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El derecho de vivir en paz
El mimetismo es una estrategia de defensa o ataque que la naturaleza ha ido perfeccionando entre los distintos organismos que cohabitan este planeta. Para poder reconocer a estos impostores se requiere mucha agudeza sensorial, la que va más allá de los sentidos tradicionales de la vista, oído u olfato.
En el discurso político de la sociedad del S.XXI, es notable observar cómo el mimetismo en el lenguaje se posiciona como la estrategia básica para tratar de proyectar en el tiempo ideales que, en no pocos casos, son claramente contradictorios al lenguaje y retórica mañosa que se emplea para capturar incautos desprevenidos. Pero para ser un buen impostor hay que saber mucho sobre quién o a qué cosa se quiere imitar. Por lo general, es una estrategia que emplean los que adscriben ideales conservadores, incluso fascistas y que tratan de vestirse con ropajes un poco más liberales a la hora de convencer parroquianos. Es muy raro que un liberal se vista con ropajes discursivos conservadores para convencer a potenciales simpatizantes. Esos ejemplares son los denominados "conversos", pero eso es otra historia.
En países subdesarrollados como Chile, las imitaciones discursivas que se intentan en el plano de los mensajes políticos son de dudosa calidad. Son eficientes en el corto plazo, pero no por mérito propio, sino más bien por las precarias herramientas de reconocimiento de los engaños por una pléyade de incautos que, producto de sus infinitas necesidades, lo único que quieren es creer lo que quieren escuchar. Así, el "pasar gato por liebre" se ha transformado en el deporte nacional de gran parte de la clase política parasitaria del país.
La última joya de este fenómeno nos lo entrega la campaña por el "Rechazo" al proceso constituyente, donde los creativos de dicho esfuerzo comunicacional consideraron que vestirse con los ropajes de un cantante popular, asesinado por tener ideales opuestos a cualquier razonamiento del mundo ideal que piensan los promotores de dicha campaña, podría inclinar la aguja en su beneficio.
"El derecho de vivir en paz" es un anhelo indudablemente de la gran mayoría de la especie humana. Pero la historia de este país ha mostrado en innumerables ocasiones que los ideales tras los actuales representantes de la campaña por el "Rechazo" son más proclives a otra parte desde donde extrajeron esa frase y que reza: "…donde revientan la flor con genocidio y napalm…".
El mimetismo no es para principiantes, sobre todo cuando en el acervo popular se acogió desde hace mucho tiempo ese precepto bíblico que plantea "por sus actos los conocerás".
Marcelo Saavedra, biólogo
Temor al trabajo presencial
En medio de la pandemia y con el inicio del desconfinamiento, uno de los focos de preocupación de los chilenos está asociado a si existirá un control efectivo para mitigar la propagación del coronavirus fuera de casa al momento de retomar el trabajo presencial.
Y es que si bien hay empresas que aún no planean volver a las oficinas, varias comunas del país se encuentran en fase de transición o preparación como parte del plan "Paso a Paso" del Gobierno, por lo que es habitual que las personas empiecen a experimentar sensaciones de temor frente al contacto con otros, la idea de encontrarse en espacios cerrados o los riesgos por los traslados en el transporte público.
Ante a este escenario, las empresas cumplen un rol fundamental en materia de contención, ya que deben ser capaces de identificar necesidades específicas de acuerdo a, por ejemplo, variables de género y grupos vulnerables, como trabajadores con discapacidad o a cargo de hijos o padres de la tercera edad. A su vez, es vital que las jefaturas generen un canal de diálogo permanente y espacios de apoyo psicológico asociados a disminuir los efectos negativos de esta etapa de transición en materia de salud mental.
Disminuir el temor al trabajo presencial es una tarea que nos involucra a todos, y depende tanto del autocuidado como de la responsabilidad social de las organizaciones. Es ese el "match" perfecto para hacer que este proceso sea lo más saludable, efectivo y llevadero posible.
Daniella Holz, People & Partners
Acusación constitucional
La acusación constitucional contra el ministro Pérez es antojadiza. Los camioneros dejaron al menos una "pista ética" para circular por las carreteras, y los problemas reales fueron mínimos para una movilización de esa envergadura. Se reclamó por alguna ambulancia que tuvo que tomar un desvío pero, hasta donde se sabe, sin consecuencias. Tampoco tuvieron consecuencias las restricciones de abastecimiento que, al parecer, fueron imprevistas y muy puntuales.
Comparemos con los trabajadores de la Salud que, cuando se movilizan, dejan "turnos éticos" pero, quizás involuntariamente, causan miles de viajes perdidos a los centros de salud, miles de horas de atención postergadas y cientos de miles de desviaciones y pérdidas de tiempo en tacos con sus marchas en las ciudades.
Son tiempos difíciles, en que ojalá los parlamentarios que insistan en usar su valioso tiempo en acusaciones constitucionales al menos permitan y faciliten a sus colegas , a los que priorizan hacer la pega legislativa, la producción de "leyes éticas", es decir, de tantas leyes que se necesitan con urgencia.
José Luis Hernández Vidal