"Aquí no hay terrorismo, se están quemando máquinas dentro de una protesta social y radical"
"Remirar desde la morenidad, mirarnos como seres humanos y no como conflictividades". Éste es el consejo para solucionar el conflicto en La Araucanía que recomienda el historiador Fernando Pairicán Padilla, autor del libro "Malón. La Rebelión del Movimiento Mapuche 1990-2013".
Pairicán estuvo en Temuco esta semana para la presentación del libro de Francisco Huenchumilla, "Plurinacionalidad. El nuevo Pacto", oportunidad en que conversó con El Austral de la actual situación de violencia que enfrenta la Región, desde el punto de vista histórico.
No en vano, en su libro, que ya va en la segunda edición, analiza la historia del movimiento mapuche, pero también la de Chile y el modelo económico. "Siempre fue pensando en un recado, hablarle a la sociedad mapuche y no mapuche, analizando el proceso en su conjunto", acotó.
-¿Cómo es que las demandas del pueblo mapuche se convirtieron en un enfrentamiento que ha provocado hasta muertes?
-Cuando la vida humana queda supeditada a temas políticos, estoy pensando en Matías Catrileo, Alex Lemún y la familia Luchsinger-Mackay, es el momento en que la sociedad reflexione y busque puntos de encuentro. Yo hago esta invitación, porque más que criminalizar al movimiento mapuche o a los agricultores, quienes también han sido parte de esta violencia junto a los camioneros, hay que reflexionar por qué suceden estos hechos y eso nos lleva a preguntarnos qué pasa con la naturaleza de la democracia en Chile. A grandes rasgos, parece que esta frontera ideológica se perpetúa donde cada uno está en su trinchera y no hay posibilidades de diálogo.
-Cuando se habla de reivindicación territorial, ¿de qué estamos hablando?
-Se habla de una reconstrucción del territorio mapuche que fue robado durante el siglo XX, post ocupación de La Araucanía, donde las reducciones vivieron una etapa de pérdida de tierra, a raíz de las compras fraudulentas del mundo de los colonos, lo que está demostrado en actas notariales. Yo mismo he hecho investigaciones donde uno puede ver que hay apellidos mapuches que no corresponden a la zona donde aparecen vendiendo tierra. Para buscar puntos de convergencia, los agricultores deben reconocer que su historia patrimonial está cruzada por historias de compra de tierra mapuche de manera fraudulenta. El mundo mapuche necesita un espacio para desarrollarse social y familiarmente, hay que llegar a un nuevo contrato social, donde todos estemos dispuestos a ceder para buscar una nueva etapa en la historia de las relaciones sociales y políticas en La Araucanía.
-¿Qué implica esta nueva etapa?
-El movimiento mapuche jamás ha planteado el separatismo y tampoco que esto vaya a terminar con la expulsión de los chilenos. De lo que se trata es en avanzar en espacios de autonomía, como una forma de ejercer la autodeterminación, un derecho humano a 10 años que la ONU lo declare como tal y a mí me sigue pareciendo que es un reglamento que ayuda a construir una relación acorde a los estados y los pueblos originarios.
-Héctor Llaitul, el vocero de la CAM, dijo que la violencia y el conflicto va a continuar, mientras siga esta actividad capitalista extractivista, haciendo alusión a las forestales. ¿Tiene razón?
-Me hace sentido porque lo que dice Llaitul es lo que dice Quispe en Bolivia o el zapatismo, ya que la sobreexplotación de los recursos naturales genera un proceso de empobrecimiento en los pueblos originarios que el día de mañana va a significar el empobrecimiento en su conjunto de la sociedad de La Araucanía, porque los recursos naturales son agotables. Efectivamente las forestales han secado los ríos y no es viable que una región como ésta, donde las personas dependan de camiones aljibes. Así es que de alguna manera la demanda del pueblo mapuche es una lucha por la humanidad y su perpetuación, ya que todavía no tenemos la tecnología para habitar otro planeta. Si al mundo mapuche se le quita el discurso del terrorismo y la delincuencia, lo que queda es una demanda en defensa de la madre tierra.
-¿Cuál es el análisis histórico de la aplicación de la Ley Antiterrorista en la Región?
-El terrorismo es cuando un Estado vulnera los derechos humanos, y que yo sepa, el mundo mapuche no ha vulnerado los derechos humanos. Con quemar un camión no se vulneran los derechos humanos, se afecta la propiedad privada, por lo tanto, una ley por conductas terroristas donde se incorpora la defensa de la propiedad privada habla de un gobierno que considera la propiedad privada como un bien intocable. A mí como historiador me llama la atención que el gobierno incorpore dentro de los derechos humanos aspectos que tienen que ver con la propiedad.
-¿Hay terrorismo en La Araucanía?
-El terrorismo responde a un fenómeno de nivel mundial. Los teóricos plantean que la humanidad vive un quinto ciclo de la violencia política y que está cruzada por la religión, el nacionalismo y el fundamentalismo identitario. Chile es un país que vive alejado del terrorismo real, lo que tiene es un conflicto de carácter político y, particularmente, que posiciona derechos humanos a reconquistar, como la autodeterminación. En La Araucanía el concepto de terrorismo está mal utilizado, porque no hay una política sistemática de eliminar agricultores, lo que hay es una excepción, un delito.
- El candidato Navarro habla incluso de aplicar una amnistía a todos aquellos casos que estén involucrados en procesos judiciales. ¿Qué opina?
-Una amnistía sería un mensaje muy positivo hacia el movimiento mapuche, posiblemente, los agricultores y los camioneros lo verían negativamente, ya que están obsesionados con el imaginario del terrorismo. Pero aquí no hay terrorismo, no explotan los mall o casinos, lo que pasa es que se están quemando máquinas dentro de una protesta social y radical. Este desencuentro político social de más de 100 años no se va resolver en 4, se va resolver en una perspectiva de 60 o 50 años. Así es que hay que pensar en invitar a la mesa a las personas del movimiento rupturista como la CAM y la WAM, porque así como estamos nadie va para ningún lado.
-¿Imposible pensar en una solución antes de 50 años?
-Es tan enraizado el problema que no se puede solucionar antes, porque el agricultor se asume en su propia identidad y chilenidad y nunca reconoce su mestizaje. El no indígena se siente distinto, ya sea porque le da vergüenza o porque siente que le baja la autoestima. El discurso del Estado debe ir enfocado al indígena y al no indígena, que es quien debe reconocer a la población indígena como sujetos de derecho.
-Los parlamentarios de la Región ¿tienen alguna responsabilidad en el conflicto?
-Desde la historia no buscamos culpables, sino que comprendemos. Y creo que muchos parlamentarios responden a una antigua raigambre de intereses asociados a la agricultura y los poderos económicos, no solo pienso en Becker y García Ruminot, que me parece que es el más característico, sino que pienso en los Tuma que son una larga familia asociada al poder. Son actores que perpetúan una visión particular de su propia identidad regional. Son personas migrantes que llegaron a un territorio que pertenece al mundo mapuche y que les ha ido bien, entonces, ¿están dispuestos a ceder? Yo creo que hay un interés político, económico y una historia regional donde los que han estado siempre en el poder están muy cómodos.
- Se ha vinculado a las ORT con entrenamiento extranjero y nexos con otras guerrillas como la Farc. ¿Qué hay de cierto?
- Lo primero es que el mundo mapuche tiene una larga historian de organización social. La primera organización mapuche nace en 1910, que es la Sociedad Caupolicán, luego viene la Corporación Araucanía y la Federación Araucana, tradición donde hay parlamentarios mapuches, entonces, el movimiento mapuche no es reciente, es incluso más antiguo que la historia de Chile. El papá de Aucán Huilcamán pertenecía a la Corporación Araucana, por lo tanto, hay una tradición organizacional en el mundo mapuche. Y esto de las conexiones es pensar en una lógica de la guerra fría donde parece que necesitamos personas foráneas para poder entender nuestras demandas y asociado una mirada racista, al pensar que el mundo indígena no es capaz de organizarse y reflexionar en un momento histórico. El mundo mapuche se ha organizado endógenamente y más que vincularlo a la forma extranjera, responde a un fenómeno latinoamericano que se vincula con altos índices de pobreza, racismo y la autodeterminación.
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"Si al mundo mapuche se le quita el discurso del terrorismo y la delincuencia, lo que queda es una demanda en defensa de la madre tierra"."