Mascarillas
Le escribo para solicitar a la ciudadanía cumplir con la cuarentena y, con lo que la ley pide con el uso obligatorio de mascarillas, especialmente a quienes tienen que acceder a los domicilios para abastecernos de gas o de otros insumos, lo cual se agradece mucho, pero es necesario el uso de mascarillas.
Sandra Fernández
Convivir con el coronavirus
Lamentablemente, aún hay conciudadanos que no logran entender la gravedad de esta pandemia. Me permito compartirle la invitación del Santo Padre a desarrollar las virtudes de la prudencia y la obediencia, pensando en sí mismo y en los demás.
Tiene mucho sentido si consideramos que vivenciándolas podremos responder al esfuerzo que hacen las autoridades, los funcionarios de la salud, instituciones civiles y militares que están en primera línea, como también personas anónimas que prestan apoyo solidario a los más necesitados para que nuestro país pueda sobrellevar y aminorar los efectos de esta crisis de salud.
Hoy, tenemos que asumir que todos estamos en riesgo y afectados por las consecuencias de esta pandemia . Hoy sabemos que el número de fallecidos va en aumento, y conocemos el dolor de sus familiares que no han podido despedirse de ese ser tan querido. Sabemos que la fecha de término para esta pandemia es incierta. Mientras tanto tenemos que aprender a convivir con ella y a valorar tantas lecciones de vida que ya son parte de nuestra historia como país.
Marianne Morales Orellana
Arriesgados
Los políticos chilenos que participaron en el encuentro con el Presidente argentino lo hicieron en forma imprudente: en plena pandemia participaron sin mascarillas desde sus casas, arriesgando ser reconocidos.
José Luis Hernández Vidal
Respeto
¡Respeto!, esa es la máxima que debiese existir en las universidades públicas de la Región al momento de abordar las problemáticas que derivan de la crisis sanitaria. Sin embargo, nos hemos encontrado con una Universidad Católica de Temuco que ha dejado de lado el diálogo con sus estudiantes, pero también el respeto. Variados son los intentos de comunicación que se han tratado de entablar con una autoridad universitaria ausente, más preocupada de la "buena prensa" que pudiese traer el decir que todo está perfecto y que las actividades académicas se desarrollan en completa normalidad, aun cuando las y los estudiantes mantienen hace dos semanas un paro de sus actividades académicas, con demandas que plantean lo mínimo que debería garantizar una de las universidades públicas más grandes de la Región: que los 11.072 estudiantes puedan ingresar sin complicaciones a sus clases y al contenido académico.
Hoy, en la Región más precarizada del país, y donde -no por casualidad- tenemos las mayores tasas de contagios y muertes por covid-19, las autoridades de la UC Temuco buscan forzar un semestre bajo el concepto de "aparente normalidad", sin importarles las condiciones particulares de estudiantes, donde en número importante se les exige rendir como si no existiera una enfermedad mundial que está causando desempleo, dolor y muerte en nuestro país.
¡Respeto!, por nuestra formación académica. ¡Respeto!, por quienes están viviendo un calvario. ¡Respeto!, por ser principio básico en el quehacer de una universidad.
Joaquín Cárdenas Kaechele, secretario general, Federación de Estudiantes UCT, vocero Confech
Salud colectiva
En su última columna, Thomas Friedman analizó la estrategia sueca (país con 10 millones de habitantes) para combatir el coronavirus. En breve, se trata de lograr la inmunidad colectiva maximizando la exposición de la población menos vulnerable y de menor riesgo (menores de 65 años y sin enfermedades metabólicas). Esto, bajo el argumento de que para la mayoría de estos segmentos, el covid-19 no será más que un resfriado pesado o incluso puede presentarse asintomáticamente. Hasta ahora, el país nórdico no ha enfrentado un colapso hospitalario ni el alarmante aumento del desempleo. La prudencia, naturalmente, obliga a seguir observando al paciente sueco.
En Chile, una estrategia así sería una hecatombe colectiva. Nuestra población posee un elevado número de personas con diabetes, hipertensión, obesidad y variadas -si es que no múltiples- adicciones, todos factores de riesgo del covid-19 y vehículo para el colapso hospitalario. Qué triste desarrollo el nuestro.
Ciertamente, la estrategia sueca es más sustentable económicamente hablando. No sacrifica actividad real, ni se abre a una crisis social de envergadura, gracias a una población -según estadísticas Ocde-, mayoritariamente en buen estado de salud y con un sistema de salud pública (y educación) de alto rendimiento. La crisis que experimentamos es un llamado de atención brutal para Chile: si bien es cierto que nuestra estructura social reparte los riesgos de forma desigual, esto no evade la responsabilidad de los individuos en sus estilos de vida. Ser saludable es el mejor seguro de salud que pueda contratarse para enfrentar las pandemias del futuro. Si no se entiende ahora, no se entenderá nunca.
Camilo Barría-Rodríguez