Se han incrementado las agresiones a funcionarios públicos, especialmente a profesionales de la Educación y de Salud. A raíz de esto, se está intentando legislar sobre la base de estas alarmantes cifras.
En conclusión, lo que se pretende establecer tiene relación con un aumento en la pena para quienes agredan, maltraten y golpeen a estos funcionarios, penas que llegarían hasta los 15 años de cárcel y en casos menos graves con la realización de trabajos comunitarios. Juntamente con ello se pretende presionar para que estos profesionales tengan protección especial si como otros funcionarios públicos.
Cuando vemos esta triste realidad, no podemos emitir un mensaje de reflexión omitiendo al mismo tiempo lo que la Biblia enseña en lo tocante a esta situación, estableciéndose de esta manera principios, valores, absolutos y transversales para la buena convivencia, y es más, para proyectar nuestras más grandes expectativas personales y colectivas, de progreso y desarrollo integral.
"El discípulo no es superior a su maestro, más cuando termine completamente su preparación será como su maestro" (Lucas 6:40).
Jesús establece claramente que hay un grado de superioridad en quien enseña, y esto en virtud del ejercicio mismo, puesto que es quien justamente debe instruir a sus educandos para que se desarrollen de forma integral en todos los aspectos de la vida. Del mismo modo establece una etapa inconclusa la cual está beneficiosamente presente en el discípulo, puesto que de esta manera llegará a completarse mediante el traspaso mismo de las distintas aristas que complementan la preparación académica y valórica, traspaso que por cierto es imprescindible.
Pero finalmente Jesús mismo hace notar que ambas partes son necesarias para la consolidación de las aspiraciones propias de una sociedad que desea preservar sus costumbres, cultura, características y, por sobre todo, la conservación de su propia identidad en el sentido más pleno de la palabra, puesto que son los propios alumnos los que una vez concluida su preparación, tendrán el deber de formar de la misma manera a quienes deberán seguir cuando ellos ya no estén. Son los maestros los forjadores del carácter en quienes tendrán quizás mayores desafíos en adelante y esto hay que reconocerlo.
Es así como de la misma manera reconocemos a nuestro gran maestro quien no tan solo se dispuso a capacitar a quienes estuvieron prontos para oírle, sino que también estuvo dispuesto a ser incomprendido y burlado al punto de dar su vida en una cruz y todo esto tuvo un solo gran propósito: su amor incondicional por todos nosotros.
Pablo Pinto S., Consejo Regional de Pastores de La Araucanía