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estudiantes de los distintos estratos socioeconómicos y, paralelamente, a pesar de la existencia de la tecnología, ha puesto en evidencia también que profesores y alumnos no estaban preparados para asumir el formato de educación online o virtual, lo que produjo que, en la primera etapa de esta "emergencia educativa", las cosas no anduvieran tan bien.
Prueba de ello es el resultado de la encuesta realizada en abril por centros y laboratorios de la PUC, UDP, SUMMA y Católica de Valparaíso, que tuvo como contraparte regional al Instituto de Informática Educativa de la Ufro, estudio que expone, por ejemplo, que el 51% de un universo de 3 mil 176 profesores de prebásica a enseñanza media declarara que sus estudiantes no estaban aprendiendo; y donde solo 9% reconocía que sus alumnos contaban con hábitos de estudios para desempeñarse en la educación remota, versus un 75% que asumía todo lo contrario.
A seis meses de la llegada del primer caso de covid-19 a la Región y los trastornos que la irrupción de la pandemia trajo consigo, Edgardo Parra Villarroel recuerda que cuando pasamos de la educación presencial a la docencia virtual o educación a distancia, la premisa es que se traspasa parte importante del proceso al alumno. A partir de allí, mucho del ejercicio formativo es responsabilidad del alumno, y eso es: autonomía, capacidad de regulación, autogestión de los tiempos y espacios, y hábitos de estudios.
Es bajo este escenario, acota, donde se acentúan las renombradas brechas, que durante este año también han percibido los estudiantes de pedagogía de la Ufro que realizan prácticas virtuales, los cuales reportan - por ejemplo - la precariedad con la que estudian muchos alumnos de enseñanza media, sea por infraestructura o logística para conectarse. El asunto es: "una vez que me conecto, ¿cómo me hago cargo del aprendizaje como estudiante? Allí también hay una brecha importante", comenta el director de la Escuela de Pedagogía de la Ufro.
A juicio de este académico, los grupos más afectados bajo este escenario han sido los terceros y cuartos medios, y los estudiantes de primer año de las universidades; los primeros porque experimentan la angustia del futuro en un año nada convencional y todos, en general, porque "quedó trunco su proceso educativo social dentro de su comunidad educativa (…). La mayoría de los estudiantes no vivió los procesos de sociabilización, de autonomía, de independencia y una serie de comportamientos, conductas y habilidades, que se adquieren cuando uno transita de la enseñanza media a la superior".
Vivencia
Con este punto de vista está de acuerdo el decano de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Temuco y doctor en filosofía y letras, Juan Mansilla Sepúlveda, quien estima que es en las carreras vinculadas con la formación de la intersubjetividad humana, "entendida como la relación completa entre personas", o en lo que se conoce como el currículum oculto es donde está la mayor pérdida en este año de emergencia.
"Ahí está el déficit, más que en el contenido, porque esto es imposible de traspasar desde el punto de vista tecnológico (…). Ahora, hay que tener cuidado con la homogeneización. Aquí hay distintos planos a analizar. De hecho, hay estudiantes a los que les ha venido bien todo esto, a los alumnos con Asperger, por ejemplo. Mientras que en el otro extremo, para algunas de nuestras alumnas, debido a sus multirroles en casa, esto ha sido un problema", comenta Mansilla.
El decano recalca que si bien ha habido una brecha física o tangible que cubrir en primera instancia, y que ha sido la de asegurar la conectividad del estudiantado, hay otra tan o más importante que tiene que ver con el ser mismo, con el cómo la gente está viviendo el proceso. "Creo que la principal pérdida del modelo a distancia está dada por la vivencia, que no han tenido y ya no van a tener los estudiantes en 2020. Por ejemplo, los alumnos de primer año de la universidad ya no fueron mechones. Pero también creo que todo volverá, en algún momento, a su cauce".
Quien también ha tomado el pulso de primera fuente a los efectos de la virtualidad en el año educativo 2020 entre los estudiantes, es la psicóloga y académica de la UCT, Carolina Pastor Pensa, que entre junio y agosto participó de una unidad de acompañamiento socioemocional dirigida a los alumnos de la facultad de Educación, experiencia que expuso la realidad con la que muchos profesores han debido trabajar, no sólo con las dificultades técnicas de sus alumnos, sino también con las dificultades emocionales que trajo consigo el confinamiento sanitario.
La docente, que se ha movido entre el ámbito escolar y superior, asegura que la pandemia profundizó situaciones que venían de antes, sobre todo en relaciones intrafamiliares, y en lo que respecta directamente a la crisis, destaca que hay estudiantes que han debido lidiar con proyectos interrumpidos o sueños frustrados, como becas al extranjero, o asumir la pérdida de trabajo de uno o ambos padres, situaciones que dificultan el rendimiento, el ánimo para asumir los estudios e incluso levantan dudas sobre la continuidad cuando se trata de jóvenes que han asumido el trabajo y el estudio a la vez, en plena emergencia.
Adaptación
Este acompañamiento socioemocional también ha sido parte de los retos asumidos este año por la Universidad Autónoma de Chile sede Temuco.
El vicerrector académico (i), Hernán Viguera, comenta que "si bien está demostrado que estas modalidades presentan curvas ascendentes de aceptación inicial (…), hay que agregar las dificultades de los entornos directos de los estudiantes producto de las condiciones sanitarias y sociales, que generan un estrés adicional. Por ello, además del seguimiento en los resultados de aprendizaje alcanzados, estamos implementando iniciativas de acompañamiento socioemocional para nuestros estudiantes".
Hoy, de la experiencia 2020, Viguera subraya además dos conceptos: "adaptación" y "esfuerzo".
Desde la experiencia interna, comenta que "el trabajo de la UA en los últimos meses ha sido constante e incesante. Al igual que todo el sistema universitario, ha debido adaptar sus actividades académicas a una modalidad virtual que, hasta ahora, ha entregado positivos (…), donde toda la comunidad universitaria, especialmente, sus profesores y estudiantes, han realizado un esfuerzo extraordinario en el desarrollo de sus actividades académicas en ambientes virtuales".
El vicerrector académico (i) comenta que un reto interesante ha sido resolver cómo dar continuidad a las actividades formativas que requieren pasos prácticos presenciales. "No obstante, en ellas, actualmente, estamos incorporando nuevas estrategias y tecnologías como telesalud y telesimulación, que permitan alcanzar las competencias de cada perfil de egreso y facilitar la progresión académica de nuestros estudiantes", acota.
El reto
Hay una idea que, a septiembre de 2020, genera consenso. Hernán Viguera lo plantea al decir que las estrategias metodológicas implementadas este año llegaron para quedarse. Mientras que Edgardo Parra asegura que lo dramático "es que lo que partió como emergencia se va a quedar", aunque con bemoles, dado que lo más probables es que el próximo año educativo haya una mixtura entre las clases presenciales y recursos virtuales.
"En la universidad lo que planteamos es que vamos a hacer una flexibilización de nuestra malla curricular para dar la oportunidad, y ahí vuelve a jugar un rol la tecnología, para realizar actividades de apoyo o complementarias a nuestros estudiantes, y en modalidad online, de conceptos, de estrategias, de contenidos que son esenciales, y que tendremos que tratarlos complementariamente a la malla 2021. En esta modalidad online vamos a tener que apoyar a los estudiantes (…). El año 2021 será crítico. Tendremos que hacer un doble esfuerzo. Tenemos que hacernos cargo. Habrá que hacer una inversión muy grande tanto en recurso humano como tecnológico para ponernos al día, porque si hay algo que nos develó esta pandemia son las grandes brechas que tenemos", precisa el director de la Escuela de Pedagogía de la Ufro.
"El año 2021 será crítico (…). Tenemos que hacernos cargo. Habrá que hacer una inversión muy grande tanto en recurso humano como tecnológico".
"Creo que la principal pérdida del modelo a distancia está dada por la vivencia, que no han tenido y ya no van a tener los estudiantes en 2020".
"Los docentes hemos tenido que trabajar con las dificultades de los estudiantes, no solo logísticas, sino con las dificultades emocionales".
"Hay que agregar las dificultades de los entornos directos de los estudiantes producto de las condiciones sanitarias y sociales, que generan un estrés adicional".