El apóstol Juan resume en I Juan 3:23 y 4:1 los mandamientos de Dios, el Padre, que consisten respectivamente en creer en su Hijo y amar los hermanos. El reconocimiento de los mandamientos del Hijo por el Padre está notoriamente presente en el Nuevo Testamento así como la autoridad de Moisés era sustentada por Jehová en el Viejo Testamento.

En el episodio de la transfiguración de Lucas 9:28 hasta 36 vemos que los discípulos aún estaban tan apegados a la ley y a los profetas, representados respectivamente por Moisés y Elías, que en aquella ocasión manifestaron su deseo de erguir 3 tabernáculos, para honrar igualmente a Jesús, Moisés y Elías (v. 33), o sea, colocando el ministerio de Jesús en igualdad con el de la ley y de los profetas del Viejo Testamento. Fue preciso que el Padre advertírseles, ordenándoles para hubieren exclusivamente su Hijo (v. 35).

Esa tendencia de igualar la importancia de Jesús con la de otras personas está presente en muchos segmentos religiosos desde los primordios hasta los días actuales. Cuando Jesús da en Juan 13:34 un "nuevo mandamiento", da a entender que la ley antigua no contenía absolutamente la esencia de su doctrina, la cual en realidad no era propiamente suya, pero del Padre (Juan 12:49 y 50). En toda complejidad de pormenores y preceptos difíciles para comprender, no había todavía nadie semejante a la simplicidad del Evangelio enseñado por Cristo. Por eso el Padre confirma los mandamientos del Hijo (I Juan 2:8).

Lo que Jesús enseñó nunca fue enseñado. El "misterio de Cristo" significa entre otras cosas que el que Jesús predicó nunca fue predicado ni tampoco mencionado. Nunca hubo anteriormente coraje ni autoridad para poder afirmar lo que Jesús afirmó. Por eso su Palabra llamaba la atención en relación a lo que el pueblo oía de la parte de los escribas y fariseos (Mateo 7:29; Marcos 1:22; Lucas 4:32). Obedecer a Jesús es obedecer al Padre. Agradar a Jesús es agradar también el Padre.

Servir a Jesús significa servir también el Padre y no estar preso a tradiciones y paradigmas religiosos ultrapasados. Quien guarda los mandamientos del Hijo es amado por el Padre (Juan 14:21) y tanto el Padre como el Hijo pasan a hacer morada en el (Juan 14:23). Quien vive por la fe esa realidad no tiene dificultad para comprender el "misterio de Cristo".

Jesús es autor y mediador de un Nuevo Testamento como dice Hebreos 9:15, del cual el propio fue el fiador, teniendo el viejo abolido por su flaqueza e impotencia delante de un ministerio tan superior. Es tan superior que para muchos aún permanece como misterio.

Obispo Pablo Pinto Salamanca,

Consejo Regional de Pastores Evangélicos de La Araucanía

Pese a que el sarampión fue erradicado de Chile en 1992, el Ministerio de Salud anunció un refuerzo de la vacunación contra esta enfermedad, debido a que durante los últimos meses se han presentado varios casos, la mayoría traídos por viajeros desde otros países.

El brote de sarampión en Estados Unidos ha superado los mil casos confirmados e incluso se han registrado algunas muertes. La vacuna forma parte del Programa Nacional de Inmunizaciones del Ministerio de Salud desde 1963, por lo que a la fecha sigue en el calendario de vacunación obligatorio en el país, que es gratuito y se aplica a niños y niñas de entre 12 y 36 meses. Sin embargo, atendiendo las condiciones actuales, el Ministerio busca aumentar el público objetivo a viajeros y personas que no tengan su esquema de vacunación completo.

Uno de los grupos a los que se ampliará la vacuna es a aquellos que nacieron entre 1971 y 1981, y que no tienen un registro que demuestre que recibieron las dos dosis después de cumplir 12 meses de vida, por lo que se ha hecho un llamado para que se acerquen a la red de vacunatorios públicos y privados en convenio y puedan acceder a ella. La OMS ha señalado que es preocupante que haya una transmisión sostenida de sarampión en países que en muchos años no tenían contagios.

La enfermedad es altamente contagiosa y puede ser fatal o causar pérdida de audición y desórdenes mentales en los niños, y a menudo anticipa otras infecciones, como la difteria, en poblaciones con bajos índices de vacunación. Lo cierto es que la única manera de prevenir la enfermedad es inocular a los niños, como ocurre en Chile en los programas normales, y con los llamados que se hacen a quienes no estaban inmunizados cuando el sarampión fue erradicado.