PSU de Historia
La suspensión de la prueba de Historia, Geografía y Ciencias Sociales me ha llenado de estupor.
La Historia contribuye a la formación integral de las generaciones jóvenes, pues les permite tomar conciencia del increíble legado que han recibido de sus antepasados, y a adoptar, en consecuencia, una actitud agradecida. Les hace comprender cómo las acciones humanas tienen efectos, y que quienes actúan libremente deben cargar con las consecuencias de sus actos o de sus omisiones. Les muestra que no es posible la utopía de comenzar desde un punto "cero", ignorando o condenando el pasado, pues todos los que lo han intentado han llevado a sus sociedades a una violencia feroz y, casi siempre, a la instauración de tiranías.
Forma a los jóvenes en el sentido de pertenencia a una comunidad, de cuya mejora todos son responsables.
Es de esperar que quienes nos dedicamos profesionalmente a esta disciplina sepamos mostrar a la sociedad la relevancia de la reflexión histórica para comprender la difícil coyuntura que nos toca vivir.
Bárbara Díaz K. U. de los Andes
Demandas sociales y Constitución
Encuestas actuales han evidenciado que las principales demandas ciudadanas son mejoras en pensiones, y acceso y calidad en salud y educación, mientras que según encuesta Cadem, la mayoría de los ciudadanos cree que una nueva Constitución mejorará las pensiones, salud y educación. En este sentido, pareciera que existe una confusión toda vez que el sistema actual de pensiones no se encuentra en la Constitución sino que en un decreto de ley. Asimismo, el sistema de salud conformado por Fonasa e isapres están reguladas por ley, al igual que la educación.
A partir de lo anterior, es de perogrullo desprender que lo que exige, necesita y merece la ciudadanía es dignidad en la vejez y en la enfermedad, y derecho a educarse para acceder a movilidad social. Para lograr estos cambios, lo que se necesita no es una nueva Constitución (cuya función principal es organizar el poder), sino que un Estado eficiente y fiscalizado, que tenga voluntad política para cambiar las leyes que sean necesarias, y que priorice el gasto eficaz en reformas sociales y no en operación política.
María Antonieta Morales, U. de Chile
¿Pensamos como hablamos? o ¿Hablamos como pensamos?
En la vida diaria nos hemos formulado estas preguntas. Hoy sabemos que hay una ciencia del lenguaje que se preocupa de ello. Al menos en este espacio, es necesario reseñar su campo.
Se trata de la "psicolingüística" que estudia lo que ocurre en la mente-cerebro cuando hablamos, comprendemos, leemos o escribimos. Ello es posible sobre la base de la facultad del lenguaje articulado, innata, y humana que nos diferencia de los demás seres vivos. Da cuenta de lo que ocurre en nuestras mentes cuando nos expresamos oralmente o por escrito.
Un psicolingüista observa, examina y evalúa nuestras producciones verbales; puede ser un lingüista y/o psicólogo interesado en examinar la relación entre el lenguaje y los eventos mentales (comprensión, producción, memoria, atención, imaginación, emociones, espiritualidad, etc.). Por lo mismo es que se puede asociar con la psicología, antropología, ciencias cognitivas, el amplio campo de la fonoaudiología y ciencias de la comunicación.
Por otra parte, mientras exista una disciplina que estudia los mecanismos biológicos del cerebro (neurolingüística) para producir los procesos anteriormente mencionados (lo que subyace nuestras habilidades verbales), la "psicolingüística" -reitero- se preocupa de estudiar lo que ocurre consciente o inconscientemente en los usos de la lengua. Involucra todos sus aspectos, y también los discursos como representaciones sociales que ocurren en nuestros "actos de habla". Vemos, entonces, que ambas disciplinas se complementan enormemente en el estudio de la "comunicación humana".
La psicolingüística debiera ocupar un amplio espacio en las mallas curriculares de las distintas profesiones, principalmente aquellas relacionas con pedagogías.
No sería extraño entonces que pudiera tener un espacio destacado en algún departamento académico de nuestras universidades comprometidas con la formación de profesores, periodistas, ingenieros, profesionales de la salud, ciencias políticas, etc.
De cualquier forma nos ayudaría a ser mejores ciudadanos y valorar los encuentros verbales de la vida cotidiana dedicando mayor atención a lo que entendemos y expresamos. L. Wittgenstein (1889-1951) escribió "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente".
Omer Silva Villena
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José Luis Hernández Vidal