Una de las muchas preocupaciones que se ciernen sobre La Araucanía, en medio del avance de la pandemia del coronavirus, es la influencia que pueda tener la llegada del invierno, y peor aún, los días de alta polución ambiental en la Intercomuna de Temuco y Padre Las Casas, tomando en cuenta que son dos de las urbes más contaminadas de América Latina.

La alarma surge a raíz de investigaciones que dan cuenta de la relación que podría existir entre el número de contagiados con covid-19 y la contaminación ambiental. Una de ellas es un documento elaborado en Italia, uno de los países más azotados por el coronavirus, el que fue compartido por científicos de diversas universidades de ese país y que, en resumen, sugiere una estrecha relación entre el incremento de contagios en el norte de esa golpeada nación y la concentración de material particulado (MP10) producto de los peak de contaminación atmosférica ocurridos en febrero de pasado.

Si bien se trata de un análisis particular en ese país, y no hay estudios acabados que den cuenta de forma más precisa de los efectos de esta ecuación (MP = covid-19), sí se debe tener en consideración que hay un nexo entre el material particulado y la dispersión de virus, en especial de aquellos relacionados con infecciones respiratorias. Ya existe literatura científica que muestra la incidencia del MP en la influenza y el virus respiratorio sincicial, entre otras patologías, por lo que no es descabellado pensar que la contaminación pueda agravar ciertos cuadros clínicos.

Frente a este panorama, surgen llamados de destacados investigadores y académicos de Temuco, quienes sostienen que la contaminación atmosférica a la que estamos acostumbrados no es un problema menor en términos sanitarios, y se debiera evitar, toda vez que una baja gradual en las temperaturas y una alteración de la calidad del aire asociada a la utilización de leña como principal combustible para calefacción domiciliaria, impone una responsabilidad compartida que todos deben asumir.

Es por ello que frente al complejo escenario que enfrenta hoy la Región, y en especial las comunas de Temuco y Padre Las Casas, donde se halla la mayor cantidad de contagiados con covid-19 y a la vez el más alto número de víctimas fatales del país, se hace necesario tomar medidas urgentes que tiendan a reducir los efectos de la contaminación ambiental, aunque se sabe lo difícil que ello resulta, toda vez que el Plan de Descontaminación Ambiental, se encuentra retrasado en relación a su planificación original.

Temuco y Padre Las Casas se enfrentan a un desafío mayor en el cual la colaboración de toda la ciudadanía es vital.

El mundo entero enfrenta desde hace treinta días (y no hay claridad hasta cuándo) el horror del coronavirus, casi invisible en su forma y que en sus efectos mortales no hace distinción de raza, color, religión como tampoco entre ricos y pobres.

La ciencia y la tecnología sostienen que los humanos morimos simplemente por una falla técnica: el corazón deja de bombear sangre por acumulación de grasa en las arterias, células cancerosas invaden el hígado y gérmenes y virus se multiplican en nuestros pulmones y ello por efecto que alguien estornuda frente a otra persona y es portador de algunos de ellos.

Aclaremos también que no hay nada metafísico en ello. Todos son problemas técnicos que tienen una solución técnica, cuando los científicos encuentren la vacuna para el coronavirus, éste morirá, desaparecerá y se combatirá en el futuro como otras infecciones.

Es un hecho pese a la tragedia que vivimos en este siglo XXI que los humanos harán una apuesta para aumentar sustancialmente el promedio de vida. Se busca detener la vejez, terminar el hambre y las diversas enfermedades.

Un científico sostiene que las religiones y las ideologías a lo largo de la historia no sacralizaron la vida, sacralizaron y fueron tolerantes con la muerte. Durante mucho tiempo y aún hoy los humanos fallecen porque Dios lo decretaba y cuando ello ocurre es la hora de llamar a los sacerdotes o a los rabinos.

La ciencia y la cultura moderna difieren totalmente de esa creencia respecto de la vida y la muerte. Es verdad que en la actualidad (y lo estamos viviendo) no hay solución inmediata para todos los problemas técnicos, pero es por eso que la humanidad invierte mucho dinero y tiempo en ello.

Es bueno recordar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos no dice que todas las personas tienen el derecho a la vida, por ejemplo, hasta los noventa años. Dice que todo ser humano tiene el derecho a la vida y punto. Entonces queda claro que tal derecho no está limitado por ninguna fecha de caducidad y por ello se sostiene que para enfrentar la muerte hay tres formas: puedes aceptarla, puedes negarla o luchar contra ella.

Es difícil de creer, pero así va ocurrir lo que dicen los científicos respecto que al año 2100: quien posea un cuerpo sano y una buena cuenta bancaria podrá alcanzar casi la inmortalidad porque a esa fecha irá cada diez años a clínicas donde recibirá tratamientos de renovación y no solo se curarán enfermedades sino que también se rejuvenecerán los tejidos deteriorados, claro que los seres humanos morirán por las guerras, terrorismo, por nuevas pandemias, por accidentes de tránsito o aéreos o simplemente por suicidios.

Finalmente, aunque nosotros no alcancemos esa casi inmortalidad durante los años de vida que nos quedan, la guerra contra la muerte seguirá siendo el proyecto más importante del presente siglo.

Un total de 89 millones de pesos fue la inversión realizada para la pavimentación de casi una veintena de calzadas en Temuco, trabajos que prometen cambiarle al rostro a la capital de la IX Región. Los más contentos son los vecinos de Temuco, que aseguran que este adelanto mejorará la calidad de vida de la ciudadanía.

Temporada de incendios forestales sigue activa

Si bien ya La Araucanía entró hace más de una semana en otoño, la temporada de incendios forestales que tuvo su peack en verano, sigue presente. La sequía, altas temperaturas, ausencia de precipitaciones, escasa humedad, irresponsabilidad humana han sido factores desencadenantes de esta anormalmente larga estación de siniestros.