Correo
Anticiparte al coronavirus
Viendo la experiencia de los países donde el coronavirus lleva más tiempo en expansión, el historial de expansión en nuestro país más las proyecciones de los entendidos en estadística, me pregunto: ¿Por qué nuestras autoridades van detrás del virus?, se van tomando medidas reactivas, al final cuando los infectados sean 10.000 vamos a tener cuarentena obligatoria quizá para todo el territorio por meses.
Sugiero anticiparse al virus, tomar medidas más estrictas respecto la movilidad de las personas; claro, tales medidas no son populares, pero hoy no es tiempo de estar haciendo mezquinos cálculos políticos; ¿acaso le consultamos a nuestros hijos si quieren regresar al colegio después de las vacaciones? No, porque sabemos que eso será mejor para ellos en el futuro aunque eso no sea una medida popular; tampoco es tiempo de estar tomando medidas con la billetera, esto es, en cuánto se afectará la producción de x sector económico.
Es preferible que las empresas pierdan ahora (o dejen de ganar) por la menor actividad comercial que significa cuarentena total a seguir dilatando la agonía con menguados ingresos, porque mientras más pronto se tomen medidas extremas para detener el avance del coronavirus, la expectativa es que más pronto nos recuperaremos; en el intertanto habrá tiempo de reflexionar sobre el modelo económico que hoy tenemos. Si alargamos la agonía perderemos todas nuestras fuerzas (reservas) y habrá más calamidad y muertes que lamentar. Si tenemos vida y salud podremos recuperar nuestra economía, en caso contrario solo seremos estadística.
Luis Toro C.
Mejor que cuarentena
Para aplanar la curva y evitar contagios hay que educar los cuidados que se deben tener, mediante ilustraciones creativas por cadenas de TV. Mostrar ,por ejemplo, las alternativas para desinfectarle las patas a las mascotas después del paseo.
También explicar que tenemos gestos involuntarios como llevarnos las manos a la boca, a la nariz y ojos y no nos damos cuenta en el momento. Son nuestras caídas importantísimas. No sacamos nada con habernos lavado las manos hace 10 minutos si en el intertanto las contaminamos.
No basta con saber, tenemos que crear los hábitos en la ciudadanía y aunque es tarde, es mejor que no hacerlo.
Miguel Paúl Latorre
El bufón
El bufón, durante la historia, ha cumplido una peculiar labor. En resumen: incomodar al poder. Así, se ha entendido como una persona con atributos especiales, como la elocuencia y la gracia, y con ciertos privilegios circunstanciales, que es capaz de decirle al rey, a través de una sátira rutina o un montaje carnavalesco, lo que sus súbditos son incapaces de pronunciar.
De esta misma forma se nos presenta Stefan Kramer, nuestro bufón contemporáneo. Un artista con indiscutibles talentos y con ciertos privilegios, como él mismo reconoció en el Festival de Viña, que viene incomodando al poder desde hace un par de años con sus hilarantes representaciones. Este, hace pocos días, nos enseñó su último trabajo; una imitación al Ministro de Salud Jaime Mañalich que, obviamente, consiguió viralización y aplauso de forma inmediata.
En esa línea, así como se reconoce la función social del bufón -incomodar al poder-, es prudente considerar que esa rutina se realiza en medio de la peor crisis sanitaria del mundo en las últimas décadas, la cual ha cobrado la vida de miles de personas en el mundo y de 4 compatriotas en nuestro país.
Así, no parece ser prudente mofarse de nuestra máxima autoridad sanitaria. Por el contrario, la rutina humorística solo viene a debilitar a la persona encargada de la salud de todos los chilenos, en circunstancias que la misma OMS ha reconocido que el manejo de la crisis por parte del Gobierno de Chile ha sido el adecuado dadas las circunstancias.
En suma, si en una monarquía era necesario el rol del bufón, más aún en una democracia. Pero la democracia tanto como exige a sus gobernantes, también exige a sus bufones. Y ambos deben estar a la altura.
Javier A. Labrín Jofré
Qué martirio
¡Qué martirio!, si antes pensaba que por la falta de un buen servicio nos habíamos convertido en dependientes, súbditos o vasallos de las Cías de telecomunicaciones y/o similares; hoy, creo somos o seremos esclavos.
José Manuel Caerols Silva.