.
Según la cosmovisión mapuche, este es un tiempo sagrado en el que la naturaleza se renueva, los brotes se disponen para emerger y toda la vida recobra fuerza para manifestarse de nuevo con esplendor. Para los mapuches, estos signos de la naturaleza dan cuenta de la vitalidad de la tierra y de la propia conexión con ella. El respeto y cuidado del entorno natural es una enseñanza fundamental transmitida de generación en generación.
Durante esta festividad las comunidades mapuches realizan diversas ceremonias que incluyen el Ngüillatun, en la que dan cuenta de la profunda hermandad con la naturaleza y con los hombres y mujeres de la tierra por lo que agradecen y piden al Chaw Ngünechen. En torno al fuego las familias y comunidades se reúnen para compartir alimentos, historias y tradiciones, en un ambiente de comunión y reflexión. En esta misma línea el We Tripantu es también un momento de introspección, la reconciliación y como resultado obtienen el fortalecimiento de sus vínculos. Las familias y comunidades reflexionan sobre el año que ha pasado, agradecen las bendiciones recibidas y se preparan para enfrentar los desafíos del nuevo ciclo con esperanza y determinación. Es un tiempo para fortalecer los lazos comunitarios y renovar los compromisos con los valores ancestrales.
La detención, reflexionar y reconexión con los tiempos naturales que rigen la vida, les recuerda - es un recordatorio - la importancia de vivir en armonía con la tierra y con los demás, que parte con reconocer el ciclo en el que está la muerte y el renacimiento que sustenta toda la existencia.
Parte del reconocimiento del pueblo mapuche, es reconocer la riqueza de su cultura, y en particular, de este aspecto fundamental que tiene que ver con la vital relación de los seres humanos con la naturaleza o, para los cristianos, con la creación. Esta relación vital, es necesaria para la sobrevivencia misma de la especie humana, y ha sido vulnerada u olvidada, necia e irresponsablemente, a expensas de un desarrollo materialista, utilitarista y mercantilista exagerado de la tierra que nos sostiene y alimenta.
Por esto la celebración del We Tripantu es una oportunidad para reconectarnos con la tierra y agradecer los ciclos naturales que sustentan toda la cadena de la vida de la que somos parte. Nos recuerda la importancia del respeto, cuidado y protección de nuestra Casa Común que, siguiendo a San Francisco, es «como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos» (Papa Francisco). Es deber de todos cuidarla y recuperarla. Se necesitan cambios que recobren la armonía en todo orden ecológico, porque todo lo que daña la casa común, también nos daña a todos, siendo los pobres, los desplazados y excluidos quienes son los más afectados. El We Tripantu también nos invita a la renovación, viviendo en armonía con la naturaleza, y nos recuerda a todos la necesidad de detenernos, en medio de un mundo acelerado que muchas veces no nos deja vivir bien (el küme moguen mapuche).
El We Tripantu es una celebración de la vida, la naturaleza y la comunidad. Es un tiempo para renovar nuestra relación con la tierra y con los demás, y para celebrar el eterno ciclo del renacimiento que nos recuerda la belleza y la fragilidad de la existencia.