Correo
La traba de $32.700
Es de conocimiento general que Chile posee comunas muy pobres y una desigualdad enorme en distintas áreas, una de ellas es el acceso a la educación superior. Es común conocer casos de estudiantes de liceos municipales que no logran ingresar a la universidad, esto debido a diversos factores, como la baja calidad de preparación que se otorga en algunos establecimientos educacionales públicos; el no contar con recursos para financiar sus estudios, y el cobro de $32.700 necesario para poder rendir la prueba de acceso.
Lo anterior es sumamente preocupante, puesto que, si en tiempos en donde no estaba presente la crisis sanitaria y las personas tenían más oportunidades para generar ingresos, existían trabas para acceder a la educación superior, ¿qué se puede esperar en el contexto actual? Y es que vemos día a día a personas en televisión manifestando su preocupación por el diverso acontecer de familias chilenas que se ven perjudicadas por la crisis sanitaria, pero se olvidan de aquellos detalles que han venido perjudicando el desarrollo personal y la superación de la pobreza a lo largo de los años. Es en este momento de la historia es donde se debe tomar con especial atención aquellos obstáculos que impedirán, en mayor medida, avanzar en la superación de la pobreza. Con ello, hago referencia al cobro insensato de 32.700 pesos para poder rendir la prueba de transición universitaria.
El cobro de una prueba que puede generar una ayuda a largo plazo, al permitir a las personas mejorar su calidad de vida a través de la educación superior, es realmente inmoral en este contexto.
Los actores políticos hablan frecuentemente respecto a que la mayoría de las familias chilenas no están en condiciones económicas para llevar una vida plena y "cómoda", sin embargo, ninguno habla sobre cómo algunos sueños se ven truncados porque no pueden costear la Prueba de Transición Universitaria. Por ello es necesario que se tomen medidas al respecto, ya que luego se presenta el desafío de cómo costear la educación superior, porque recordemos que no todos tienen acceso a la gratuidad.
Es triste saber que en condiciones difíciles y en donde muchos políticos esperan una vida mejor para las personas, la educación siga siendo un privilegio.
Javiera Brandt Garcés
Nuestro cerebro malévolo
Es un texto reciente (2017) escrito por el psiquiatra Adolf Tobeña, profesor de la Universidad de Barcelona, España, sostiene que el cerebro es "el órgano donde se generan nuestras ideas y pensamientos". Es el correlato responsable de lo que hacemos en la vida y de lo que podemos llegar a ser. J. Grau (1928-2014), periodista y parapsicólogo español nos recuerda que se divide en dos mitades o "hemisferios". Uno derecho: como el de un niño, es emocional, espacial, intuitivo, no tiene leyes ni reglas; capaz de moverse por el espacio como un vehículo en el desierto; es lúdico e imaginativo; es mágico, metafísico, centro del "espíritu universal", lugar de las humanidades y ciencias sociales. El izquierdo, nos define como especie; reacciona como "chicharra frente al lenguaje". Es razonador, calculador, y argumentativo. Diseña ciudades, puentes y nos dice cuando hay (des)orden. Dicta la ciencia tridimensional (largo, ancho, alto). Es analítico, verbal, planificador, y verificador.
Hoy quedamos perplejos con internet, Facebook, apps, celulares, fake news, y "ruidos de conflictos". Las computadoras - productos del hemisferio izquierdo - ya han ensayado las batallas posibles, con ganancias y pérdidas, saqueos, hordas superiores a un millón de cerebros unidos, afirma. Ciertamente, que se trata miles de "cerebros enfermos" que dañan con discernimientos y automatismos dedicados al "engaño".
Estamos con Aristóteles o Tomás de Aquino; con Platón o Francisco de Asís. Propone Tobeña higienizar la "conciencia moral" en los "usos comunes del lenguaje". El resultado será la forma cómo la educación y la cultura organizan nuestro cerebro. Ahí está el mundo como lo vemos hoy: armonía/conflicto; razón/ fe; Caín/Abel. ambición/codicia. Este libro es una brizna de esperanza. Se calcula que entre un 3% y 4%, acaso no más, lo constituyen "psicópatas cuello blanco" en la economía, la política, educación, las grandes compañías, y, las comunicaciones. Siempre listos, con mucho "ingenio" que, en general, no hacen daño físico, pero son manipuladores, u "operadores". Así como hay genios en ciencias, también los hay "para hacer daño", concluye Tobeña.
Omer Silva Villena
Patrimonio personal en garantía, es lo mínimo...
Senadores, diputados, partidos políticos y todas las personas que se dedican y viven de la política, y que apenas aprobaron el retiro del 10%, sin perder tiempo cambiaron de tema "hablemos del plebiscito", todo mientras la grave crisis sanitaria en el país aún no es controlada, deberían realizar declaraciones juradas ante notario, responsabilizándose de los daños que sus convocatorias pueden causar en la población, dejando en garantías el 100% de sus patrimonios, para asumir todos los gastos por las atenciones de salud, de los contagiados por la asistencia a actos masivos, que son el mejor caldo de cultivo para el coronavirus.
No puede ser que acciones temerarias con funestos resultados queden sin sanción y sin responsables.
Luis Enrique Soler Milla