"Mientras haya vida, hay esperanza" dijo la hermana de Adrián, el niño que cautivó a cientos de miles de personas con su interpretación musical durante la Teletón.
Muchos llegaban a las lágrimas escuchando a este niño cantar, que con fuerza interior y tesón vocal malagueño, interpretaba una canción que aun está pegada en la memoria de la mayoría de las personas presentes en el teatro, el Estadio Nacional o simplemente como espectadores en televisión.
Toda la escena me hacía pensar que muchos de quienes se presentaban con tanto orgullo junto al niño, quienes le aplaudieron y hasta quienes se sintieron profundamente conmovidos, sin dudar le habrían asesinado antes de nacer, por no contar con los parámetros de normalidad que en estos tiempos se considera apropiados para vivir. Muchos al saber de su hidrocefalia y sus malformaciones, habrían tomado la decisión de abortarlo, o habrían estado de acuerdo con ese acto deleznable.
Pienso en cuántos Adrianes se han perdido por la decisión tomada en base a montones de razones, seguramente "justificables", pero que han eliminado la esperanza más grande, que es la de la vida misma. Quienes nos privamos de la presencia y maravillosa virtud de ellos, somos nosotros mismos como sociedad, estableciendo parámetros al decidir quién debe o no vivir.
Y en Chile aun muchos quieren profundizar esta castración de seres humanos creyendo que su derecho a vivir es superior al de otros. Y se produce una contradicción vital, pues quienes deciden sobre el aborto, ellos mismos no fueron abortados, dándoles la posibilidad de elegir sobre la opción de vida para los demás. No me parece que haya desprecio mayor al don de la vida que, habiendo vivido, escoger quién debe morir - sin siquiera dar la oportunidad para llegar a ser - dejándolo cobardemente en manos de "la ciencia". La ciencia ha mostrado reiteradamente que falla, y Dios nos sigue recordando en tanto que mientras haya vida, hay esperanza.
Por eso me quiero tomar una licencia personal, a través de las páginas de este periódico que ha acogido nuestra voz con respeto, para invitar a todos aquellos que consideran el derecho a la vida de quienes un día podrían ser los Bocelli, Kuvicic o Adrián, si les damos la oportunidad, a poner su nombre, estimado lector, en la campaña del millón de firmas a favor de la vida y contra la legalización del aborto. Ella está disponible en la pagina http://www.sbch.cl/sitio/2015/campana-contra-la-legalizacion-del-aborto. Sinceramente muchas gracias.
Andrés Casanueva, Consejo de Pastores