La "pista" se le ha puesto pesada al último lustrabotas de la Plaza Aníbal Pinto de Temuco. Mientras en la década de los 70, había cerca de 40 "colegas" en diferentes puntos de la capital regional y unos 16 sólo en la plaza principal, hoy la realidad es muy distinta y José Guerrero es el único que continúa brindado este servicio a los transeúntes, siendo reconocido en el año 2023, como Patrimonio Vivo de Temuco por el municipio local en el contexto de los entonces142 años de la ciudad.
Aunque llegó del campo muy joven, José es un temuquense de tomo y lomo, habitante del sector Pedro de Valdivia, quien en el año 1982 comenzó a ser lustrabotas, siempre en la misma esquina de Bulnes con Varas (frente al edificio del Diario Austral), donde lucha por mantener con vida el oficio que aprendió de sus primos. Sin embargo en pleno siglo XXI, Temuco es otro, la gente de Temuco es otra y las costumbres cambiaron, lo que también se refleja en el uso calzado, donde el valor de la comodidad por sobre el glamour, dio paso al masivo uso de zapatillas, incluso para ir a trabajar, salir a pasear, para acompañar tenidas formales y hasta de fiesta.
Entonces, ¿Qué ha pasado con los lustrabotas? "Algunos se han muerto, otros se han enfermado, el trago también ha afectado bastante", responde con nostalgia José Guerrero al recordar a sus colegas.
"A mí se me ha puesto pesá la pista, porque anda mal la pega", asegura. Mientras en los años 80, podía llegar a las 60 "lustradas" diarias, ahora no se hacen más de 10 o 15, "y hasta 20 cuando está bueno", agregando que todo ha cambiado en Temuco, incluso los tipos de zapatos. "Las zapatillas, la gamuza y el reno han hecho que los lustrabotas vayan en retirada", afirma José, quien pese a todo sigue en su esquina con su carrito, sus escobillas y pastas, para dar un toque de brillo a los zapatos de los transeúntes, entre los cuales ha tenido clientes ilustres, varios diputados, senadores e incluso algunos ministros.
El axalcalde y actual diputado Miguel Becker y el actual alcalde, Roberto Neira, también forman parte de la clientela fiel de Guerrero, quien dice que además de que la pega está mala por la baja en el público y por consiguiente los menores ingresos, hoy a sus 64 años, la salud tampoco lo acompaña en un 100 por ciento, lo que recrudece en invierno, con los fríos y las lluvias.
"La salud anda mal porque hace unos años estuve hospitalizado por neumonía y el año pasado en noviembre me volvió a atacar y es principalmente por los fríos. Ahora también ando con dolor en la pierna, me agarra toda la cadera y es también por la posición al lustrar zapatos… el estar mal sentado…son consecuencias del trabajo, son muchos años, pero pienso seguir hasta cuando Dios me dé fuerzas", asegura, dando como primicia, que para este año piensa trabajar hasta fines de abril y después parar un poco. "Pienso venir en los días buenos durante el invierno y avisarle a mis clientes que voy a trabajar desde las 10 hasta las 2 y media de la tarde más o menos, porque antes venía con lluvia, frío o temporal, pero ahora ya no se puede", señala José, que ahora en verano está trabajando hasta cerca de las 6 de la tarde, partiendo aproximadamente a las 9 de la mañana.
EL KIOSQUITO
Con satisfacción, Guerrero recuerda el reconocimiento entregado por la Municipalidad de Temuco, como Patrimonio Vivo de la ciudad hace dos años. "A nosotros nunca nos habían dado un reconocimiento, así que fue algo muy bueno y el mismo alcalde dijo que había que cuidar este oficio", recuerda el lustrabotas, sin perder de vista que le ha pedido al alcalde el poder contar con una infraestructura tipo Kiosco que le permita realizar su labor de manera más segura y protegido del rigor de los inviernos característicos de Temuco. "Yo le he estado pidiendo al alcalde si me puede apoyar con un 'kiosquito' para trabajar más abrigado en el invierno… Ha dado instrucciones a los que están a su alrededor, pero no pasa nada", lamenta.
Las largas horas que pasa en la Plaza Aníbal Pinto, han transformado a José en un agudo vigilante de la ciudad y su gente, insistiendo en un punto esencial: la falta seguridad y orden.
Aunque está en la esquina más segura de las cuatro que conforman la plaza, dice que "ha visto de todo". "Hay mucha droga. A eso de las 3 o 4 de la tarde es insoportable el olor a marihuana y ahí me pregunto yo ¿dónde están las autoridades?, ¿dónde está el orden?, ¿dónde está Carabineros?. Yo aquí he sacado cualquier rollo y no hay ningún control", sostiene el lustrabotas, añadiendo que es de la idea que en la principal plaza de Temuco debiera andar una pareja de Carabineros todos los días para poder poner algo de orden.
A los problemas de la droga, se suman otros que no quiere dejar pasar: la falta de baños y de llaves para tomar agua o lavarse las manos. "Hay hartas cosas que hacer aquí. ¿Cómo es posible que esta plaza no tenga baños? Todos los días la gente pasa preguntando… Tampoco hay agua para tomar algún sorbo ahora en el verano. Hace dos años que esas llaves están malas, sin funcionar y la gente no encuentra dónde tomar un vaso de agua o dónde lavarse las manos. Entonces no es posible, porque es la plaza principal de Temuco", sostiene.
Pero al margen de lo malo que hoy está presente en su entorno laboral, ¿qué ha significado para la vida de José ser lustrabotas?
"Ha sido una buena labor. Me ha permitido ganarme la vida. Todo lo que tengo se lo debo en primer lugar a la misericordia de Dios, siempre en primer lugar el Señor y en segundo lugar, el trabajo que Dios le ha dado a uno", dice agradecido este hombre que a lo largo de casi 45 años ha desarrollado sagradamente su trabajo como lustrabotas, oficio que le permitió sacar adelante a su familia, conformada por sus cuatro hijos y su esposa.
Guerrero señala que lucir un calzado impecable es una muestra de limpieza muy valorada. Sin ir más lejos resalta el significado de llevar los zapatos bien lustrados ya que simboliza "la limpieza del ser humano", insistiendo en que si un hombre lleva un calzado limpio y con brillo, significa que así también está su alma. "Los zapatos bien lustrados simbolizan la limpieza, el orden del ser humano. Por el contrario, alguien con los zapatos sucios parece que anda entero sucio", dice entre risas.
Hoy por hoy, así como los clientes están escasos, también lo están los materiales para el lustrado. "Ya no hay pastas de colores. Está saliendo pura pasta negra, café e incolora, así que está difícil encontrar buen material", dice, recordando que el valor de la lustrada de zapatos es de 2 mil pesos en general, 3 mil las botas y 3.500 las botas largas de mujer. Así que ya lo sabe, si quiere dar buena impresión y lucir un calzado impecable, puede acercarse hasta la esquina de Bulnes con Varas, frente al antiguo edificio del Diario Austral, donde se encuentra el último sobreviviente de los lustrabotas: un oficio en extinción, pero que se niega a desaparecer por completo.