Hugo Soto
En la intersección de las calles 2 Norte con 4 Oriente, apenas a una cuadra de la calle principal de Labranza, uno de sus vecinos, esquizofrénico, sin familia, sin posesiones, sobrevive en una casuchita -un cajón perfecto por dentro- de dos metros de largo por uno de ancho, apenas suficiente para extender allí las frazadas que los vecinos le han regalado.
Esos mismos vecinos fueron los que le construyeron la especie de cajón-mediagua en la que vive. Y es que "El Romero", como es conocido el habitante de esta vivienda en miniatura, emplazada en los terrenos de una ferretería, es un personaje conocido por los labranzinos, parte de la historia más oscura de esta zona urbana de Temuco.
Sergio Romero (44) años, quedó sin sus padres hace algunos años, a la deriva junto a su hermano Alberto, también es esquizofrénico. Mientras este último fue recogido por un vecino caritativo, que lo sacó del puente donde dormía, Sergio -"El Romero"- comenzó a vagar por Labranza, "estableciéndose" en un sitio lleno de zarzas en la intersección de 2 Norte con 4 Oriente.
A casi dos décadas de quedar a la deriva, un grupo de vecinos labranzinos decidió ayudarle, llevándole alimentos, vistiéndolo, aseándolo y -lo más importante- construyéndole un techo para que deje de dormir a la intemperie.
ESQUIZOFRENIA
Jorge Müller, vecino que vive en Labranza desde 1954, es el encargado de entregar los detalles de la terrible vida de "El Romero".
"Sergio vivía en el sector de Isla Negra, aquí mismo en Labranza, con su hermano Alberto y su padrastro, pues su mamá había fallecido hacía ya unos 15 años", cuenta Müller. "Cuando los dos hermanos quedaron huérfanos, Alberto se fue a vivir bajo el puente, y decidí recogerlo. Con el municipio logré que le dieran una mediagüita que instalé en la casa del frente, que era de mis padres, pero él sufría de esquizofrenia y terminó quemando la mediagua. Después le conseguí por intermedio de la iglesia un kiosquito metálico. Lo cuidé por 17 años, hasta su muerte hace 2 años".
De acuerdo con lo señalado por este vecino, Alberto falleció a los 51 años, producto de su alcoholismo, unido a su esquizofrenia.
"Entonces me preocupé de Sergio", relata Müller, quien agrega que "dormía en la tierra, debajo de un nylon con que otro vecino le había hecho un lugar para cobijarse, entre medio de las zarzas, como un verdadero animalito. Así es que nos juntamos algunos vecinos y decidimos ayudarlo. Junto a dos personas más comenzamos a cuidarlo, bañarlo, afeitarlo, cambiarle ropa y decidimos construirle algo más digno, y es así que juntamos materiales y le pedimos al dueño de la ferretería donde están estos terrenos, que nos permitiera dejarle allí esta casita".
Marcela Opazo, vecina labranzina, narra que "Romero es muy conocido y como desde siempre ha vivido en condición de calle, nos unimos algunos vecinos para construirle una casita transitoria, para sacarlo de la tierra, donde sólo se protegía con nylon".
UN CAJÓN
La "mediagua" de Samuel Romero fue construida con piso y paredes de madera prensada, con un techo de latas, de dimensiones que sólo permiten dejar las mantas con las que se cubre, debiendo entrar agachado. Tiene incluso una pequeña ventana que da hacia las zarzas. Comiendo un pan que algún vecino le dejó, sólo responde con incoherencias. "Tengo 10 años", responde cuando se le pregunta su edad; "los vecinos me hicieron esta casa", agrega, cerrando el diálogo.
"Samuel se pone agresivo con frecuencia, qué no hemos hecho para internarlo, pero nadie lo recibe", apunta Jorge Müller, el vecino que ha estado ayudándolo. "Lo peor de todo es que creo que le están sacado la plata, porque debería recibir pensión de invalidez del Estado. Nadie le está suministrando remedios y eso hace que entre en crisis violentas".
"Samuel dormía bajo un nylon, por eso le construimos este espacio. Lo alimentamos y aseamos".
Jorge Müller,, vecino labranzino