Correo
La humanidad del sector público
¿Qué ideal, qué premisa sale afectada por la noticia de las 25.000 licencias médicas usadas fraudulentamente en el sector público? Una de las respuestas más naturales es la indignación por una clara falta de ética por parte de trabajadores del sector público. También, el contribuyente del sector privado resiente su explotación por el uso ilegítimo de los recursos que le provee con su esfuerzo al Estado.
Sin embargo, hay una idea que no suele ser cuestionada en episodios como estos y debiera serlo. Es parte del sentido común la creencia de que los privados actúan motivados por su interés propio, el cual se suele asumir hostil al interés público; mientras que los "servidores públicos" se asumen motivados por el bien común. Bajo esta creencia, cada vez que algo debe ser mejorado o rectificado en el mundo, se concluye que el Estado debe hacerlo.
El episodio de las licencias debe hacernos cuestionar la premisa de la que surge esta respuesta: la humanidad, con sus luces y sombras, está repartida de manera relativamente igualitaria en el sector público y privado; es la misma especie, el homo sapiens, quien habita en ambas esferas. Esta simple constatación es capaz de inspirar mejores políticas públicas, las cuales con más frecuencia deberían consistir en asignarle menos recursos y facultades a los funcionarios públicos.
Lucas Miranda, Faro UDD
Exobispo Fernando Aristía
Don Fernando Ariztía (Q.E.P.D.) fue ordenado sacerdote en 1951 y, el 25 de mayo 1967 es nombrado obispo auxiliar del cardenal Raúl Silva. El 18 septiembre 1973, le envió una carta al general Pinochet, denunciando la aparición de cadáveres en el Río Mapocho.
En octubre 1973, al obispo Ariztía, lo nombran co-presidente del Comité Pro Paz, que más tarde dio origen a la Vicaría de la Solidaridad. Año 1974; al entrevistarse con el general Pinochet, entre otros, le mostró fotografía del padre Antonio Llidó (detenido-desaparecido).
El 14 diciembre de 1976, el Papa Pablo VI lo nombró obispo de Copiapó. Fue presidente de la Conferencia Episcopal de Chile entre 1993 a 1995, y en 1998. En sus últimos años fue obispo asesor de la Pastoral Social de los Temporeros.
Por razones de salud, presentó su renuncia al papa Juan Pablo II, la que fue aceptada el 26 de mayo 2001. Del año 2000 a 2003 ejerció en la parroquia El Buen Pastor en Diócesis de Osorno.
Monseñor Fernando Ariztía, gran promotor de los derechos humanos, falleció el 25 noviembre de 2003; sus restos descansan en el mausoleo de la Catedral de Copiapó. En memoria de don Fernando Ariztía, al cumplirse cien años de su natalicio el 27 de mayo 2025.
Derico Cofré Catril
¿De qué se extrañan?
Los recientes hechos de profanación en el Cementerio General -donde sujetos que incluso asistieron a una misa y un velorio destruyeron tumbas y manipularon restos humanos- han generado escándalo. Pero lo cierto es que no deberíamos sorprendernos.
En este mismo país, el Monumento al General Baquedano y la tumba del Soldado Desconocido fueron vandalizados impunemente y luego retirados y escondidos por decisión política, no por orden de ninguna institución castrense.
Conviene aclararlo: ni el Ejército de Chile era el responsable de su custodia, ni ese monumento le pertenecía. Era -y sigue siendo- un símbolo de la Nación, cuya protección recaía en el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Curiosamente, el mismo ministerio que hoy permite en museos estatales la exhibición de banderas chilenas pintadas de rojo y con la estrella borrada, como si la identidad nacional fuera una provocación.
Y si hoy ese monumento no está reducido a cenizas, es precisamente gracias a que el propio Ejército lo rescató para preservarlo. Pero ya es hora de que regrese a su lugar. Lo que fue retirado con cobardía, debe ser reinstalado con coraje.
Porque cuando los símbolos se esconden y los valores se relativizan, no puede sorprendernos que las tumbas se profanen y la historia se pisotee.
Estos actos no son una anomalía: son el reflejo de un país que ha olvidado el respeto, ha abandonado su memoria y ha confundido tolerancia con rendición.
Christian Slater Escanilla, coronel (R)