Es bien sabido por todos que las redes sociales han llegado para quedarse, independiente de la sensación que podamos tener respecto de la adecuación o no adecuación de su uso. Hoy en día los principales usuarios son niños y adolescentes que ven en este tipo de formato una posibilidad sencilla, rápida y económica de interactuar con otras personas. El tema es que mientras ellos son nativos digitales y se mueven con naturalidad, fluidez y solvencia, los adultos ingresamos con bastante más lentitud y difícilmente un usuario adulto promedio puede llegar a aventajar a uno de estos nativos tecnológicos.
Ahora bien, el hecho de que tengan cierta solvencia tecnológica no indica necesariamente un correlato de crecimiento y desarrollo socio emocional, más bien a muchos parecieran haber adormecido el cultivo de valores sociales como la amistad y la solidaridad, siendo capaces de bloquear o eliminar a un miembro de un grupo sin mediar razón aparente, lo que ocurre habitualmente en los conocidos grupos de WhatsApp.
Hoy en día muchos niños participan de grupos que proliferan rápidamente y en donde se encuentran los jugadores de un equipo, los integrantes del taller de arte, los más amigos, los menos amigos, etc. Cada uno de estos grupos es creado por un administrador quien decide, cuan líder todopoderoso, quién amerita ser incorporado y quién no, además de definir el tiempo de permanencia y la decisión de la salida o la expulsión del grupo. Comprenderán que este depositario de autoridad podría perfectamente transformarse en un potencial agresor de sus compañeros al incluir o no incluir a alguien o al desacreditarlo en grupos cerrados en donde no todos tienen acceso.
Lamentablemente esto ocurre muchas veces fuera de la órbita del cuidado parental, puesto que desconocemos los tips que permiten ocultar los grupos, o simplemente el agobio cotidiano nos impide revisar cotidianamente los diálogos y conversaciones que nuestros hijos han tenido a través de redes. Tal vez el nuevo desafío sea incorporar en las pautas de crianza apresto digital para padres y de esa forma avanzar hacia un ámbito de la formación en casa que hasta ahora aparece bastante debilitado.
Alexis Soto, psicólogo y magíster en Educación, director Escuela de Psicología Universidad Mayor