Frases
"Entiendo que se están haciendo gestiones para pagar el 100% de las remuneraciones"
Edgardo Parra,
"Quiero colaborar desde el Senado porque Chile y La Araucanía están trancadas"
Ricardo Celis,
"Entiendo que se están haciendo gestiones para pagar el 100% de las remuneraciones"
Edgardo Parra,
"Quiero colaborar desde el Senado porque Chile y La Araucanía están trancadas"
Ricardo Celis,
La educación es un proceso complejo que trasciende el aula, requiriendo la colaboración de docentes y profesionales no docentes para el desarrollo integral de los estudiantes. Este trabajo conjunto resulta fundamental para crear un entorno de aprendizaje inclusivo, efectivo y cohesionado, en el que cada alumno recibe apoyo en diversas áreas.
Los profesores son la base del proceso de enseñanza-aprendizaje, sin embargo, su labor se potencia cuando cuentan con el apoyo de orientadores, psicólogos, personal administrativo y de convivencia escolar. Estos profesionales facilitan un ambiente de bienestar y seguridad, elementos clave para el desarrollo educativo. De hecho, estudios como el de DocenteMás, explica Francisco Pérez, de la Escuela de Pedagogía en Educación Diferencial de la Universidad de Las América, destacan que "el trabajo colaborativo permite a los docentes reflexionar y detectar necesidades junto a otros miembros de la comunidad escolar, optimizando los resultados académicos y contribuyendo a una educación más inclusiva".
Una ventaja crucial de esta colaboración es el abordaje integral de las necesidades de los alumnos. Mientras los profesores se concentran en los contenidos académicos, el personal no docente se ocupa del bienestar emocional, la convivencia y el apoyo a las familias, fomentando la formación de ciudadanos empáticos y resilientes. Este trabajo en equipo también facilita el gestionar situaciones complejas, como problemas de conducta o conflictos interpersonales, logrando soluciones más efectivas que permiten a los docentes centrarse en su rol principal: educar.
Este trabajo articulado es, sin duda, esencial para que las escuelas funcionen de manera integradora y para que cada estudiante se desarrolle en su máxima capacidad. Educar es una tarea colectiva y que asegura una educación de calidad que está preparada para enfrentar los desafíos del futuro.
El tiempo de Adviento está marcado por la alegría cristiana, remedio para la tristeza y todo tipo de miedos. Esta alegría tiene su fundamento seguro en el poder del Señor y en su intervención en la historia de la humanidad y en nuestra propia historia personal.
Ya está muy cerca Navidad, con su típico ambiente de alegría y de anhelos de paz y reconciliación. Es conocida la historia acontecida durante la Primera Guerra Mundial entre soldados de ejércitos enemigos: franceses, alemanes y británicos celebraron juntos el nacimiento del Príncipe de la Paz, Jesucristo. Dejaron de dispararse, se abrazaron, comieron juntos y se intercambiaron regalos.
El Señor viene a nosotros para convertir nuestros corazones de piedra, endurecidos por el pecado, en corazones de carne, capaces de amar de verdad, sin egoísmo. Dice San Pablo: "La ley del Espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte. (...) Pues ustedes no recibieron un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibieron un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!" (Rm 8, 2. 15). Y si, por el nacimiento nuevo del agua y del Espíritu Santo en el bautismo, somos todos realmente hijos del mismo padre, entonces somos hermanos unos de otros.
E l Hijo de Dios vino a nosotros, los hombres, para hacer de nosotros hijos de Dios, de modo que ya no sólo podemos "llamarnos hijos de Dios, sino que realmente ¡lo somos!" (1 Jn 3,1). Y podemos decir también: Ya no solo nos llamamos hermanos, sino que realmente ¡lo somos!
La venida del Señor suscita la alegría de la renovación del corazón y del universo entero por el amor de Dios. Sólo Cristo puede decir: "Yo hago nuevas todas las cosas" (Ap 21,5). La cercanía de la salvación nos invita a crecer en la esperanza y la alegría: "Alégrense siempre en el Señor; de nuevo les digo: alégrense… El Señor está próximo" (Flp 4, 4-5).
Para el Jubileo de los 2025 años del nacimiento del Salvador, al que nos ha convocado el Papa Francisco, estamos llamados a ser "peregrinos de esperanza". Un mundo hastiado de sobreabundancia de placeres y consumo, pero agobiado por la incapacidad de ser feliz, necesita de la esperanza en Cristo. El mundo debe descubrir cuán verdaderas son las palabras de Jesús: "Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed" (Jn 6,35).
Adviento nos recuerda que Dios bajó a la tierra para abrirnos la esperanza de poder subir nosotros con Cristo al Cielo. Él volverá para llevarnos consigo y hacernos partícipes de su resurrección. La alegría cristiana nace de la certeza de estar llamados a la vida eterna y de poner nuestra esperanza en el amor y en el poder de Cristo, capaz de transformar el peso del pecado en felicidad sin fin.
Francisco Javier Stegmeier Schmidlin,
obispo de la Diócesis de Villarrica.