Muerte de Luis Marileo
El joven "weichafe Marileo" murió como "terrorista comunista" de la misma manera que "terrorista comunista" fue Nelson Mandela, pero que afortunadamente no murió en la acción, sino que estuvo preso 27 años. Hay dos caminos para luchar por la justicia: la que mira a la sociedad (sociologismo) y la que mira al individuo (psicologismo). La sociedad sola, lleva a la revolución; la educación del individuo, a la libertad responsable.
Todo el potencial de inteligencia y de honorable humanidad que salvó a Mandela de la muerte inútil, fue el giro de su intimidad individual, o sea, su conversión psicológica. Ésta, determinada por dos factores: visita frecuente a él en la cárcel por el obispo anglicano Dumon Tutú, hermano de raza, y el derrumbamiento del Muro de Berlín y la Unión Soviética. Tal fue el fin de la ceguera revolucionaria de Mandela y la muerte del ilusionismo comunista en él; lo cual le permitió después ser distinguido con el Premio Nobel de La Paz y Presidente de la República Sudafricana.
Lamentamos que el joven Marileo y su comunidad, no hayan contado a tiempo con los mismos factores positivos del Evangelio y el mismo peso del falso significado de la ideología comunista derrumbada a plena luz del mundo entre los años 1989-1991; que liberaron al fanático Mandela.
Sergio Liempi Marín
Propuesta del Mercado
Difícil abstraerse de la propuesta presentada por el premio nacional de arquitectura Cristian Undurraga para la reposición del Mercado de Temuco.
Siendo algo poco común en su obra, en esta oportunidad se manifiesta un aspecto que sugiere la confusa orientación que está tomando el lenguaje de la arquitectura.
Como anunciara hace veinte años el también premio nacional de arquitectura Cristian Fernández Cox, "la arquitectura contemporánea va al garete de las modas", entonces esa constatación en Chile era aún incipiente, transformada en una cruda realidad nos aleja del sentido común de hacer ciudad con la arquitectura, especialmente cuando se trata de obras de un profundo sentido cívico como un mercado de abasto.
Hoy la búsqueda de expresiones arquitectónicas novedosas en lo formal como en lo tecnológico, aparecen con más importancia que el encargo en sí, superando la razón que explica el programa al que deben atender.
Los mercados se remontan a la Edad Media que en España reciben la influencia del zoco árabe y en Hispanoamérica se fortalecen aún más con la diversidad de la cultura indígena, de ahí el carácter único que aquí tienen.
Aun así, se trata de un acto urbano, público y por excelencia de la calle, donde prevalece la luminosidad de las plazas que dan cabida en sus bordes a tiendas con toldos de múltiples colores, ruidos musicales, aromas, sabores y artesanías que llegan del campo.
Revisando la obra del arquitecto Undurraga, la Plaza de la Constitución y su contraparte hacia la Alameda con el centro cultural en el subsuelo, ofrece una coherente respuesta arquitectónica muy respetuosa con su entorno. En el pabellón para la feria de Milán, sucede algo parecido. Como contenedor por fuera, por dentro se subordina al programa que se centró en mostrar la riqueza y diversidad agroalimentaria chilena. Todo lo contrario del pabellón de Chile en Sevilla 92 (Germán del Sol y José Cruz), donde la abstracción de la imagen país se debía expresar por el edificio tanto por dentro como por fuera.
Ahora, si se quemó nuestro mercado, por algo sería. Es obvio que no funcionaba acorde con lo que hoy implica la logística del abastecimiento, accesibilidad, salubridad, seguridad y en lo particular, su emplazamiento. Nunca tuvo una plaza cubierta y transparente desde donde el transeúnte pudiera pasar por ella sintiendo la algarabía de la feria que lo invita a entrar. El de Temuco, está inserto en la trama urbana, no en un borde de la ciudad y eso el anteproyecto propuesto tampoco comprende al subordinar el diseño al protagonismo de una techumbre.
Mauricio Cozzi Paredes
Agua hay de sobra
La gran cantidad de agua caída ha causado graves problemas a muchas familias, pero también es una oportunidad. Una oportunidad para construir embalses y tranques que acumulen este exceso de agua y la usemos en los meses o en regiones del centro y norte donde falta. La verdad es que en Chile sobra el agua para el consumo humano, la minería y la agricultura, pero perdemos el 80% de ella que se va al mar y poco o nada hacemos para evitarlo. Sin embargo, vemos a un gobierno dedicado a modificar el Código de Aguas, bajo el supuesto que habría especulación con el 20% del agua restante, cuando lo sensato es legislar para aprovechar el 80% que perdemos. La meta país debería ser que los daños de las lluvias serán menores y que a nadie le falte el agua. Eso es lo que necesitamos.
René Araneda
La lección de la lluvia
Temuco fue dañada por el agua. Hay que sacar una lección.
Darío Peña