Es reconocido que los voluntarios del Cuerpo de Bomberos son un ejemplo de apoyo y servicio a la comunidad por su labor permanente en las situaciones de emergencia que pueden afectar a cualquier habitante del país. Se trata de una institución que no sólo acude en ayuda de quienes enfrentan incendios, sino que con el paso de las décadas se han transformado en un elemento fundamental en situaciones que involucran accidentes de tránsito, inundaciones, sismos de intensidad y, por supuesto, incendios forestales, entre otros.

Por ello, es importante llamar la atención respecto del interés permanente que requiere ser parte de esta labor, sobre todo considerando que mantener voluntarios activos una vez que se han integrado a algunas de las compañías existentes a lo largo de la Región y el país es clave para seguir formando generaciones de nuevos integrantes de esta noble institución.

En ese sentido, desde los propios mandos bomberiles han expresado que la vocación por esta actividad experimenta distintas realidades a nivel local, ya que, si bien hay comunas en las que de un tiempo a esta parte se ha visto un aumento de postulantes, pero en otras los indicadores siguen su curso habitual o, para mala fortuna, decaen fuertemente, sobre todo después de la pandemia, que obligó a aplicar una serie de restricciones.

A raíz de algunos episodios que afectó a Bomberos a nivel nacional, se han fortalecido filtros relevantes, ya que la conducta y el perfil psicológico de quienes postulan tiene gran importancia para la labor que desempeñarán.

Es clave seguir promoviendo y apoyando la participación de nuevos integrantes de la institución bomberil, que mantiene en alto su espíritu de servicio y su vocación, convirtiéndose en una pieza fundamental y sobre todo confiable cuando cualquier ciudadano tiene una emergencia.

La adolescencia es una etapa marcada por cambios, dudas y descubrimientos. Es también el momento en que muchos jóvenes deben tomar una de las decisiones más importantes de su vida: la elección de su futura profesión. Esta elección, lejos de ser un simple acto administrativo para postularse a una carrera universitaria, está profundamente influenciada por procesos neurocognitivos y sociales que determinan cómo los adolescentes perciben el mundo y su lugar en él.

La neurociencia ha demostrado que el cerebro humano no alcanza su plena madurez hasta los 25 años, aproximadamente. Durante la adolescencia, las áreas relacionadas con la planificación, la toma de decisiones y el control de impulsos, como la corteza prefrontal, aún están en desarrollo. Esto significa que las decisiones de los adolescentes están a menudo guiadas más por emociones inmediatas y la influencia social que por un análisis racional y a largo plazo.

En este contexto, la presión social juega un papel clave. Esto no solo limita su exploración personal, sino que también puede llevar a elecciones que, con el tiempo, resulten insatisfactorias o incompatibles con sus verdaderos intereses y habilidades.

La pregunta que debemos hacernos como sociedad es: ¿estamos apoyando a nuestros adolescentes de manera adecuada en este proceso decisivo? Las investigaciones neuroeducativas sugieren que un enfoque más eficaz podría ser fomentar la reflexión autónoma y proporcionar oportunidades para la experimentación. Programas de orientación vocacional basados en experiencias prácticas, como pasantías o talleres, permiten a los jóvenes explorar diferentes campos antes de tomar una decisión.

Actualmente algunas universidades tienen programas académicos llamados Bachillerato que, en uno o dos años, proporcionan una formación general en diversas áreas del conocimiento antes de que los estudiantes elijan una carrera específica. Esto no solo reduciría las tasas de deserción, sino que también garantizaría una mayor satisfacción vocacional.

Además, es crucial brindar herramientas para gestionar el estrés y la ansiedad que acompañan a esta elección. La presión por "elegir correctamente" puede ser abrumadora, y un sistema educativo y familiar que valore el aprendizaje continuo y la posibilidad de cambiar de rumbo podría aliviar esta carga.

En un mundo que cambia rápidamente, donde muchas de las profesiones del mañana aún no existen, el desarrollo de habilidades transferibles como el pensamiento crítico, la adaptabilidad y la creatividad es tan importante como la elección de una carrera específica. Los adolescentes deben entender que la elección de una profesión no es un punto final, sino el inicio de un camino que podrá cambiar y adaptarse a lo largo de sus vidas.

Verónica Pantoja Silva,

directora académica del Magíster en Neurociencias de la Educación de la Universidad Mayor