Apuntes sobre el Día del Libro
Según cifras de la Fundación Callejeros Buscan Hogar en nuestro país existen cerca de 1,7 millones de perros abandonados. Leer nos hace más tolerantes, diversos, ilustrados, menos consumistas.
Por intermedio de la Unesco y tal como desde hace 22 años, el 23 de abril se celebró El Día Internacional del Libro, punto neurálgico del llamado Mes del Libro, y que en Chile y también en la Región, contempla una serie de actividades conmemorativas. Dadas así las cosas, quizás tenga sentido esgrimir algunas reflexiones.
La lectura en sí misma no permite que una persona tenga mejores oportunidades. Hay candidatos presidenciales que visitaron su último texto (literario) a los 20, pues la mutación del paradigma cognitivo desde lo escrito a lo audiovisual ha hecho que, al menos para efectos del saber utilitario, los libros estén casi a la altura del hacha de piedra.
Los libros no son caros. Es cosa de indagar en las librerías del viejo, en las baratas de los markets, apelar al intercambio, a los dispositivos electrónicos y a las invisitadas bibliotecas. El neo-analfabetismo se relaciona más con la saturación informativa que con la ausencia de libros; requerimos mejores formadores y -por ejemplo- una impronta agresiva contra la omnipotencia televisiva, no legajos de papeles muertos.
Hay que difundir el entusiasmo por la literatura apelando a la sorpresa. Poetas que reiteran fórmulas archimanidas, escritores incapaces de bajar de sus alturas ignorantes, funcionarios enjaulados en una negligencia muchas veces autoimpuesta, o agentes culturales que confunden la irreverencia -condición indispensable de cualquier innovación- con la falta de respeto, hacen tanto por la lectura como las trabas burocráticas por la iniciativa empresarial.
Como decía Montaigne, la lectura se relaciona demasiado con la felicidad. Poco sacamos con imponerla, y más allá de cualquier necesaria apelación a la disciplina o a la tolerancia a la hora de entrar en un texto, el concepto de lectura obligatoria es una contradicción.
Me permito contradecir (es un decir) el primer punto. Las personas debieran leer más, sobre todo los líderes. Leer nos hace más tolerantes, diversos, ilustrados, menos consumistas y menos atados a la tiranía sensualista. La lectura nos sume en una dulce intimidad, pone un freno entre en pensamiento y la acción, refresca nuestras mentes y nos libra del abismo de las imposibilidades, cual si fuese una extensión de nuestra imaginación.
Luis Marín, escritor y periodista