Hace siete años, nuestra región vivió un momento histórico y espiritual de una insospechada importancia. El 17 de enero de 2018, el Papa Francisco visitó La Araucanía, nuestra ciudad de Temuco, trayendo consigo un mensaje de paz, reconciliación y esperanza en medio de las tensiones y desafíos que siguen marcando la historia de nuestro territorio.
Recordamos este encuentro como una verdadera "buena noticia", que nos invita a emular el pasaje del Evangelio según San Lucas, que la liturgia recoge este domingo, cuando Jesús en la sinagoga de Nazareth lee del profeta Isaías:
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena nueva a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor" (Lc 4,18-19).
El Papa, en aquella histórica misa en el Aeródromo Maquehue, puso el acento en la necesidad de construir un futuro de unidad y convivencia para todos los habitantes de la región. En sus palabras, "la violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa". Con un tono paternal y firme, llamó a rechazar cualquier forma de enfrentamiento y a trabajar por un verdadero diálogo, basado en el respeto mutuo y el reconocimiento de las diferencias.
Este mensaje no solo buscó iluminar los conflictos que se viven en La Araucanía, sino que también resonó como una invitación a cada persona a ser artesanos de unidad y de la paz. En su homilía, Francisco recordó que la reconciliación no es fruto de imposiciones externas ni soluciones inmediatas, sino el resultado de un esfuerzo común por sanar heridas y construir puentes donde hoy hay divisiones.
Hoy, al mirar hacia atrás, este mensaje sigue siendo más actual que nunca. En un mundo marcado por divisiones, egoísmos y violencias, la invitación del Papa Francisco nos recuerda que la verdadera fuerza transformadora radica en la capacidad de escuchar, de perdonar y de trabajar juntos. Como Jesús en la sinagoga de Nazareth, el Papa proclamó un "año de gracia", un tiempo propicio para buscar caminos de reconciliación.
En este inicio de 2025, recordemos las palabras de esperanza que nos dejó Francisco y comprometámonos a hacerlas vida. Porque, la paz se logra con la proximidad, no con la distancia.
Que este aniversario de la visita del Papa Francisco a Chile, renueve en todos nosotros el anhelo de construir una región donde reine la justicia, la verdad y, sobre todo, el amor y la paz.
Jorge Concha Cayuqueo,
obispo Diócesis San José de Temuco.