Hace unos días la PDI logró identificar y detener a una banda que se dedicaba a estafar a personas que vendían sus vehículos por Internet. Dos de los involucrados realizaban contactos y negocios desde la cárcel, mientras que otras dos personas eran quienes pagaban los vehículos con cheques sin fondos.

Así como la venta de vehículos por Internet es común, también puede verse que a diario las víctimas de estos delincuentes publican en redes sociales imágenes de sus automóviles, con la intención de hallar pistas que les permitan recuperarlos.

Más allá del trabajo que puedan desarrollar las policías, tendiente a detener a quienes cometen estos ilícitos, lo cierto es que un número importante de estos delitos podrían evitarse de haber mediado mayor cuidado por parte de los propietarios de los mismos vehículos.

De ahí que las unidades especializadas en la recuperación de unidades robadas hacen un llamado a tener precaución en la compra-venta de vehículos usados, considerando la gran cantidad de estafas relacionadas con este modo de operar de delincuentes.

Por ello, se recomienda que, al momento de comprar un vehículo, se debe verificar la procedencia del automóvil a través de un certificado de dominio vigente, verificando la identidad del dueño y si el vehículo mantiene alguna prohibición de compra. Así también, se aconseja no adquirir vehículos de manera informal, sin contrato de compra-venta, en prenda o a nombre de alguna entidad financiera, o bien el pago con documentos, ya que estos podrían ser robados o bien no tener fondos. En general, la precaución siempre es necesaria antes de realizar una transacción de estas características.

En este segundo domingo de septiembre, Mes de la Palabra, tiene entre otras finalidades ayudarnos, personalmente, en familia y comunidad, a profundizar en la centralidad de la Palabra en la vida de la Iglesia. Desde luego, también este domingo de Marcos vemos como se hace presente el Señor en Persona sanando a los enfermos en especial a un sordomudo, manifestando siempre su acogida y compasión, por los que se sienten solos y abandonados.

La curación de un sordomudo en la región pagana de Sidón está narrada por Marcos con una intención claramente pedagógica. Es un enfermo muy especial. Ni oye ni habla. Vive encerrado en sí mismo, sin comunicarse con nadie. No se entera de que Jesús está pasando cerca de él. Son otros los que lo llevan hasta el Profeta.

También la actuación de Jesús es especial. No impone sus manos sobre él como le han pedido, sino que lo toma aparte y lo lleva a un lugar retirado de la gente. Allí trabaja intensamente, primero sus oídos y luego su lengua. Quiere que el enfermo sienta su contacto curador. Sólo un encuentro profundo con Jesús podrá curarlo de una sordera tan tenaz.

Al parecer, no es suficiente todo aquel esfuerzo. La sordera se resiste. Entonces Jesús acude al Padre, fuente de toda salvación: mirando al cielo, suspira y grita al enfermo una sola palabra: "Effetá", es decir, "Abrete". Esta es la única palabra que pronuncia Jesús en todo el relato. No está dirigida a los oídos del sordo sino a su corazón.

Sin duda, Marcos quiere que esta palabra de Jesús resuene con fuerza en las comunidades cristianas que leerán su relato. Conoce bien lo fácil que es vivir sordos a la Palabra de Dios. También hoy hay cristianos que no se abren a la Buena Noticia de Jesús ni hablan a nadie de su fe. Comunidades sordomudas que escuchan poco el Evangelio y lo comunican mal.

Tal vez uno de los pecados más graves de los cristianos de hoy es esta sordera. No nos detenemos a escuchar el Evangelio de Jesús. No vivimos con el corazón abierto para acoger sus palabras. Por eso, no sabemos escuchar con paciencia y compasión a tantos que sufren sin recibir apenas el cariño ni la atención de nadie.

A veces se diría que la Iglesia, nacida de Jesús para anunciar su Buena Noticia, va haciendo su propio camino, olvidada con frecuencia de la vida concreta de preocupaciones, miedos, trabajos y esperanzas de la gente. Si no escuchamos bien las llamadas de Jesús, no pondremos palabras de esperanza en la vida de los que sufren.

Hay algo paradójico en algunos discursos de la Iglesia. Se dicen grandes verdades, pero no tocan el corazón de las personas. Algo de esto está sucediendo en estos tiempos de crisis. La sociedad no está esperando "doctrina social" de los especialistas, pero escucha con atención una palabra clarividente, inspirada en el Evangelio de Jesús cuando es pronunciada por una Iglesia sensible al sufrimiento de las víctimas, y que sabe salir instintivamente en su defensa invitando a todos a estar cerca de quienes más ayuda necesitan para vivir con dignidad.