En este momento histórico que atravesamos a nivel nacional, es sumamente complejo imaginarnos indiferentes frente a la crisis social y esperar que esto no interfiera en nuestra estabilidad emocional y salud mental. Esta situación también afecta a los niños y niñas de nuestro país, y aunque de diferentes maneras, es crucial preguntarnos cómo abordar lo que está ocurriendo con ellos y cómo ser capaces de contenerlos y regularlos en este contexto.
Frente a las contingencias nacionales, es normal y esperable que los niños perciban la inestabilidad del panorama actual y que por lo tanto se muestren confundidos, preocupados o que tengan distintas dudas al respecto, esto podría además manifestarse a nivel emocional, pudiendo mostrarse más sensibles, dependientes o quizás incluso más irritables o agresivos. Respecto a la forma en que debemos abordar todo lo anterior, resumo: primero conectamos y luego explicamos.
Antes de pretender explicarles la situación, debemos ser capaces de conectarnos con ellos a nivel emocional, esto implica mostrarnos disponibles afectivamente al momento de intentar comunicarnos, a través de una forma de hablar que transmita tranquilidad, una postura cercana, una mirada contenedora y un discurso que normalice, valide y entienda las distintas emociones que pudiesen estar experimentando. La explicación solo tiene cabida luego de haber establecido este clima receptivo de apoyo y contención.
Sobre cómo explicamos a los niños y niñas la situación que enfrenta nuestro país, debemos inicialmente tener claridad que nuestro discurso implícita o explícitamente evidenciará nuestra ideología y nuestra forma personal de darle un significado a la crisis social, no obstante, independiente de lo anterior es crucial transmitir un discurso en el que primen los valores de respecto, fraternidad y solidaridad.
Existen además estrategias generales para afrontar este tipo de situaciones, que ayudarán a prevenir el desarrollo de psicopatologías en los niños. En este contexto fomente actividades de recreación y juego con familiares y amigos, mantenga dentro de lo posible la rutina habitual de los niños, incentívelos a realizar actividad física recurrente, cuide su alimentación, aprenda y enséñeles ejercicios de respiración en caso de percibirlos angustiados o agitados.
Finalmente, es importante destacar que ante la posibilidad de que la implementación de las orientaciones antes expuestas no tenga un impacto en los niños, y perciba que su malestar es significativo, impidiéndoles desarrollar de manera relativamente normal sus actividades habituales, busque ayuda especializada de un profesional de salud mental, psicólogo o psiquiatra, quien abordará su caso en particular.
Felipe Rivera Cepeda,
docente carrera Psicología U. Santo Tomás