Alrededor de 2.500 personas estaban dentro de la Iglesia de la Compañía de Jesús ese 8 de diciembre de 1863. Era la culminación del Mes de María y prácticamente todas las mujeres de la alta sociedad santiaguina aguardaban el inicio de la misa que presidiría el cura Juan Bautista Ugarte. El sacerdote quería que este fuese el gran acontecimiento del año. Por eso la iglesia estaba engalanada con miles de adornos de papel e iluminada con cientos de lámparas a parafina. Y fue esa combinación la que generó la tragedia. Una llamarada alcanzó la decoración y el incendio se propagó en cuestión de minutos. La multitud, en su mayoría mujeres, quiso salir, pero las puertas del templo se abrían hacia adentro y eso generó que sólo unas cuantas alcanzaran a escapar. Una hora más tarde el templo estaba en ruinas y en su interior yacían los cuerpos calcinados de más de dos mil mujeres. De esas mujeres, silenciadas y olvidadas por la historia, es que la periodista y escritora Francisca Solar habla en su libro El Buzón de las Impuras, una novela ficcionada que ha sido éxito de ventas en Chile, ya va en su quinta edición y lleva 21 semanas dentro de los libros más vendidos del año.
La autora, quien por estos días vive el ajetreado éxito de su libro, se dio un tiempo para hablar con el diario El Austral sobre los pormenores de la novela y abordar el porqué un hecho histórico de las dimensiones del incendio de la Compañía de Jesús, prácticamente es desconocido en nuestro país.
- Francisca, ¿cómo nace la novela El Buzón de las Impuras?
- El libro nace de una investigación que hice en 2018 sobre Chile en el siglo XIX. A mí me gusta mucho la historia y estaba en la investigación previa a escribir "Los últimos días de Clayton & Co.", una novela sobre fotografía mortuoria. Pero me empiezo a encontrar con personajes muy interesantes y situaciones que estaban ocurriendo en Chile en ese periodo de las que no tenía idea. Hallé una cantidad de datos e historias que no se abordan normalmente en el colegio. Historias muy interesantes que el sistema las omite, siendo que la era victoriana en Chile es demasiado entretenida. Entre esas historias está el incendio de la Iglesia de la Compañía de Jesús.
- ¿Por qué crees que están olvidadas esas historias?
- Una de las razones es que no hay tiempo. Que es lo que va a decir cualquier profesor de Historia. Recuerda que cada vez tenemos menos horas de Historia en los colegios, lo que es una aberración, y los profesores tienen dos o cuatro horas para pasar un ciclo completo. Por ejemplo, el incendio de la iglesia de la Compañía no es obligatorio en el currículo. Y hay un montón de otras situaciones donde ocurre lo mismo.
- ¿Tiene que ver en eso el que las víctimas del incendio hayan sido mujeres?
- Claro. Otro de los factores importantes es que el relato histórico está muy masculinizado. No sólo se le da prioridad a lo que los hombres hacían o no hacían, sino que además la historia se cuenta a conveniencia de alguien. Hay presencia femenina en todos los hitos de la historia de Chile, sin embargo, alguien decidió que no era importante decirlo. No es que las mujeres no hayan existido en los grandes procesos, sino que se las invisibiliza. En ese sentido, y volviendo al incendio, ¿qué hubiese sucedido si mueren dos mil hombres en lugar de dos mil mujeres? Te aseguro que ese hecho sería obligatorio en el currículo. Estaríamos llenos de monumentos, de crónicas. Y esto no tiene que ver con el incendio, sino con el tratamiento histórico general, donde lo femenino se minimiza, se omite o se evade.
HISTORIA
En El Buzón de las Impuras, Francisca Solar muestra quiénes eran las Hijas de María, una cofradía de mujeres de la alta sociedad santiaguina que congregaba a miles de fieles en torno a la Iglesia de la Compañía. Y a través de esas mujeres y sus historias es que la autora va develando la subyugación patriarcal a la que eran sometidas, así como los abusos de los que eran víctimas, supuestamente en nombre de Dios.
- En 1863, cuando ocurre el incendio, las mujeres eran invisibilizadas por una sociedad en extremo patriarcal. Hoy, 161 años más tarde, ¿crees que algo de eso queda?
- Hemos avanzado en muchas cosas, sin embargo, hay otras que no cambian. Y esa reflexión, inherente a la ficción histórica, es para dar conciencia a los procesos evolutivos históricos, mostrar cuánto hemos avanzado y hacia dónde, pero también generar conciencia en aquellos espacios donde no hemos avanzado nada. Por ejemplo, una discusión habitual en los clubes de lectura es cómo nos parece extraordinario que las mujeres se pusieron de acuerdo para denunciar abusos eclesiásticos a través de este 'Buzón de las Impuras'. Y las mismas mujeres me dicen que es muy increíble pensar en las que vivieron en 1863 tratando de denunciar a la iglesia. Pero hoy, en 2024, sigue existiendo ese miedo. Ese abuso de conciencia sobre las mujeres en comunidades religiosas, que no se atreven a denunciar.
- El Buzón de las Impuras aborda una de las tragedias más grandes en la historia mundial, con la muerte de más de dos mil mujeres que perecieron calcinadas. ¿Cómo equilibras tus propias emociones al narrar una tragedia de esas dimensiones, con la objetividad que requiere una novela histórica, aunque sea de ficción?
- Como novelista histórica, antes de escribir, uno decide qué tan riguroso va a ser en el tratamiento de los hechos. Si uno usa los hechos reales de forma más laxa, hay varias posibilidades. Mientras que en el otro extremo está la ficción documental o la reconstitución histórica, que es cuando el autor utiliza los hechos reales de la forma más rigurosa posible y todos los elementos ficticios están supeditados a la regla de lo real. Es decir, todos los elementos ficticios en El Buzón de las Impuras están construidos con elementos reales. No puedo inventar nada que no haya ocurrido en 1863. Eso significa que la investigación para crear una novela de estas características es mucho más grande y acuciosa. Y yo decidí, antes de sentarme a escribir, que El Buzón de las Impuras iba a ser ficción documental, porque estaba convencida de que había un vacío tan grande que a través de la novela miles de personas se iban a enterar de esto y eso implicaba que iba a tener una responsabilidad social que nunca había tenido con ninguna de mis otras novelas.
- ¿Ha contribuido la novela a llenar ese vacío histórico?
- Por supuesto. Y eso ha sido maravilloso, pero a la vez también es peligroso. La novela se ha transformado en fuente bibliográfica y muchísima gente se está enterando sobre el incendio de la Iglesia de la Compañía. Y es peligroso porque la ficción jamás debiera ser una fuente bibliográfica. La ficción acerca a la fuente directa, te lleva a la biblioteca, a los ensayos e investigaciones, pero el problema con el incendio de La Compañía es que hay muy pocas fuentes. Se ha escrito muy poco sobre una tragedia tan brutal y compleja como esa. Y me honra poder llevar esto a miles de chilenos que no lo conocían, pero es peligroso que una pieza de ficción se transforme en fuente bibliográfica.