Las elites nacionales en materia educacional, provenientes de distintos sectores políticos que han gobernado y aún gobiernan nuestro país, parecen estar atrapadas en un ciclo de propuestas y modificaciones que, en realidad, no abordan los problemas fundamentales de la educación. Mientras tanto, los niños y niñas de nuestro país enfrentan una realidad dura: en los primeros años de básica muchos no aprenden a leer.
Es alarmante que, según una encuesta de la Fundación AraucaníAprende, dos de cada tres de los profesores encuestados declara que en sus facultades o universidades no les enseñaron a enseñar a leer. Esto revela una desconexión profunda entre las políticas educativas y las necesidades reales de los estudiantes y docentes.
Por un lado, algunos sectores políticos proponen la creación y fortalecimiento de los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), mientras otros defienden la municipalización de la educación. Asimismo, unos defienden la mantención del Sistema de Admisión Escolar (SAE) con tómbola, mientras que algunos abogan por la selección académica basada en el mérito. La constante lucha por quién tiene la razón y qué modelo es mejor parece no tener fin, y en medio de esa disputa, los resultados son claros y preocupantes: más del 70% de los niños de segundo básico no lee - como dominio del código escrito, y en cuarto básico, dos de cada tres niños no entienden lo que leen.
Este escenario revela una profunda problemática: no sólo no se enfrentan los problemas estructurales, sino que tampoco se reconoce la raíz del asunto. La falta de formación adecuada de los docentes en habilidades básicas de lectura, como señala la encuesta de AraucaníAprende, es un factor que perpetúa la dificultad de los niños para aprender a leer. Es como si se intentara construir una casa sin tener los cimientos sólidos: por más reformas o cambios en los procesos de admisión, si no se garantiza una educación de calidad desde los primeros años, los resultados seguirán siendo deficientes.
Es fundamental que las discusiones sobre la educación en nuestro país vayan más allá de las disputas políticas y se enfoquen en soluciones concretas y efectivas. La formación inicial y continua de los docentes, la implementación de metodologías pedagógicas efectivas y el compromiso real con el aprendizaje de los niños deben ser prioridades.
No basta con cambiar las reglas del juego o las instituciones; hay que asegurarse de que los docentes tengan las herramientas y conocimientos necesarios para enseñar a leer y comprender, porque eso es la base para todo el aprendizaje futuro.
La educación es un derecho fundamental y un pilar para el desarrollo de una sociedad más justa y equitativa. No podemos seguir permitiendo que las disputas políticas y las propuestas superficiales sigan dejando a tantos niños y niñas en la sombra del analfabetismo funcional, es como educar al lote.
Es hora de que los actores políticos, académicos y sociales trabajen en conjunto, con un compromiso genuino, para transformar la realidad educativa y garantizar que cada niño y niña tenga la oportunidad de aprender a leer, comprender y soñar con un futuro mejor.