"Prefiero que me engañen a dejar de confiar en las personas. Eso sí me engañan una sola vez". Recuerdo esta frase de quien fuese durante mucho tiempo mi jefe directo, en alguna ocasión que conversábamos sobre estilos de liderazgo. El caso Vidal sin duda la trajo a mi memoria y con ello la necesidad de reflexionar sobre la misma.
Los teóricos de la administración de empresas desde Taylor hasta la actualidad han estudiado largamente como liderar, dirigir y motivar; sin embargo, ninguna teoría puede interpretar la naturaleza compleja y cambiante de los seres humanos. Frederick Herzberg establece una teoría sobre la motivación, basándose en dos factores que él denomina: higiénicos y motivantes.
Los factores higiénicos son aquellos que cuando están bien calibrados no generan motivación, pero de no ser satisfactorios constituyen una causa de ineficacia o desmotivación; los segundos, en cambio, los motivantes; son aquellos que por sí mismo afectan positivamente el desempeño del grupo o equipo donde este opera. En el caso de la Selección Chilena al parecer los factores higiénicos están excelsamente cuidados, ejemplificado en un monasterio donde se han ocupado de construir el kairos necesario para alcanzar aquel logro tan deseado como esquivo, ser campeón de América.
Es en el factor motivante donde se produce la duda y la complicación para el DT chileno, cómo motiva a estos jóvenes millonarios, donde todo lo profesional -fútbol- se ha convertido solo en un factor higiénico; la solución es entregarle aquello que en sus clubes no tienen: confianza y libertad. El DT. de la selección chilena optó por tratarlos como personas adultas, responsables, libres y racionales y no como personajes excéntricos, impredecibles, márgenes de error de una sociedad injusta y llena de inequidades, de la que con talento y esfuerzo propio han logrado ganarle a la dictadura de la curva normal.
La evidencia empírica dice que el DT se equivocó, pero es fácil en estos tiempos confundirse entre lo que es y lo que debe ser y no por que los resultados no sean los que esperamos, significa que debemos abandonar el deber ser.
Eso si, la confianza que depositamos en los otros solo una vez debe ser traicionada, ahora es responsabilidad de quien dirige.
Mauricio Partarrieu,