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El 17 de junio de 2014, Eduardo Maureira y Laura Rojas, ambos de Santiago, recibieron una llamada que cambió sus vidas para siempre: su hija Tamara, de 29 años, al parecer había sufrido un accidente en Pucón que la mantenía desaparecida. Tras una agónica búsqueda que se prolongó por nueve días fue encontrada sin vida. A un año de aquella fatal noticia, el matrimonio retornó al lugar del suceso, reviviendo recuerdos gratos de su hija y otros angustiosos sobre las pesquisas para hallar los restos.
En un frío martes, Tamara, quien era profesora del Colegio Waldorf de Pucón, salió rumbo a su trabajo que, según sus padres, era lo que siempre soñó hacer como profesional.
Sin embargo, presumiblemente el hielo del asfalto y las malas condiciones del puente Metreñehue, ubicado a 14 kilómetros de Pucón, impidieron que la joven llegara a destino.
Esa mañana su auto, un SUV Suzuki Jimny, cayó al caudaloso río Trancura y su cuerpo apareció sin vida tras una angustiosa búsqueda.
Cuando la encontraron, aún llevaba el cinturón de seguridad y parecía dormida, según cuentan sus padres, quienes decidieron retornar a la comuna para participar en un acto conmemorativo que organizó el establecimiento y reunirse con el fiscal Jorge Calderara, quien les informó los avances de la investigación.
"Nos reunimos con el fiscal y nos explicó que aún está a la espera de los resultados de algunas pericias, principalmente provenientes de Carabineros. La investigación, según nos contó, debería haber finalizado, pero la verdad es que esperamos tranquilos, no tenemos rencor. Finalmente, nada nos devolverá a Tamara", expresó el padre.
Recuerdos
En su visita a Pucón, Laura y Eduardo también destinaron unos minutos para encontrarse con la animita de Tamara, que fue ubicada en el puente del accidente. Su foto sonriendo, coloridos adornos y las banderas de Chile y del pueblo mapuche dan cuenta, en cierto modo, de la esencia de la joven profesora.
"Tamara era de Santiago, pero su vocación por aportar en la educación la llevó primero a escuelas rurales y vulnerables. Luego quería venir al sur, porque era muy cercana al pueblo mapuche, así que postuló y quedó en el colegio. Estaba tan contenta de poder trabajar en el sur", asegura su padre.
Cuando llegó a la comuna, buscó una casa de campo, que le permitiera estar en contacto con la tierra. Encontró lo que quería en una choza de madera, ubicada en el sector de San Pedro, camino a Huife, desde donde cada día viajaba al colegio.
"Cuando llegó a esa casa, nos llamó y nos dijo 'éste es mi lugar en la tierra'. Estaba encantada, amaba trabajar y vivir acá. Tenía un espíritu libre", cuenta su madre al lado de la animita.
Todas las mañanas, Tamara llegaba más temprano de lo habitual al establecimiento, porque le gustaba encender la estufa antes de que llegaran sus estudiantes de educación básica, con el fin de que no pasaran frío. Es por eso que la directora del colegio fue a verla de inmediato a su casa cuando no llegó a trabajar ese martes. Al no encontrarla, dio aviso a la familia y a Carabineros. Sabía, en el fondo, que algo no andaba bien.
Búsqueda
Ante esta llamada, que los alertaba sobre la seguridad de la menor de sus tres hijas, los padres viajaron el mismo día a la comuna de Pucón.
"Llegamos como a las 10 de la noche y los antecedentes que no entregaron fueron muy vagos. Carabineros no quería meter las manos al agua, la Onemi no daba ninguna solución y ante eso accedimos a traer a un experto en rescate. Él fue quien dio con Tamara, tras muchos días de trabajo", relata Eduardo.
Junto a estos recuerdos, también renace cierto malestar en el matrimonio, sobre todo por lo que ellos denominan una "negligencia de las instituciones".
"Ahí nos dimos cuenta que hay dos tipos de chilenos: el que tiene plata y nombre, y los que somos comunes para las instituciones. Las autoridades se portaron pésimo. El alcalde, la Onemi sólo llegaron para la foto", asegura el padre.
Pero junto a esto que tiene mucho de agraz, también Eduardo y Laura recuerdan con agradecimiento el enorme apoyo que recibieron de la comunidad de Pucón, especialmente de quienes conforman el Colegio Waldorf.
"Los profesores, los apoderados, todos se portaron muy bien con nosotros. Tenían chocolate caliente todo el día. Tenían un centro de operaciones en el que había fuego y comida. Ahí nos dimos cuenta de qué personas son las que valen", recuerda la madre.
Movimiento
Cuando encontraron el cuerpo de Tamara sin vida, la tristeza del matrimonio se unió a cierta tranquilidad, propia de aquella que permite cerrar un capítulo y abrir otro. "Pude ver a mi Tamara, me pude despedir como correspondía", cuenta Laura.
La pena de perder a la menor de sus hijas también se ha canalizado en la lucha por lograr mejorar las condiciones del puente Metreñehue que, a juicio de Eduardo, es una "trampa mortal".
"Cualquier vehículo que pierda el control, que se roncee con el bandejón central, va a salir disparado. Además, ningún puente de Chile tiene barreras peatonales. Nosotros exigimos que tengan barreras de contención. Sino, ¿dónde están los recursos? ¿dónde está el derecho a la vida?", dice.
Esta demanda es la que también tiene el "Movimiento por la vida Pucón", que ha tomado a Tamara como un símbolo de lucha. "Queremos que la muerte de mi hija sirva para que no haya que lamentar más tragedias. Por eso evaluaremos la posibilidad de seguir una acción civil por el estado del puente", concluyen.