El nuevo panorama de China y la apuesta por el sector terciario
ANÁLISIS. Los especialistas ven en el dato del crecimiento de un 6.9% informado esta semana, una señal de un giro del gigante asiático hacia el consumo y los servicios, dejando atrás su dependencia de las industrias.
China empieza a mostrar síntomas de una incipiente transformación en su estructura económica y, ante la debilidad de las industria manufacturera, ha comenzado a apostar por los servicios.
Los datos del Producto Interior Bruto (PIB) publicados esta semana mostraron que el sector terciario chino aceleró su ritmo de expansión hasta un 8,6% interanual, mientras que el conjunto de la economía siguió ralentizándose para crecer un 6,9%, su registro trimestral más bajo desde 2009.
Cambio del modelo
Los analistas interpretaron las estadísticas como un avance en la evolución del modelo productivo del gigante asiático, que va dejando atrás su dependencia de la industria para abonarse, cada vez más, a los servicios.
"Los componentes del PIB, junto con varios indicadores de actividad de septiembre, sugieren que la economía de China está en un proceso de reequilibrio hacia el consumo y el sector servicios que va a un ritmo más rápido del que imaginábamos", escribieron los economistas del banco BBVA en China.
Los analistas del grupo bancario HSBC explicaron que se trata de una tendencia estructural y que la industria terciaria ya superó a la secundaria, tanto en tasa de crecimiento como en peso relativo al PIB, en 2012.
El robusto crecimiento de los servicios, ratificado ahora por los datos del PIB, ya venía anticipado por las últimas entregas del índice gerente de compras (PMI, en inglés) no manufacturero, que apuntaban a una fuerte expansión del sector, en contraste con la contracción de la industria en los últimos meses.
Las industrias pesadas van perdiendo arrastre, lastradas por el exceso de capacidad y las subidas de los salarios, que han elevado el nivel de consumo y han provocado que el comercio electrónico, el turismo o el entretenimiento estén en plena ebullición.
Ante los signos de agotamiento del modelo de crecimiento que ha llevado al país al segundo lugar mundial, el Gobierno chino llama desde hace un tiempo a la necesidad de transitar hacia una nueva etapa.
Con una economía madura, Beijing quiere desplazarla de las manufacturas a los servicios, de la inversión al consumo y de las exportaciones al gasto doméstico para, al mismo tiempo, dar un respiro al medio ambiente, ahogado por la contaminación.
La agencia Moody's advirtió esta semana a las autoridades que el reequilibrio estructural implica enormes retos, puesto que tienen que compaginarlo con reformas políticas, liberalizaciones de mercados y una menor absorción del crédito, sin sacrificar la estabilidad macroeconómica a corto plazo.
"Hay riesgos", asegura a Efe Nicholas Lardy, experto en China del Instituto Peterson de Economía Internacional de Washington, en un correo electrónico. Y cita como posibles peligros un hipotético desplome de la inversión en vivienda, que deprimiría aún más la producción industrial y podría afectar al empleo, o que el Gobierno chino adopte un plan de estímulo masivo para alimentar el crecimiento, como hizo tras la crisis financiera de 2008. "Esto podría tener éxito en el corto plazo, pero crearía mayores problemas a la larga", señala el experto.
6,9% fue el crecimiento trimestral en China que se dio a conocer esta semana. Más bajo que las expectativas.