"Espero que el discernimiento conduzca a un nombre que dé continuidad a estos doce años de pontificado"
En horas previas al inicio del cónclave que permitirá elegir al pontífice número 267 de la historia de la Iglesia Católica, esta doctora teóloga analiza el legado del Papa Francisco y lo particular que será el proceso 2025 debido que el fallecido prelado, durante su gestión, amplió el Colegio de Cardenales haciéndolo más representativo geopolíticamente hablando. En su opinión, la continuidad del estilo de ser y hacer iglesia sería lo más lógico.
Con una forma de ser y hacer iglesia guiada por los principios del Concilio Vaticano Segundo, el Papa Francisco deja a su sucesor un camino trazado hacia la renovación de la institución, el cual perfectamente podría ser continuado. Eso cree la decana de la Facultad de Ciencias Religiosas y Filosofía de la Universidad Católica Temuco, Sandra Arenas, en la previa al cónclave 2025, proceso que estará revestido por la realidad de un Colegio de Cardenales mucho más amplio que el que eligió al primer Papa latinoamericano de la historia hace doce años.
- En su opinión, decana, ¿cuál es la máxima herencia que deja el Papa Francisco al catolicismo?
- Hay mucho qué decir. Pero diría que, en la irradiación que tenga su herencia, tanto dentro como fuera de la iglesia, el Papa deja un legado sentado en un sentido místico y en el sentido más profundo de la expresión. O sea, él entendió siempre el mensaje evangélico, que el evangelio en sí mismo tiene implicancias éticas, una dimensión social que le es irrenunciable y que tiene mucho que ofrecer en el contexto contemporáneo, en las actuales crisis de diversa índole, y mucho que transformar al interior de la propia iglesia. Y ese es un legado no menor. Porque si uno lo considera así, uno deja de ver solo a un líder político como se lo presenta a veces o sólo como un reformador de estructuras religiosas; la renovación que ha impulsado el Papa Francisco internamente tiene que ver con que él comprendió en la senda del Concilio Vaticano Segundo, que la iglesia tiene que estar en permanente renovación, y que ha habido cuestiones del último tiempo, especialmente, la llamada crisis de abusos de poder, de abusos sexuales y también de escándalos económicos (...). Todo eso el Papa lo leyó claramente como algo no evangélico; entonces, la invitación a la renovación y a la reforma de la iglesia tiene que ver con una vuelta a lo que le corresponde a la iglesia vivir y mostrar; y eso también tiene una dimensión hacia afuera, porque lidiamos con una diversidad, la gestionamos como corresponde y aprendemos de esa diversidad, e incluimos voces en vez de excluirlas (...), todo en un contexto en el que hay también una fragmentación que produce guerras y división. Y Francisco lo tenía muy en cuenta, por esa razón él pisó plataformas de política internacional y estuvo en cada cárcel en cada país que visitó, por la preocupación de las periferias vitales, existenciales y reales, y también le habló con fuerza a obispos, cardenales, al laicado y acogió a las víctimas de abuso. Todo eso es parte de entender una forma de ser y hacer iglesia.
- Respecto de lo que viene. Está cerca el cónclave. En su gestión el Papa Francisco modificó la estructura del Colegio de Cardenales. Lo amplió. Por esto mismo, ¿qué tan distinto podría ser el proceso?
- Es muy interesante el próximo cónclave porque ha habido una reconfiguración del Colegio de Cardenales intencionada por el Papa Francisco, de modo de que fuera menos europeo y mucho más representativo de las iglesias locales, más del 'sur global' en términos amplios: Asia, África y las Américas. Hoy, tenemos cardenales de Mongolia y Kenia. Eso no existía antes. Entonces, será muy interesante porque ahora que está reconfigurado con una geopolítica más amplia y también viene como co-relato el hecho que ellos se conocen menos; es más amplio el número de cardenales electores, más diverso y sesiona muy poco. Así que el proceso que viene y que ya está aconteciendo con la reunión de cardenales previa al cónclave, nos revelará cómo se expresan las confianzas y cómo conversan ellos con el legado del Francisco.
- ¿Qué tan real es esto que se dice que "quien entra en el cónclave como Papa sale como cardenal"?
- Se habla mucho de eso. Por la configuración del Colegio de Cardenales espero que el discernimiento conduzca a algún nombre que le dé continuidad y profundidad a estos doce años de pontificado, que han sido difíciles y con un perfil de liderazgo valiente, honesto, de cara a los problemas y levantando temas difíciles, aunque no todos hayan quedado resueltos. Lo que sí es claro es que la Iglesia ha dado muchos pasos con este pontificado, en relevar temas en la agenda de la Iglesia que podrían y tendrían que ser profundizados, y desplegados por un próximo pontificado. Yo creo que el discernimiento podría estar conducido en esa dirección. El ver quién puede dar continuidad a este pontificado, cuyo lineamiento no es un invento, porque Francisco toma la senda del Concilio Vaticano Segundo que ha sido el evento antes del proceso sinodal más importante del catolicismo contemporáneo (...). El Papa nos deja instalado un estilo de hacer iglesia que no está acabado y tiene que arraigarse en las diócesis locales del mundo. Yo esperaría que no hubiese retroceso en este sentido.
- Decana, ¿por qué es importante para el resto de la comunidad mundial la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica?
- Es una bonita pregunta y desafiante (...). El Papa Francisco fue un líder global y se lo reconoce como tal. Ahora queda en evidencia eso. El mundo tiene una palabra de la figura del Papa en el concierto de los problemas contemporáneos. Podrían decir, claro, esa no es una lectura teológica, pero lo es en el sentido de mirar una figura religiosa que está conectada con temas contemporáneos y contingentes (...). Las religiones, históricamente, son parte del humus cultural y creo como parte del humus cultural la Iglesia Católica no es la excepción, y entonces, tiene una palabra que pronunciar en el espacio público, aunque no sea la última ni necesariamente la definitiva, pero tiene una palabra que pronunciar y no puede renunciar a hacerlo.
"Francisco toma la senda del Concilio Vaticano Segundo que ha sido el evento antes del proceso sinodal más importante del catolicismo contemporáneo (...). El Papa nos deja instalado un estilo de hacer iglesia que no está acabado y tiene que arraigarse en las diócesis locales del mundo. Yo esperaría que no hubiese retroceso en este sentido".