Pablo reprende a los gálatas por volverse de la verdad de la justificación por la fe y les dice que su experiencia espiritual no tuvo ninguna conexión con su observancia de la ley (3:1-5). Luego toma el argumento de que la justificación es por la fe, aparte de las obras de la ley (3: 6 al 4:7).
Los siguientes son sus puntos principales: En primer lugar, aún Abraham, el amigo de Dios, no fue justificado por sus obras, sino por su fe (Vr. 6). Así es que en lugar de que los guardadores de la ley de Moisés sean los hijos de Abraham (Comp. Mat. 3:9), son aquellos que son justificados por la fe los que pueden reclamar ese derecho (Vr. 7).
En segundo lugar, el pacto que Dios hizo con Abraham fue un pacto de fe (Vrs. 8, 9). Esto no tiene conexión con el pacto mosaico el cual era un pacto de obras (Vr. 10).
El pacto de Abraham fue hecho primero; pero la ley, con su maldición, fue agregada, y de esta manera bloqueó el camino para que la bendición de Abraham viniese al mundo. Pero Cristo por su muerte removió la maldición de la ley (Vr. 13), para que la bendición de Abraham viniese sobre los gentiles lo mismo que a los judíos (Vr. 14). Lo tercero es que Pablo explica la relación entre los pactos Abrahámico y Mosaico (3:5-18). Si la bendición de Abraham ha de venir por las obras de la ley, entonces la recepción de esa bendición es condicional por guardar la ley; pero el pacto hecho con Abraham es incondicional (Vr. 18).
La inferencia del último versículo es que si por guardar la ley la bendición de Abraham ha de venir al mundo, entonces esa bendición nunca vendrá; porque ninguno puede ser justificado por la ley.
Finalmente Pablo agrega que el propósito de la ley y su relación al creyente (3 :9 a 4:7). Los anteriores argumentos de Pablo hacen surgir la pregunta de parte del judío: Si la ley no puede salvar ¿por qué entonces Dios se la dio al hombre? (Vr. 19).
El pacto Abrahámico prometió salvación por fe sin las obras de la ley. Pero ¿cómo podía Dios enseñar al hombre que la salvación era únicamente por la fe y no por ningún esfuerzo de su parte? Solamente colocándole bajo la ley y mostrándole que su naturaleza pecaminosa no podía guardar perfectamente sus preceptos, de esta manera haciéndole recurrir a la fe como un medio de salvación (Vr. 19).
La ley no está en oposición al pacto Abrahámico, porque nunca se intentó que salvase al hombre (Vr. 21); fue dada para educar al hombre a su necesidad de la salvación por la fe (Vrs. 22, 23). Pablo les ruega a que vuelvan a la plena libertad del Evangelio (4:8-31). La vida en libertad la vive quien está en Cristo.
Pastor presbítero Pablo Pinto Salamanca,
Consejo Regional de Pastores Evangélicos de La Araucanía